Reportajes y Especiales
A dos años del apagón nacional el sistema de generación «va de mal en peor»
8 de marzo de 2021
El evento que comenzó el 7 de marzo de 2019 en Venezuela quedó registrado como uno de los más largos de la historia. Las secuelas siguen permeando en un país que sufre una crisis humanitaria compleja y los correctivos aún no llegan
A oscuras. Así quedó el país el 7 de marzo de 2019 tras el apagón nacional más largo de los últimos años. El resultado fue inimaginable: Saqueos, afectación en los servicios públicos, profundización de la crisis industrial, pérdida de empleos y más de 20 muertes en hospitales públicos.
Desde el año 2010 cuando se decretó el primer estado de emergencia del sistema eléctrico, Venezuela literalmente no ha visto luz, al menos de forma constante.
Pocas han sido las respuestas del Gobierno para mejorar el sistema eléctrico; al contrario, hipótesis de sabotajes y ataques terroristas son las excusas para ocultar el estado del sistema eléctrico nacional que funciona con las mismas características del país: en emergencia.
Ante la poca transparencia del Estado y tras más de un año de investigaciones paralelas se identificó que la falla se originó en el patio de 765 KV de Guri B por una sobrecarga en la transferencia de energía, confirmó José Aguilar, especialista eléctrico.
De acuerdo con Aguilar, horas antes del apagón nacional ya había interrupciones en varios estados del centro del país y se estaban utilizando las hidroeléctricas de Caruachi y Macagua para suplir el déficit que tenía la central hidroeléctrica Simón Bolívar, en Guri, por la avería de algunas máquinas, pero la maniobra rutinaria se hizo sin medir los límites de operación segura.
El experto afirma que en el lugar de la falla hay tres bancos de autotransformadores de 1.500 megavatios cada uno, que permiten -siempre y cuando estén en óptimas condiciones- la transferencia de 3.000 megavatios sin sobrecarga.
“En la práctica generalmente se trata de transferir 3 mil como máximo, porque el tercero está allí de reserva”, dijo.
“La manera de tapar el déficit de Guri era trayendo energía de Macagua y Caruachi al patio de Guri, transmitido en 400 y pasándolo a 765 KV para añadir a lo poco que se estaba generando y ayudar al resto del país (…) ellos sobrecargaron los auto transformadores que estaban en el patio de Guri y se les disparó”, explica Aguilar, a dos años del evento.
“Eso es como una gran arritmia o un infarto”, compara. La maniobra provocó que se activaran los protectores de sobrecarga que sacaron de servicio los equipos y generaron un efecto dominó, que apagó el sistema eléctrico.
Aunque una de las tesis era que la falla se había generado por incendios no sofocados en las líneas de 765 KVA, el especialista desestimó que esas fueran las razones: “Sí estaba ocurriendo, pero (la causa del apagón) fue en el mismo corazón de Guri por una operación imprudente”.
El especialista recordó que en 1992 hubo dos apagones de la misma naturaleza y, en tres horas, el país se recuperó. “Aquí se tardaron por lo menos 124 horas, según lo que he analizado, en llegar a niveles similares de carga antes del apagón, eso quiere decir que detrás de eso existía una falta de preparación, de destreza organizacional para lidiar con esa contingencia”, dijo.
Las secuelas económicas fueron inmediatas. En Bolívar, donde se genera más del 60% de la energía hidroeléctrica que consume Venezuela, la producción de las estatales del aluminio Venalum y Alcasa se paralizó totalmente. Dos años después, Alcasa sigue sin producir ni un gramo del metal. La situación ha generado que la mayoría de los obreros se mantengan fuera de la planta recibiendo salarios por debajo de los cinco dólares. “Estamos jugando con vidas, con destrucción económica, con el continuado deterioro de la vida de las personas”, comentó.
El apagón pasó a la historia, no solo venezolana, sino mundial. Está entre los tres primeros en duración en horas por cliente, considerando que afectó a 30 millones de personas, según theblackoutreport.co.uk. Este reporte coloca en primer lugar el blackout ocurrido en Filipinas en 2013, que dejó sin servicio a 6,7 millones de personas, como consecuencia del tifón Haiyan, uno de los más intensos de la historia moderna. Le sigue el de Puerto Rico en 2017, causado por el devastador huracán María, que dejó sin electricidad a 1,5 millones de personas.
Acceso vs demanda en alza
Más de 10 años han transcurrido desde que el expresidente Hugo Chávez reconoció que era “una necesidad. En verdad es una emergencia. El país debe asumirlo”, durante la transmisión de su programa radial, De repente… Chávez.
En aquel momento, el exmandatario responsabilizó al fenómeno de El Niño, al cambio climático global y a los patrones capitalistas de consumo; pero estos eventos no son exclusivos de Venezuela: afectan, en mayor o menor medida, a los 26 países de América Latina y el Caribe (ALC) y al resto del mundo. Cabe preguntarse entonces, ¿cuál es el estatus del acceso a la electricidad en la región?
Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región “ha mejorado el acceso a los servicios de infraestructura; hay un importante avance hacia la universalización en la cobertura, especialmente en electricidad”.
La mayor parte de Venezuela cuenta con acceso al servicio eléctrico, al menos desde el punto de vista técnico. No obstante, el BID aclara un aspecto básico: “La definición de acceso muchas veces está muy lejos de los estándares mínimos necesarios para tener una calidad de vida aceptable. Tampoco basta con estar conectado a la red eléctrica si cada semana se producen apagones que dañan los electrodomésticos”, indica el estudio De estructuras a servicios: el camino a una mejor infraestructura en América Latina y el Caribe del BID.
Pese a ello, el acceso a la electricidad en ALC es para el organismo “una historia de éxito” por dos razones fundamentales. La primera se refiere a las inversiones hechas para expandir la red, mientras que la segunda alude a las soluciones fuera de la red (off-grid) “que se utilizan para llegar a las localidades más remotas”.
El BID estima, sin embargo, que el consumo eléctrico está reprimido, pues mientras en Europa el consumo promedio anual de los hogares es de 3.700 kilovatios por hora (kWh), en ALC ronda los 2.000 kWh.
En cuanto a la demanda ocurre lo opuesto: ha aumentado sostenidamente en los últimos 40 años, incluso por encima del nivel mundial, y se mantendrá esa tendencia al alza.
Según proyecciones del organismo internacional, la demanda de energía eléctrica en ALC se duplicará en el 2040 a una tasa de crecimiento anual de 2,7% a 3,6%; y si la región pretende satisfacer dicha demanda, deberá invertir un promedio anual de $ 24.000 millones.
“En las próximas dos décadas se espera un cambio en la matriz de generación. En el nuevo escenario, la energía hidroeléctrica y el gas natural seguirán a la cabeza, con porcentajes del 45% y 23% respectivamente para 2040, pero con un porcentaje creciente de fuentes renovables no convencionales y un uso constante de la geotermia y los biocombustibles”, predice el BID en el informe ¡A todas luces! La electricidad en América Latina y el Caribe 2040.
Estos cálculos son previos a la irrupción del coronavirus SARS-CoV-2 en 2020. Las cuarentenas impuestas en los países para frenar la propagación de la COVID-19 alteraron la manera como los latinoamericanos y caribeños demandan energía eléctrica a lo largo del día.
Por ejemplo, en las naciones que restringieron la movilidad antes y de forma más estricta, se observó una caída mayor de la demanda. “En ese grupo destacan Perú, Bolivia y Guatemala con 32,6%, 28,5% y 17,5%, respectivamente. Sin embargo, otros países con medidas sanitarias más indulgentes están manteniendo su consumo de electricidad más cercano al del año pasado (2019) en promedio”.
En diciembre de 2020, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) auguró un incremento mundial de la demanda de electricidad del 3% este año. Solo China registrará una subida, en torno al 2%. Las otras grandes economías (Estados Unidos, India, Europa, Japón y Corea del Sur) experimentarán un descenso de su demanda eléctrica.
¿Cambiará el mundo después de la pandemia? Desde el BID piensan que sí, y “el uso de la energía estará entre las áreas afectadas por las transformaciones en curso. Las personas y las empresas están más propensas al teletrabajo, al menos durante parte de la semana”. Pero los hechos le ganan a las predicciones: “Contar con acceso es el primer paso para poder consumir un servicio”.
Acumulación del deterioro
No habían transcurrido dos horas desde la llegada del 2021, cuando los habitantes de Tucupita, en el estado oriental Delta Amacuro, sufrieron el primer apagón del año, sucedido apenas dos horas después por un segundo corte en el suministro eléctrico. Fue un inicio de año poco esperanzador para quienes están acostumbrados a sufrir hasta ocho apagones a diario. En los estados occidentales Mérida y Táchira y el central Miranda también “celebraron” con fluctuaciones de energía y caídas del servicio.
El primer mes del año concluyó con un balance de 11.211 fallas eléctricas en el país. Esta cifra “anteriormente ocurría en el transcurso de un año”, según Aixa López, presidenta del Comité de Afectados por los apagones.
Los estados más afectados en el país son los del occidente, principalmente Zulia, Táchira y Mérida. El 22 de febrero de 2021 hubo una explosión en una subestación que dejó sin electricidad a los municipios Maracaibo y San Francisco del estado Zulia.
Este escenario hace más frecuente y vigente la etiqueta #SinLuz en redes sociales, a la que ciudadanos recurren para ofrecer sus reportes sobre la situación eléctrica; además de ser la primera opción para buscar noticias sobre las posibles causas y extensión de los frecuentes cortes de energía, ante la falta de información oficial.
A dos años del mega apagón, el especialista José Aguilar niega que se haya atendido la crisis energética en Venezuela. “Vamos para dos años y yo no he visto que todavía hayan llegado al país los componentes que se dañaron y en estos dos años han venido dañando mucho el sistema de transmisión de Guayana hacia el resto de Venezuela, las máquinas de generación van de mal en peor”, alertó.
Para suplir las deficiencias de las hidroeléctricas han sacado equipos de subestaciones de otros estados, denunció. “El sistema sigue acumulando deterioro, aquí no hay mejoría, el sistema no está en condiciones para ir de la mano con lo que el país necesita”, advierte. Dos años después hay problemas en el sistema de transmisión de Guayana, en el sistema troncal que depende del estado y en la generación de las centrales, afirma. ¿Cómo estamos? La respuesta es tajante: peor.
Bajo las condiciones actuales, el especialista insiste en que debe haber transparencia, un sistema ético de gestión, eliminar la corrupción y poner a trabajar las hidroeléctricas al servicio del país y no de los intereses de un grupo político.
Miguel Lara, especialista en gerencia de sistemas eléctricos, sostuvo que los cambios en los últimos años han sido prácticamente nulos. “No abordan la solución definitiva de los problemas, el sector eléctrico lejos de mejorar sigue estando en una condición cada vez más vulnerable”, afirma.
Además de la falta de mano de obra calificada por los bajos sueldos y la persecución laboral, señaló que los equipos han sido abusados y no han recibido el mantenimiento debido. “Cada día que pasa, el sistema no recibe sino más abusos y abandonos”.
“Es un sistema que está en condiciones precarias, cualquier contingencia que pase tiene consecuencias que conllevan cortes, apagones, porque el sistema no está en condiciones operativas”. El especialista explica que no es usual que fallas como el apagón nacional se repitan, pero dada la condición de vulnerabilidad, van a seguir derivando en cortes como ocurre diariamente en el país.
Este tipo de contingencias o fallas en un sistema bien manejado no terminarían en cortes eléctricos, señala. “Cada día van degradando más la condición operativa del sistema, por lo tanto, cada día es más vulnerable a que cualquier falla tenga incidencias negativas en el usuario”, afirmó. Para ambos especialistas, la repotenciación del sistema parte de un cambio de gerencia y gestión del sistema eléctrico.
Propuestas de mejora
El ingeniero Lara desestima que durante la administración de Maduro se concreten las mejoras que necesita el sistema debido a la falta de recursos. En pocos meses, sostiene, con un nuevo gobierno podrían normalizar el servicio. “En un año tienes un sistema con confiabilidad para garantizar el suministro a todos los otros servicios”, dijo.
De acuerdo con Lara, la disponibilidad operativa de las hidroeléctricas es de un 50% y aun así se están subutilizadas. “Nuestro plan lo que busca es maximizar el uso de la hidroelectricidad, yo no debería botar nada, yo la debería usar toda, sin poner en riesgo la operación del embalse”.
El ingeniero José Aguilar advierte que, al haber más deterioro, las operaciones deben ser más prudentes para evitar mayores riesgos. |
La recuperación del sistema eléctrico deberá ser integral por lo que también se tendrán que repotenciar las termoeléctricas, pues su funcionamiento permitirá generar estabilidad en el sistema y sacar más provecho a las hidroeléctricas.
Plantea que urgentemente habrá que cambiar el equipamiento, poner al día los mantenimientos, entrenar al personal para que operen los equipos eficientemente y recuperar los sistemas de distribución. “Eso es urgente”, afirma.
De acuerdo con Lara hay que restarle responsabilidad al Estado por lo que habrá que generar garantías para que privados confiables puedan invertir y sientan retribuciones por mejorar el sistema eléctrico. “¿Qué procura ese plan? El objetivo macro, además de las soluciones efectivas e integrales, es darles un valor comercial a los activos del sistema eléctrico”, explicó.
Corrupción con nombre y apellido
El diputado y presidente de la Comisión de Servicios de la Asamblea Nacional, Luis Florido, considera que el país atraviesa la peor crisis eléctrica de su historia debido a la mala gerencia, pero sobre todo a la corrupción.
El parlamentario deja en claro que esta crisis nada tiene que ver con las sanciones a funcionarios venezolanos. “Las sanciones han ido dirigidas principalmente a los violadores de derechos humanos (…) Esto lo conecto con el informe de las Naciones Unidas, que ratifica que habían suficientes razones para que hubiese personas sancionadas en esta materia y a aquellos que se robaron dinero de Venezuela. Para mí eso es un crimen de lesa humanidad”, dijo en entrevista con Noticiero Venevisión.
En octubre de 2020, el diputado publicó un video en Twitter, junto a la etiqueta #yabasta, en el que condensa la historia de la decadencia del sector durante los gobiernos chavistas. “Venezuela está en la oscuridad a causa del robo, la corrupción, desinversión y fraudes del régimen en la corporación eléctrica del país”.
Venezuela está en la oscuridad a causa del robo, la corrupción, desinversión y fraudes del régimen en la corporación eléctrica del país.
Hoy padecemos la peor crisis eléctrica consecuencia del asalto de más de 40 mil millones de dólares. #YaBasta pic.twitter.com/XaI0G8pJnu
— Luis Florido (@LuisFlorido) October 7, 2020
Además, Florido señaló directamente a dos culpables: Hugo Chávez y Nicolás Maduro. En el video, afirma que el origen de la debacle está en los inicios del gobierno del fallecido Hugo Chávez (1999-2013), cuando comenzaron grandes obras en el sector que no fueron concluidas, como la hidroeléctrica Manuel Piar en Tocoma, en el estado Bolívar, cuya construcción se inició en 2002 y no se culminó pese a la adjudicación de $ 9.000 millones.
La corrupción se acentuó, señala, luego de que Chávez centralizara el sistema eléctrico. Calcula que desde ese momento hasta el día de hoy, el chavismo ha robado y despilfarrado más de 40.000 millones de dólares asignados para el mantenimiento, actualización y construcción de centrales hidroeléctricas en todo el país.
Vivir sin luz
La deficiencia de los servicios básicos, entre ellos la electricidad, afecta a los venezolanos en sus tareas cotidianas y productivas. Un productor de arroz de Calabozo (Guárico), que prefirió reservar su identidad, dijo que “la luz se va todos los días. Algunas veces por varias horas y otras hasta por dos días”.
“Tenemos problemas con la electricidad sobre todo por la falta de mantenimiento. Antes había mantenimiento continuo con unidades que supervisaban la zona. Pero ahora esas unidades no tienen combustible”.
El agricultor afirmó que la situación de la energía trifásica es mucho peor. “La línea trifásica falla todavía más y la necesitamos porque trabajamos con motores eléctricos. Hemos tenido que salir de ellos”.
En Los Teques, capital del estado Miranda en el centro del país, Lilian Moys, de 70 años de edad, considera que desde el 7 de marzo de 2019 los apagones se hicieron recurrentes en la otrora metrópoli del clima ideal. En su localidad, Trigo Dorado, a cinco minutos del centro de la ciudad, la energía se va por lo menos tres veces por semana por periodos de ocho horas aproximadamente y en horas “sorpresa” de la mañana, tarde, noche y madrugada.
“Las personas adultas podemos fácilmente aguantar ocho horas sin comer, pero cómo se le explica a los niños pequeños de la casa que hay que esperar a que regrese la luz para poder cocinar”, relató la educadora jubilada, que debe lidiar además con fallas en el servicio de gas.
Mariela Pérez, ama de casa de la comunidad Ave de Paraíso, a unos 30 minutos del casco histórico de la capital mirandina, vive preocupada por los electrodomésticos. “Cada vez que se produce un bajón pienso en mi nevera. Ahorita cuesta un ojo de la cara reparar cualquier cosa, y ni se diga pensar en comprar un electrodoméstico nuevo. Una nevera nueva de paquete, de una marca reconocida, está alrededor de los 700 dólares”, precisó. Eso sin contar que las fallas afectan el nuevo método de trabajo en pandemia: el teletrabajo.