Cultura

Descubra cómo surgieron las diferentes razas de perros

3 de mayo de 2021

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El perro es una de las especies con mayor variabilidad genética estrechamente vinculada a la labor del ser humano


 Algunas instituciones de carácter mundial han reconocido más de 500. Cada una de ellas tiene un estándar: en él se definen su pelaje, sus colores, tamaño, comportamiento, carácter, forma, etc. Pareciera entonces que no hay dos perros iguales.

¿Cómo explicar las diferencias entre la fisionomía de un chihuahua, con un kilo de peso, y un San Bernardo, con su inmenso tamaño? Ello podría explicarse por los cambios que se han ido sucediendo en los genes.

No hay que olvidar que el perro es el animal más variable en tamaño, peso y actitudes de comportamiento que cualquier otro mamífero. Aunque los canes fueron domesticados hace unos veinte o treinta mil años, la mayoría de las razas de perros se han desarrollado en los últimos siglos.

En el momento en que los seres humanos antiguos criaban lobos, potenciando algunas actitudes como un ladrido fuerte (para una mayor protección del entorno de su dueño) o un temperamento dócil (por lo que sería menos probable que atacara a su dueño) ya estaban seleccionando. En realidad, estaban ya jugando con la selección de los genes.

A medida que nuestros ancestros humanos fueron distinguiendo las diferentes habilidades en los canes, se irían diferenciando las razas, cada una de ellas con su propia característica distintiva. Con cada uno de los cambios y adaptaciones, los perros empezaron a adoptar una apariencia y un comportamiento cada vez más diferente entre sí manteniendo algunas características del lobo padre.

El hombre observó, pensó en las ventajas de esos animales y fue cruzando en consecuencia, logrando luego de muchísimas generaciones y cruzas, un lobo-perro que marcaba firmemente a la presa (Shutterstock)
El hombre observó, pensó en las ventajas de esos animales y fue cruzando en consecuencia, logrando luego de muchísimas generaciones y cruzas, un lobo-perro que marcaba firmemente a la presa (Shutterstock)

Por ejemplo, el hombre vio que algunos animales acechaban más y mejor que otros, que se quedaban inmóviles en la emboscada de la presa mucho mejor y más tiempo. Así el hombre observó, pensó en las ventajas de esos animales y fue cruzando en consecuencia, logrando luego de muchísimas generaciones y cruzas un lobo-perro que marcaba firmemente a la presa.

Por perfeccionamiento permanente y sostenido, a través de miles de años, surgieron los Pointers, los Viszlas, los Setters, marcadores de la ubicación de la presa de distinta manera según los estilos y las regiones pero marcadores al fin.

También hubo lobos que “asustaban a la presa” que se escondían entre los arbustos y que la atacaban para que saliera de allí y poder entonces cazarla.

La evolución, la interacción del ser humano y el mismo mecanismo de selección de siempre determinó la llegada de los “bush dogs”, perros levantadores o perros de arbusto como el Cocker Spaniel, y otras razas semejantes.

El hombre vio también que algunas presas eran muy veloces y que había que perseguirlas, y seleccionando a los lobos–perro más ágiles y veloces, cruza tras cruza, llegamos a los lebreles o tan vapuleados galgos de hoy. Los galgos cazan en zigzag y a la carrera y poseen una vista privilegiada ya que es difícil percibir olores corriendo de esa forma a 60 kilómetros por hora.

Los galgos cazan en zigzag y a la carrera y poseen una vista privilegiada ya que es difícil percibir olores corriendo de esa forma a 60 kilómetros por hora (Shutterstock)
Los galgos cazan en zigzag y a la carrera y poseen una vista privilegiada ya que es difícil percibir olores corriendo de esa forma a 60 kilómetros por hora (Shutterstock)  

Tampoco dejó de apreciar la capacidad de seguir un rastro y la excepcional condición del olfato canino y de esa forma fue seleccionado lobos-perro que tenían mejor olfato que otros, más contracción al trabajo y mejor concentración a esa tarea. Algunos lo hacían solos otros en conjunto y así fueron naciendo los rastreadores, los sabuesos: razas como el Bloodhound (Sabueso de San Huberto = Pluto, el personaje de los dibujos animados), los Basset Hound, los Beagle, etc.

Otros lobos-perro eran hábiles para meterse en madrigueras o túneles y fueron seleccionados para cazar o ayudar a hacerlo a tejones en Europa, vizcachas en nuestra América, surgen los terrier, ladradores para ser detectados en su socavamiento, valientes, rústicos y tesoneros. Fox Terrier, Jack Russel Terrier, etc., son los emblemas de este grupo.

En esta especialidad entran los que luego se apartaron en la clasificación moderna como un grupo especial y razas particulares: los Dachshund o Teckel o salchichas, cazadores de cuevas pero con un temperamento sensible y especial que los derivó rápidamente a ser elegidos como perros de compañía sin serlo específicamente.

Llegó también el sedentarismo para el hombre. El cambio de una vida nómade por establecerse en un lugar fijo, motivado por la domesticación primero del perro y luego de sus presas: las vacas, las ovejas, las cabras o sus ancestros a los que encerró en un corral. Y con él surgen las razas de trabajo, los auxiliares del rebaño o la majada: los boyeros y los ovejeros dentro de los que se destacan, el Boyero de Berna, el Bouvier de Flandes, el Border Collie, etc.

En un proceso de expansión posterior, los perros domesticados se extendieron por todo el espectro internacional, hasta distribuirse por distintas partes del mundo, manteniendo sus utilidades en algunos casos y cambiando su vida en otros. Los criadores de perros fueron los proveedores de esas razas especiales y comenzaron a comercializarlos. Surgieron de esa forma las entidades que los nucleaban y controlaban en algunos casos esa crianza. Aparecen los clubes de raza y las federaciones o asociaciones de clubes.

En las diferentes etapas históricas ha ido incrementándose el número de razas “mestizas” de perro, en muchos casos apreciadas aunque no reconocidas como tales. Es el caso actual del labradoodle (un cruce entre un labrador y un caniche = poodle), el cockapoo (un cruce entre un cocker spaniel y un caniche) y el puggle (el descendiente de un pug y un beagle).

Se cruzaron razas y se volvieron a cruzar decenas de veces y surgieron los “sin raza”, los “cordón-vereda”, menos previsibles, más longevos y más encantadores convirtiéndose en los más populares. Con ellos nace la mayor cuota de abandono, de maltrato y de desidia que desgraciadamente persiste hasta nuestros días.

*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero. @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.

Cortesía de Infobae

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