Francisco Corsica
Nueva oleada en Venezuela. Vaya entuerto: encerrados en casa nuevamente. Las aves deben sentirse extrañadas al ver que las personas están enjauladas en lugar de ellas. O quizá ya se acostumbraron a las calles vacías por la cuarentena de marzo del 2020. Quién sabe. Cuando las observo volando libres por los cuatro vientos, las envidio. Aún así, debemos quedarnos en casa por nuestro propio bien.
Gracias al confinamiento, cada quien busca matar el tiempo de la mejor manera que esté a su alcance. Desde juegos y reuniones virtuales hasta cursos y trabajos a distancia. Cada quien define sus prioridades. Definir lo que es «útil» resulta subjetivo. Es mucho lo que se ha visto y bastante lo que hemos descubierto.
Despiertan mi interés relatos sobre varias personas allegadas que han cultivado variedad de plantas en sus hogares. Hablo de plantas con algún provecho alimenticio, no de las ornamentales. Uno de ellos me dijo que en una maceta grande había sembrado ajíes dulces y pimentones, luego comenzó a relatar algunos de los beneficios nutricionales que ambos aportan. Y eso que solamente he mencionado dos de tantos que podemos colocar en el balcón.
Al leer aquello, lo primero que pensé es que se trataba de una espléndida idea. Bastante útil para complementar la dieta diaria. Había oído sobre los cultivos hidropónicos e hice germinadores en la escuela primaria hasta el cansancio. Pero este es otro concepto, sin duda alguna. Refiere al autoabastecimiento en tiempos de crisis y al uso eficiente del tiempo libre y de los espacios dentro del hogar.
Cicerón decía que “la agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre”. ¡Cuánta sabiduría en una sola expresión! El ingenio de los antiguos para crear grandes conocimientos era increíble. Quizá sea una de las sentencias más verídicas que haya leído. La creo firmemente. Es tan acertada que la humanidad les debe demasiado a los agricultores.
En un apartamento se pueden cultivar variedad de plantas. Quienes no tenemos la dicha de contar con un jardín no podemos sembrar árboles frutales. Pero plantas pequeñas y medianas sí. Hortalizas, verduras, legumbres. La lista es larga. Cualquier sembradío que permita comer aunque sea un poco es bueno. No olvidemos que también pueden resultar decorativas: una matica bien ubicada embellece ese ambiente.
Unas cosechas tan pequeñas no son suficientes para sustituir las compras de supermercado. Los que poseen vastos terrenos —que no somos la mayoría— sí pueden darse el lujo de autoabastecerse en casi todo, incluyendo alimentos de origen animal. Sin embargo, es una iniciativa loable que permite comer más sano y reducir gastos en necesidades básicas. Gana nuestra manutención y gana también la cartera. Interesante.
Cada vez la son más las personas que optan por iniciar sus propios huertos urbanos dentro y fuera de Venezuela. Tal vez sea una de las pocas consecuencias favorables que nos ha dejado esta pandemia. Ni siquiera las celebridades escapan a esta tendencia: parece que Johnny Depp, Shakira y Julia Roberts dedican parte de su tiempo libre a atender sus propias cosechas.
La expresión “recogerás lo que cosechas” nunca fue tan literal. Bueno, los agricultores lo hacen todo el tiempo. En este contexto, la referida frase pierde ese sentido de mal presagio que originalmente engloba. Ese contacto directo con la vegetación, crear y proteger estas formas de vida y el hecho de ser uno mismo el que siembra sus propios alimentos es muy reconfortante.
Desde el principio, somos garantes de la calidad del producto que serviremos en nuestra mesa. No puede ser distinto: nosotros mismos los producimos. Además, siempre será posible regalar o vender parte del fruto de tan laudable esfuerzo. Este tipo de actividades aportan un cambio significativo en la manera de entender el mundo. O al menos tendría que lograrlo. Cicerón tenía razón en su apreciación sobre la agricultura.
A partir de entonces, me encuentro animado a hacer algo similar desde la comodidad de mi morada. Todavía estoy en ello. Será algo pequeño y fácil de manipular. Lo más recomendable es iniciar uno que no sea muy engorroso ni exigente. Por esa razón, suelen aconsejar los tomates, los ajíes, las zanahorias, los pimentones y las espinacas. Son relativamente pequeños, fáciles de cultivar y de cuidar.