Reportajes y Especiales

“Agradecí a Dios por William y solo le pedí mucha fuerza”

9 de mayo de 2021

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Para ella, lo más importante es ser madre. Elizabeth no ve sacrificios. Analiza la maternidad siempre en positivo y como una labor de enseñanzas, las cuales agradece diariamente con sus oraciones


Por Omaira Labrador M.


Elizabeth Gutiérrez de Chacón no se cansa de dar gracias a Dios por la bendición de ser madre.

A sus 52 años, tener dos hijos varones, uno de 24 y otro de 12, es lo mejor que le ha sucedido en su vida, en el hogar conformado junto a su esposo, Rufo Jesús Chacón Durán.

Para Elizabeth, lo más importante es ser madre. Ella no ve sacrificios. Analiza la maternidad siempre en positivo y como una labor de enseñanzas, las cuales agradece diariamente con sus oraciones.

Sus dos más grandes regalos de vida son Manuel Arfilio, de 24 años, y William Jesús, de 12 años.

—Ser mamá es algo que me llega demasiado al corazón, es el anhelo de cada persona de tener hijos, y Dios me dio la oportunidad de tener dos grandes seres y siempre le doy gracias a Dios por tenerlos— dice en la víspera de su día nacional en Venezuela.

“Eres bienvenido, William Jesús”

A Elizabeth Gutiérrez de Chacón no se le puede hablar de sacrificios, de dolores, de cansancio. Ella solo sabe que es madre y a ello se ha dedicado a tiempo completo, en el hogar que hace 27 años conformó con Rufo Jesús.

Esta madre tachirense, que hace 12 años esperaba con gran ilusión a su segundo hijo, se vio afectada por la muerte de un hermano y, como consecuencia, el bebé que esperaba también se afectó. De acuerdo al parte médico, tuvo sufrimiento fetal y por ello nació un mes antes, a los ocho meses, y con parálisis infantil, con compromiso en el desarrollo intelectual y motriz.

Al médico decirle a la pareja Chacón-Gutiérrez que su hijo llegaba al mundo con parálisis infantil, no hubo reproches ni la pregunta ¿por qué a mí?; por el contrario, en familia le dieron gracias a Dios porque tenían un nuevo integrante.

—Me alegré de tener otro hijo. Yo solo le pedía a Dios que me diera fortaleza para sacarlo adelante. Para mí, es lo más grande que tengo, además de mi otro hijo Manuel Arfilio— dice entre el orgullo y la emoción.

Madre 24 x 24

Tener que ver al preadolescente de 12 años, en parte como si fuera un niño de 1 o 2 años, supone un mayor esfuerzo para Elizabeth, pero ella lo hace con amor y paciencia. Ni siquiera menciona la palabra difícil.

La parálisis cerebral infantil (PCI), médicamente, es definida como un grupo de trastornos que afectan la capacidad de una persona para moverse y mantener el equilibrio y la postura. Es la discapacidad motora más frecuente en la niñez. Cerebral significa que tiene relación con el cerebro. Parálisis (palsy, en inglés) significa debilidad o problemas con el uso de los músculos. La parálisis cerebral infantil (también abreviada parálisis cerebral) es causada por el desarrollo anormal del cerebro o por daño al cerebro en desarrollo, que afecta la capacidad de la persona para controlar los músculos.

William Jesús Chacón, al tener parálisis infantil, no puede ser autosuficiente. No camina, no habla –balbucea-, pero es un niño despierto e inteligente.

Su mamá, Elizabeth, se ha convertido en sus manos, en sus pies, en su adivinadora de qué quiere, en su apoyo. Es quien lo alza; incluso, a pesar de su tamaño y peso, lo traslada en brazos al Instituto de Educación Especial Emily Gisvel Guerrero, en Táriba, en donde estudia, aunque desde hace un año está en clases teledirigidas, por la pandemia.

Ella se empeñó, y así ha sido durante 12 años, en que no tendría cansancio para convertir a su pequeño en un niño feliz y con el mayor número de capacidades que pueda desarrollar. Esa ha sido su meta y la está logrando.

Para esta madre tachirense, su hijo William tiene grandes avances:

—Él puede pararse en el corral, comer solo; lo que no puede hacer es ir al baño solo, por no caminar; bañarse sí, lo pongo y él mismo se echa jabón y champú. Se sienta solo en el corral y juega—sostiene la madre orgullosa de los avances de su niño, que en parte se deben a los cuidados y al estímulo familiar y escolar.

“Él es mi ángel, me da fuerzas para salir adelante. Es inteligente, es ‘pilas’ en todo. Mis dos hijos son lo más grande que Dios me ha dado”, comenta al borde de las lágrimas por la emoción al hablar de su William y su hijo mayor.

Elizabeth Gutiérrez, quien se dedica al hogar a tiempo completo, en San Rafael de Cordero, y en especial al cuidado y las enseñanzas a William Jesús, se le pude dar el nombre de madre coraje, pues le sobra voluntad para ayudar a su pequeño, que ya crece y lo hace con su condición, pero muy feliz.

Si en algún momento ve a una señora en una buseta, de las que van de Táriba a Cordero, alzando a un niño de 12 años, con cuidado y amor, mucho amor, es Elizabeth con su William, su gran orgullo.

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