Vecinos de La Concordia, sector carrera 12, aseguran ser víctimas de la contaminación sónica generada por el exceso de volumen emitido desde una de las viviendas de la zona.
Los afectados aseguran que el problema data desde hace dos años, pero al pasar el tiempo se ha intensificado, al punto de alterar la tranquilidad y actividades diarias de los residentes.
“Exigimos vivir en paz y tranquilidad. No tenemos nada en contra de ninguna religión, pero es preciso respetar las normas de convivencia. Si la música no sonara a tan alto volumen no nos molestaría”, señalaron los vecinos y explicaron que desde tempranas horas de la mañana, en la casa referida sacan las cornetas por la ventana y colocan música cristiana a todo volumen.
De acuerdo con lo señalado por los perjudicados, la contaminación sónica se produce, sin importar que en la comunidad hay personas en delicado estado de salud, adultos mayores y niños, que deben realizar sus actividades escolares y requieren concentración.
“No hay manera de dialogar con ellos. Así permanecen todo el día, sin acatar nuestras súplicas”, puntualizaron.
Intervención policial
Los agraviados señalaron que, cansados de la situación, pidieron el pasado 4 de febrero la actuación de los cuerpos de seguridad. En el lugar se hicieron presentes efectivos de la Policía del estado Táchira (Politáchira), quienes a través del diálogo intentaron mediar, pero solamente lograron restablecer la paz durante unas horas.
“Al día siguiente, la tortura continuó”, aseguraron los angustiados vecinos.
Libertad de culto
Los vecinos afectados por la contaminación sónica aclararon que en ningún momento pretenden acorralar o perseguir a las personas que instalan el sonido durante todo el día.
“Respetamos la libertad de culto, pero exigimos que sea recíproco y aprendan a vivir en comunidad. Para ello, es preciso cumplir con simples normas de convivencias e incluso de la ley”, insistieron.
Enfatizaron en que el problema no es el tema religioso. “Puede tratarse de cualquier tipo de música, eso no es lo importante”, y añadieron que el conflicto surge por los altos niveles del sonido, que ocasiona molestia.
“El hecho de que ellos pertenezcan a una religión determinada no les da derecho a obligarnos a escuchar todo lo que pongan y mucho menos al tono que lo colocan”, criticaron los afectados y resaltaron que con ese proceder están faltando a lo establecido en el reglamento número 5 de la Ley Orgánica del Ambiente, sobre ruidos molestos o nocivos.
Bleima Márquez