El locutor, de 40 años de edad, permaneció 26 días internado en el Hospital Central de San Cristóbal: 16 días en el área de aislamiento COVID-19 y otros 10 en la Unidad de Cuidados Intensivos. Vio pasar frente a sus ojos “a muchas personas muertas, que eran llevadas en bolsas plásticas negras”. Aplaude, en primer lugar, el trabajo de los enfermeros. Aprendió a valorar más su vida.
Por José Luis Guerrero S.
La mañana del jueves 26 de noviembre de 2020, el locutor Hénder Jesús Angola pudo bañarse solo. El conductor del programa de radio “Sentimiento Llanero” va al sanitario del área UCI COVID-19 del Hospital Central de San Cristóbal por sus propios medios. Dios ha escuchado sus súplicas.
La noche del miércoles 25 de noviembre fue eterna para Angola, de 40 años de edad. Lloró mucho. Rezó. Al orar con Dios, le pidió que lo sanara o se lo llevara con Él, “porque no quería ver pasar más muertos, que eran llevados en bolsas plásticas negras. Iban muchos”.
Habían transcurrido 26 días desde que su expareja, Rossi del Carmen Araujo, lo llevó al centro asistencial, luego de haber pasado por el Hospital General de Táriba y una clínica. Su salud se deterioraba. El covid-19 invadía su cuerpo.
Todo comenzó el martes 20 de octubre, cuando Angola se siente mal en su casa de habitación en Táriba. Decaimiento, cansancio, debilidad, pérdida del olfato y del gusto, son algunos de sus síntomas. Cinco días después, el domingo 25 de octubre, el malestar aumentó.
“Mi expareja, Rossi, me lleva a la casa de su familia, los Araujo, en Táriba. Allí, de inmediato, estoy al cuidado de una doctora. Quedo aislado en una habitación de la vivienda para evitar contagios, pero a finales de octubre comienzan los problemas de saturación baja, a 60”, recuerda el locutor tachirense. La respiración se complica y lo obliga a buscar ayuda en un centro de salud. El nivel normal de oxígeno en la sangre es entre 75 y 100 mmHg.
Ya en el centro asistencial centinela, el miedo lo invade. No puede respirar tranquilo. Primero llega al área de aislamiento covid-19. Mientras recibe tratamiento, allí le hacen la prueba PCR, que a los pocos días confirma las sospechas médicas: tiene covid-19.
Dos paros respiratorios
Corren 16 largos días en el área de aislamiento. Está acostado en la cama 5. Se aferra a Dios y al doctor José Gregorio Hernández, pero el martes 17 de noviembre sufre un paro respiratorio y de inmediato es internado en la Unidad de Cuidados Intensivos.
Al quinto día de estar en la UCI, el domingo 22 de noviembre, sufre un segundo paro respiratorio. Médicos y enfermeros lo atienden. Afuera del centro de salud, sus familiares y amigos están angustiados. Buscan todo lo que los médicos piden: insumos, medicamentos. Corren por exámenes de laboratorio. Es un constante ir y venir. Está prohibido verlo, por los contagios.
“Al despertar del segundo paro veo, a la derecha de la cama, el salmo 30-2: ‘Jehová, Señor Dios mío, a Ti clamé y me sanaste’. Desde allí, tomo esa palabra y le digo a Dios: Sé que me vas a sanar, que me vas a ayudar a salir de esto. Son momentos donde a veces tienes la adrenalina que te anima a salir pronto; otros días amaneces por el suelo, porque te sientes muy mal. No sé si son los medicamentos”, recuerda.
Angola, nacido en barrio Sucre y padre de seis hijos, pensó que no saldría vivo del centro asistencial. No lo intubaron. Permaneció el mayor tiempo consciente, en la cama 3.
Respiraba por medio del equipo CPAP o de presión positiva continua en vías respiratorias. Una máscara bien apretada en la cara, que cubre nariz y boca, tratamiento que bombea aire bajo presión a las vías respiratorias.
En el programa de radio de música llanera, “Sentimiento Llanero”, que él conduce desde hace 15 años por Imaginación 96.1 FM, y en todas sus actividades diarias, él se cuidaba. No sabe cómo se contagió. Se contenta al expresar que en casa de los Araujo, en Táriba, nadie más se contaminó. Tampoco ninguno de sus familiares directos. No hay duda que todos actuaron correctamente.
No cesa de contar que lloró mucho. Oraba por las personas que estaban en la UCI COVID-19. Eran sus otros 9 compañeros de área. No siempre fueron los mismos durante los 10 días que allí estuvo, porque muchos de ellos fallecieron. “Yo estaba consciente. Oraba. Rezaba. Lloraba por las personas que suplicaban morir, que pedían perdón…sigo llorando mucho todavía”, dice.
Recuerda con estima al paciente de la cama 2, en el área UCI, Javier Rosales, quien como él superó el covid-19. Se contaron parte de sus vidas, vivencias. Ahora son amigos.
Enfermeros, sus eternos amigos
En el aislamiento en el centro asistencial tuvo tiempo suficiente para pensar en todos los suyos.
Respeta y admira el trabajo del personal de enfermería. Sus eternos amigos. “Me disculpan los médicos que cumplen su excelente trabajo de sanar, pero los enfermeros son los de la primera línea de batalla. El enfermero te limpia, te cuida, es el psicólogo, el que te atiende, es tu hermano en esos largos días. Solo puedes verles los ojos. Están arropados con su equipo de bioseguridad personal, pero te hablan, te dicen cosas bonitas, te cuidan, te bañan. Para mí, son los más importantes”, expresa con mucho convencimiento.
En la cama 5, en aislamiento, el teléfono celular le permitió recibir llamadas y escuchar las palabras del obispo Mario Moronta, de la hermana Fanny, de Max Carrero, de amigos de la radio, de sus familiares, de muchas personas que lo motivaron a seguir adelante. Ya en la UCI, solo se comunica con Dios y con el personal que lo asiste. Sabe que muchos rezan y oran por él.
La mañana del 26 de noviembre
La mañana del jueves 26 de noviembre es para Hénder Angola diferente, y él no se había dado cuenta.
Una doctora, al pasar revista médica, detalla las lecturas de los aparatos que monitoreaban su cuerpo. Le hacen la prueba de saturación y está entre 97 y 98; también las pruebas del corazón. Todo había evolucionado para bien. ¡Dios había escuchado todas sus súplicas!
— Señor Hénder, ¿cómo se siente? —le preguntó la doctora con voz fuerte, mientras cumplía su trabajo de despejar todas las dudas médicas relacionadas con la saturación, el corazón y las lecturas de los equipos.
— Bien — le respondió Angola, con mucha seguridad.
— ¿Puede bañarse solo? — preguntó de inmediato.
— Sí puedo hacerlo — le contestó, y en cuestión de minutos estaba desconectado de los aparatos.
Angola se bañó solo, pero allí, a su lado, estaba un enfermero, atento a cualquier reacción inesperada. Tenía más de un mes que no lo hacía por sus propios medios. Al llegar a la cama es sometido de nuevo al estudio médico: pruebas de saturación, del corazón, de respiración. Los médicos conversaron entre ellos y vino el milagro que él esperaba de Dios.
— Señor Hender, está de alta. Hoy se va a su casa — le dijo la doctora.
Angola guarda silencio por unos segundos. Toma fuerza. Sus ojos están húmedos. Quiere llorar. “Yo no lo creía. Cuando el médico te dice ‘te vamos a dar de alta’, es el milagro de Dios. Dios me había escuchado, porque yo ya no quería estar más allí”, agrega.
Le dan de alta cuando el pronóstico indicaba que podría salir, no en diciembre, sino en enero de 2021, por su delicada condición de salud.
A las 2:30 de la tarde del jueves 26 de noviembre abandonaba el Hospital Central. Afuera, su hermano, Wílmer Jesús Angola, su morocho, junto a “El Canario de los Andes”, Adolfo Contreras, lo reciben y llevan a su casa. Es imposible contener el llanto.
Las secuelas en su cuerpo
El covid dejó secuelas en su cuerpo. Está muy sensible. Dice que “muy llorón”. “Todo me da por llorar. Siento que las cosas que pasan, que no tienen por qué pasar, me dan mucha sensibilidad”, expresa.
Debe estar en control con un cardiólogo, “hay algo por allí, en el corazón, que estamos tratando ya con el médico”.
Perdió unos seis kilos. Ahora come mucho. Ya ha recuperado parte de su peso. “Estoy muy bien. Estoy más gordo. Salí un poco flaco. Con mucha hambre”, narra.
Una dura experiencia
La experiencia de Hénder Angola es similar a la vivida por la mayoría de sobrevivientes del covid-19. De acuerdo con el informe de la doctora Fressel, del 17 de febrero de 2021, en el Táchira, durante la pandemia, se han infectado 5.584 personas y de estas, 4.690 están sanas. Angola es parte de estas estadísticas. 168 fallecieron. Hay 726 infectados activos. “Esto es en serio, muy en serio”, repite.
Destaca la atención recibida en el Hospital Central. “No es lo que se dice, que vas a un centro asistencial público y no te van a atender. Si a mí no me llevan al Hospital Central, hubiese muerto. No se automedique, salga a un centro asistencial a buscar ayuda médica, que allá va a tener siempre la atención necesaria”, aconseja.
Agradecimientos desde el corazón
“Sentimiento Llanero” tiene 15 años en el aire. Un programa de música llanera que se ha consolidado con el pasar de los días y es un precedente en este género en el estado, el país y más allá de nuestras fronteras.
En su lecho de enfermo recibió el apoyo económico del gremio de la música llanera. Se sabe que el covid-19 es una enfermedad que genera muchos gastos. Recuerda el valioso gesto de Reinaldo Armas, Jorge Guerrero, Vitico Castillo, Rumy Olivo, Teo Galíndez, Adolfo Contreras, Franger Gómez; de los colegas de la radio, de todos sus compañeros de trabajo, destacando a Max Carrero, Rafael Rodríguez “El Conejo”, Eymar Fuentes, de muchos amigos y de otras personas que lo conocen solo por su voz.
Siente mucha alegría por el respaldo de tantos seguidores de su programa. “Hoy día no soy el primero, pero tampoco el último”, y a ellos envía bendiciones y los consejos para cuidarse.
Agradece al gremio de la radio y de la TV, y a todos los medios de comunicación en general. Ahora se ha empeñado en colaborar con quien pueda. “Quiero que el mundo sepa que esto es la realidad de la vida. Dios te da la oportunidad de vivir. A mí me pasó en dos o tres oportunidades en cuidados intensivos, al sentir de cerca la muerte, pero Dios me dijo: Estás vivo y tienes que gritarle al mundo que Dios está con todos nosotros”, esa es ahora parte de su misión.
Amar más a la vida
Angola es católico. Debe ir a Isnotú, en el estado Trujillo, el lugar donde nació el venerable doctor José Gregorio Hernández, para pagar una promesa por su salud.
“Mi vida ahora es entender la vida, quererla, amarla y valorarla. Amar la vida, agradecer a Dios. Ante Él me arrodillo para agradecerle por la vida. Lo hago por la mañana o por la noche. Como tarea, he iniciado amar más a mis hijos, tener más humildad, y dedicarles tiempo a las personas que realmente amo. Eso sí me lo he propuesto, a mis hijos y dos o tres personas más…”, cuenta.
67 días después, el primero de febrero de 2021, la voz de Hénder Jesús Angola se escucha nuevamente por las ondas hertzianas, en su lugar de trabajo, Imaginación 96.1 FM.
Aplausos a los médicos, a los enfermeros, a la vida, a la oración con fe, y las gracias al Creador por el milagro recibido.
@joseluis.guerrero.73700