Internacional
Kenia, nueva escala y nuevo mercado en la ruta de la heroína
7 de mayo de 2021
«Soy una gran drogadicta, normalmente necesito dos dosis», comenta Esther Wanjiru antes de introducir la jeringa en una vena ya dañada. Como muchos adictos de Nairobi, Esther es una de las víctimas colaterales del tráfico de heroína, en expansión en África Oriental.
Esta joven de 22 años, junto con otros 60 drogadictos, ocupa un terreno baldío lleno de cabras y refugios improvisados detrás de una iglesia de Kawangware, un barrio pobre de la capital keniana, donde la dosis de polvo blancuzco cuesta 120 chelines (poco más de 1 dólar).
La heroína es cada vez más fácil de encontrar en Kenia.
Antiguo punto de paso, el país se convirtió desde hace una década en una parada estratégica del tráfico mundial del opiáceo, producido principalmente en Afganistán.
Llega luego a Europa principalmente por la «ruta de los Balcanes», atravesando Asia Menor y el Cercano Oriente.
Pero el conflicto sirio y el fortalecimiento de los controles fronterizos ante la crisis migratoria empujaron a los traficantes a trazar un nuevo camino a través de África oriental.
«Kenia era antes una ruta de tránsito y se está convirtiendo cada vez más en un destino para la heroína que llega de Afganistán», explica a la AFP el jefe de la Agencia Antidrogas de Kenia (Nacada), Victor Okioma.
Como reflejo del aumento del tráfico, las incautaciones de heroína y morfina -un analgésico muy controlado- se multiplicaron por diez en África entre 2008 y 2018, la mayoría en África Oriental, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).
Crecimiento y estabilidad
Kenia atrae a los traficantes porque «es uno de los países más estables de la región», con una economía en crecimiento dotada de una buena infraestructura de telecomunicaciones, explicaba en febrero Amado de Andrés, cuando era director de la ONUDD para África oriental.
Además de la creación de la Guardia Costera en 2018, Kenia reforzó los controles de contenedores en sus puertos y participa desde hace poco en el programa de control aeroportuario Aircop con Interpol.
Pero la heroína sigue extendiéndose por todo el país. África Oriental recibe unas 40 toneladas al año y «cinco toneladas permanecen en la región» para ser consumidas principalmente en Kenia, por un valor de «alrededor de 150 millones de dólares», añade Amado de Andrés.
La heroína, transportada a través del Océano Índico, conquistó primero la región de Mombasa, segunda ciudad del país y primer puerto de África oriental, y luego llegó a Nairobi.
Este polvo altamente adictivo es ahora la segunda sustancia ilícita más consumida en el país, detrás del cannabis.
Tratamientos de substitución
Esta expansión plantea un problema de salud pública. Además de la hepatitis C, la inyección y la prostitución exponen a los consumidores de heroína al VIH. La tasa de infección (18,3%) es tres veces superior al de la población keniana (4,9%).
Desde 2014, Kenia amplió el acceso a la metadona, un tratamiento de sustitución de la heroína.
En Karuri, al norte de Nairobi, 400 personas acuden cada día a la clínica de Médicos Sin Fronteras para tomar un dosis de este jarabe anaranjado que les evita los síntomas de abstinencia.
Con esta clínica, Kenia cuenta ahora con una decena de estructuras dedicadas, frecuentadas por alrededor de 7.000 heroinómanos, según la ONUDD.
Sin embargo, la metadona sigue siendo inaccesible para muchos.
En un terreno baldío de Kawangware, James Kwenga abandonó el tratamiento brindado por una clínica al otro lado de Nairobi. El trayecto le costaba unos 150 chelines (1,40 dólares).
«No puedo permitirme ese gasto cada día», suspira este indigente. «Si no pueden acercarse hasta aquí, mucha gente no podrá vencer esta droga», admite.
AFP-