Son múltiples los factores determinantes en el incremento y, por ende, la salida a la luz pública de los casos de maltrato y abuso sexual infantil, hechos que se agudizaron durante este año de pandemia en la entidad tachirense. No es que antes de la pandemia no existieran, solo que ahora son más difíciles de ocultar porque el miedo a denunciar se perdió, la confianza del denunciante afloró y, con la accesibilidad a las redes sociales, las denuncias crecieron.
Los expertos en el tema, consultados, coincidieron en que dos factores han influido en el aumento del maltrato y abuso sexual infantil en este último año: la diáspora venezolana causada por la crisis económica y el confinamiento, producto de la cuarentena para evitar la propagación del covid-19, y el confinamiento, que obligó a víctimas y victimarios a estar más tiempos juntos, en un mismo espacio y en el que el estrés, la depresión, frustración, rabia, ocio, consumo de licor o drogas se conjugaron para sacar a flote la violencia y los bajos instintos criminales contra los más vulnerables de la familia.
La migración de ambos padres fuera del país, en busca de mejores oportunidades, como consecuencia, dejó a sus menores hijos bajo el cuido de familiares, amigos, vecinos o padrinos, padrastros, que generalmente maltrataron o agredieron sexualmente a los niños.
El mensaje llegó
Sin embrago, a la par de esa lastimosa situación, la colectividad se empoderó y ya maneja las herramientas necesarias para erradicarla. Para Yesenia Parada, directora del Sistema de Protección Integral del Niño, Niña y Adolescente de San Cristóbal, las mejores armas son la educación, la prevención y la denuncia, y afortunadamente, el mensaje llegó.
“Ahora se denuncian más estos casos porque se ha divulgado y promocionado más el no quedarse callado. El mensaje ha llegado a la comunidad y se le da respuesta. El Sistema de Protección de San Cristóbal ha ido a las comunidades, a las escuelas, a dictar talleres, charlas, a padres, niños y representantes, para educarlos. (…) Tenemos consejeros las 24 horas, todo el año, para cualquier emergencia, en nuestra oficina o a través de la cuenta en Instagram @spinna_sc y el número telefónico 02763464162; es decir, para atender a un niño maltratado, abandonado, abusado. Tenemos un equipo multidisciplinario, una psicóloga, una trabajadora social. Les brindamos apoyo, hacemos seguimiento a los casos cuando se trata de violación de derechos de niños y adolescentes. El estrés y la misma situación económica han llevado a que los adultos caigan en depresión y en alteraciones a nivel psicológico, y el confinamiento los ha llevado a violentar a los niños. Entre el 60 y 70 por ciento de los casos que nos llegan son de abuso a niños pequeños”.
Junín, Andrés Bello y San Cristóbal, los municipios con mayor incidencia
La importante presencia de instancias municipales, regionales y nacionales, que protegen y velan por la integridad de mujeres, niños, niñas y adolescentes, y que además atienden y canalizan las denuncias ante los órganos competentes, es otra importante herramienta de defensa y prevención a disposición de las víctimas, instituciones estas que han sido vitales para hacerle frente a este flagelo y así lo considera Beatriz Mora, directora de Intamujer (Instituto Tachirense de la Mujer), que desde hace 2 años cuenta con una Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes.
“Las campañas que se han hecho han surtido efecto. Y, modestia aparte, el equipazo que tenemos está dando respuesta. El confinamiento, sí, tiene mucho que ver, pero no podemos olvidar la situación económica que está viviendo el país, crisis económica que está afectando a los niños y hogares venezolanos. La migración interna que afecta al Táchira, como frontera, ha dejado personas asentadas aquí, que viven en hacinamiento y donde conviven varias familias, donde también se han generado explosiones de violencia. El más alto índice de violencia que tenemos es contra la mujer; el segundo rubro es la violencia contra niños y adolescentes, pero desde hace dos años contamos con una Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes para que las personas puedan denunciar todo tipo de maltrato. En los municipios Junín, Andrés Bello y San Cristóbal es donde se han presentado más casos de violencia infantil. Y tenemos a disposición nuestras redes sociales: @intamujer y el número 04147044323, para cualquier emergencia. La denuncia puede hacerla cualquiera, no seamos cómplices, por omisión, de lo que está pasando en nuestro estado Táchira. Debemos romper el silencio”.
¿El criminal nace o se hace?
Hay que hacer énfasis en que el confinamiento, la crisis económica, las consecuencias de la diáspora, por sí solas no llevaron a ese hombre o mujer a ser maltratador o depredador sexual; no, esa conducta violenta y sádica la venían arrastrando, solo que en pandemia se hizo más evidente y continuada, mientras que la víctima se hizo más vulnerable. El criminólogo Jesús Alberto Berro explicó la situación, si un criminal nace o se hace, y advirtió sobre las señales con las que hay que estar alerta.
“Existen las famosas desviaciones o parafilias sexuales, que son psicopatías de trastornos de la personalidad en el individuo que tiene atracción y satisfacción sexual con niños: los famosos pedófilos y pederastas. Los primeros se satisfacen físicamente; a los otros les atraen los niños, pero en estos últimos es una antesala a la acción; sin embargo, si son tratados a tiempo, médicamente, se puede evitar. Se habla del famoso gen criminal, el gen Warrior, pero hasta ahora hay solo teorías sobre eso (…) Pero cuando existe esa propensión genética y, aparte de eso, el individuo ha experimentado una infancia traumática, de maltrato, desafecto, carencias, falta de oportunidades, entonces se va creando un perfil, se va caracterizando un molde de conducta y patrón de resentimiento, de violencia, porque no conoce otra cosa. Entonces, ese entorno y ese ambiente social van a fortalecer o permitir desarrollar esas potencialidades esenciales, se hacen naturaleza; entonces, el sujeto termina reaccionando de esa manera. ¿El delincuente nace o se hace?, realmente es una conjunción de cosas. Yo les daría un carácter adquirido a esos individuos, un cúmulo de aspectos endógenos y exógenos; es decir, hay maltratadores de sevicia, ya sea físico o emocional, que disfrutan del castigo, pero cuando ya trascienden al abuso sexual, es alerta de riesgo, porque no solo queda ahí, sino que puede llegar al homicidio. Son conductas proclives a que cometan delitos”.
Cicpc atento las 24 horas
Las indagaciones, tras conocerse un hecho criminal contra un niño o adolescente, las asume el Cicpc. Tres casos de violación y homicidio de menores se registraron este último año; los casos de maltrato son incalculables, porque aún algunos no han sido descubiertos. Sin embargo, la policía científica se mantiene alerta ante un delito de esta naturaleza y así lo hizo saber el comisario general Wilmer Uribe, jefe de la delegación estadal Táchira, quien también llamó a denunciar, aunque sea de manera anónima. Sus cuentas son, en Twitter: @uribe_cicpc, y en Instagram: @Uribewilmer, además de las del Cicpc-Táchira.
“Sí, los casos se han incrementado, pero las denuncias también y son más expeditas. (…) Generalmente se ven involucrados familiares, tíos, padrastros, personas a quienes dejaron bajo su cuidado a los niños, pero que terminan abusándolos sexualmente. Pero nosotros, apenas tenemos conocimiento, vía denuncia o por llamada telefónica, anónima o no, o por notitia criminis, inmediatamente nos trasladamos al sitio e iniciamos la averiguación. Los niños abusados o maltratados, en algún momento, también son llevados a los hospitales o centros asistenciales, por eso siempre tenemos un funcionario nuestro que hace recorrido en esos centros, mañana y tarde, para verificar qué personas han ingresado, y los médicos, que están en la obligación de hacerlo, nos notifican siempre sobre ese tipo de casos. Y damos apertura a la investigación. Ese niño es llevado a Medicatura y así determinamos si ha sido maltratado o abusado sexualmente. A veces son las mismas madres las que denuncian estos casos, actos lascivos, etc. Es importante decir que se ha generado la suficiente confianza en las autoridades como para que las víctimas o conocidos de la víctima denuncien, y lo pueden hacer de cualquier manera, que nosotros actuamos apenas nos llega una denuncia”.
Tres muertes: un año de dolor
Este último año, tres casos de maltrato, abuso y muerte de infantes y un adolescente, en Táchira, llenaron de dolor a la comunidad regional y sumieron en la rabia e indignación al país entero.
El primero de ellos fue el 10 de octubre de 2020, en la urbanización Villa Paraíso, en el municipio Fernández Feo. Un niño de 15 meses de nacido fue asesinado por su padrastro. Lo golpeó y luego lo ahogó en un tanque de agua, “porque se portó mal”. El asesino quiso burlar a los médicos del hospital, a donde lo llevó junto con la madre, diciendo que se había caído en el baño. Pero los doctores notaron los hematomas y los signos de inmersión, siendo detenido posteriormente por el Cicpc.
Solo tres meses después, el 8 de enero de 2021, Brenda Yuliza Daza Barrera, una jovencita de tan solo 14 años, fue asfixiada por su padrastro en el barrio Hugo Chávez Frías, de Ureña. La adolescente fue abusada sexualmente por el sujeto, quien ese día aprovechó que la madre de la menor había viajado a Colombia. Se desconoce qué pasó, tal vez ella se resistió y él terminó por asesinarla. Finalmente, optó por ahorcarse, una salida cobarde que prefirió, antes que enfrentar a la justicia.
El tercero de los casos ocurrió el 3 de enero de este año, en el urbanismo Rosinés, sector La Perla, Palmira, municipio Guásimos. La víctima, un varoncito de apenas 11 meses de nacido. Estaba desnutrido cuando fue rescatado, aún con vida, de las manos de su madre y padre biológicos. Tras su muerte se descubrió que, al igual que su hermanito mayor (3 años), era utilizado por la pareja para pedir limosna en la calle. Desde la mañana, hasta altas horas de la madrugada, se los llevaban para causar lástima a la gente, pues el hecho de que los vieran desnutridos y sucios les generaba mayor retribución Adicionalmente, ambos niños eran sometidos a maltrato físico, verbal y psicológico. El de 3 años fue abusado sexualmente por su padrastro (padre del infante fallecido). La madre de ambos, adolescente de 17 años, quien también fue abusada desde los 14 años, fue detenida junto el sujeto. Los vecinos de La Perla exigieron que la abuela de los menores fuera aprehendida, pues consideraron que no solo estaba al tanto de los maltratos, sino que participaba en ellos. Son tres muertes dolorosas y lamentables que pudieron haberse evitado, si se hubiese actuado a tiempo.
Miriam Bustos