Francisco Corsica
Recientemente se emitieron dos anuncios que no pasaron por debajo de la mesa. El primero en orden cronológico tomó por sorpresa a muchos que no lo vieron venir. Uno siguiente sí se acercó bastante a lo que la mayoría teníamos previsto. Fueron el anuncio del «bolívar digital», primero, y la emisión de tres nuevos billetes de mayor denominación por parte del Banco Central de Venezuela, luego.
No voy a discurrir acá sobre lo mucho o poco que se puede adquirir con esas tres nuevas piezas monetarias. Ustedes conocerán igual o mejor que yo la capacidad de compra de cada una de ellas. Además, los venezolanos hemos tenido varias experiencias similares en los últimos años. Lo que sí se aprecia a vuelo rasante es que esta medida posterga por un tiempo una eventual digitalización —e incluso reconversión— del bolívar venezolano.
Hablemos mejor de lo que podría significar el primero de ambos: sustituir el papel moneda por unos números en una pantalla. Sabemos muy poco al respecto, pero esa parece ser la intención. El mundo entero parece una carrera de caballos con eso. Algunos lucen ansiosos por obtener el primer lugar. Trotan bastante rápido. Otros solamente quieren que la carrera acabe. No tienen apuro en llegar a la línea de meta. Pero ahí van todos: cada quien a su ritmo.
Dos países parecen llevar la delantera en esa carrera hípica: Suecia y China. No debe sorprendernos dado que son algunas de las economías más sólidas del mundo. Persiguen hábilmente la innovación y el desarrollo. Aún sin el éxito esperado, sus intentos han ido desde el retiro de billetes de alta denominación hasta el lanzamiento de criptomonedas controladas por sus instituciones financieras. Veremos con el paso de los años cómo terminará ese marcador final.
Sumemos ahora la circulación de divisas. Es común toparse últimamente en la calle con un dólar estadounidense, un peso colombiano o un real brasilero. Dependiendo de la zona donde se viva, claro. Hasta los euros sirven para dar vueltos y propinas. Al ser sus emisores instituciones extranjeras, no es acertado pensar que puedan entrar en el plan de digitalización anunciado. Como su nombre sugiere, solamente sería aplicado al bolívar.
La idea de modernizar el sistema de pagos tenía que ser abordada tarde o temprano. Todos los países están abocados a eso. Los pagos ya casi no se hacen en efectivo. La mayor parte del dinero circulante es electrónico. Poco a poco, la moneda física va desapareciendo. Y así seguirá. No hay marcha atrás. Mírenlo así: es más rentable generar un número electrónico que acuñar monedas e imprimir billetes.
Aún así, hace falta resolver una serie de problemas de fondo primero: masificar las tecnologías correspondientes para realizar las transacciones, así como solventar las dificultades económicas que arrastramos desde antes de la pandemia y las propias de esta nueva normalidad. De otra forma, seguiremos en las mismas. En las condiciones actuales no es viable emprender una tarea así. Antes de construir el techo se debe terminar el sótano.
Lo que debe valorase es la iniciativa. Apartando el anuncio en sí, una “digitalización” implica transformar por completo nuestra forma de hacer economía. Requiere un cambio profundo en las formas de pensar y de vivir. Hablar en estos términos representa un paso que estamos dando hacia la modernidad aunque no logre concretarse en un futuro cercano. Coloca en el debate público una opción que es tomada muy en serio por los países más avanzados. Descartarla sería ralentizar cualquier posibilidad de desarrollo.
A pesar de todo, no creo que la moneda digital logre sustituir el dinero en efectivo próximamente. Si las naciones más desarrolladas no han podido, dificulto que el resto se les adelante. Eso sí: los caballos cruzarán la línea de meta eventualmente. Nada indica que algo distinto ocurra a futuro. Falta un largo trecho para llegar hasta ese pedestal, pero marchar en esa dirección es aparentemente inevitable.
Respecto al recién bautizado “bolívar digital”, creo que existe de algún modo desde hace tiempo. La familia de billetes del bolívar se ve muy poco por estos lares. En lugar de ellos, circula puro metálico foráneo. Prácticamente se les encuentra en forma de transferencias bancarias nada más. No serán billetes dibujados en una pantalla, pero dígitos del bolívar soberano sí.
También hace falta saber exactamente en qué consistirá ese nuevo bolívar. Fue mencionado mas no detallado. Aún desconocemos los pormenores. Nos corresponde hasta entonces esperar y tratar de vivir lo mejor posible. Mientras tanto, tenemos tres nuevos billetes, divisas extranjeras y tarjetas bancarias. Al menos contamos con esas tres opciones de pago.