Reportajes y Especiales
“No estoy durmiendo bien, doctora, ¿dónde está mi pastilla?”
28 de marzo de 2021
Apenas 5% de los pacientes psiquiátricos de la consulta del hospital Uyapar pueden costear sus tratamientos en el sector privado
Es la frase que más escucha Diana Tovar* en la consulta del hospital de Guaiparo. Y para ella esas palabras son como una soga que le ata las manos hasta dejarle las muñecas en carne viva. “No podemos hacer nada por ellos”, dice.
Está segura de que la consulta psiquiátrica a la que ha dedicado al menos 12 años de su vida, ha pasado por los peores momentos durante estos últimos dos años por falta de medicamentos. Ver a los pacientes descompensados, llorando y pidiendo tanto tratamiento como dinero para costear el pasaje de regreso a sus casas, le lacera el corazón y la conciencia, aunque bien sabe que se escapa de su control. “¿Qué podemos hacer? Nada”, sentencia.
Incluso antes de la pandemia, en este consultorio se atienden entre 30 y 40 pacientes dos veces a la semana. El surtido irregular de medicamentos inició hace cinco años, pero desde 2018 el suministro ocurre dos veces al año y dura apenas dos meses.
Cuando llega, solo hay disponible amitriptilina de 25 mg (antidepresivo), fluoxetina de 50 mg (antidepresivo), haloperidol en ampollas (antipsicótico que se administra bajo vigilancia médica) y risperidona en tabletas, los antipsicóticos, anti convulsionantes, y otros estabilizadores del estado de ánimo desaparecieron. Pacientes con esquizofrenia, bipolaridad, alzheimer y demás trastornos no cuentan con esquema de tratamiento completo.
“Las ampollas de risperidona para esquizofrenia más nunca llegaron (2 años de interrupción del suministro). Con eso ellos podían pasar hasta dos meses lúcidos, pero eso no vino más nunca. Ahorita solo hay en tabletas, pero el efecto no es igual”, comenta.
La desaparición de otros fármacos como Quetiapina, Bromazepam, Alprazolam, Olanzapina, y Fenobarbital (anticonvulsivo) en este consultorio ocurrió hace más de un año. Y si se despachan, de tres blísteres que deberían entregar, solo se despacha uno con suerte.
En la gaveta del consultorio queda una caja de Risperidona de 5mg (un fármaco eficiente para calmar y prevenir la psicosis y ayudar a los pacientes a dormir). Está vencida, pero “los fármacos no se vencen. Mientras no cambie de color la pastilla todavía podemos ayudar a alguien que lo necesite”, se consuela.