La tachirense, con 30 años, veinte dedicados a la natación, diez en las piletas y los últimos diez en aguas abiertas, quiere seguir dándole glorias al país, mantener en todo lo alto el pabellón patrio en cada prueba donde se presente.
Por Homero Duarte Corona
Paola Pérez Sierra nació para ser nadadora. Desde muy niña, cuando apenas tenía cuatro años, ya estaba metida en una piscina. Sus progenitores, Flora, atleta de alta competencia de nado sincronizado, y su padre Eligio, inmiscuido en el polo acuático y saltos ornamentales, fueron su gran inspiración, los alfa y omega, para que hoy día, a los 30 años, ande en busque de su segunda presentación en una cita olímpica, Tokio-2021.
Una dinastía de nadadores, sus hermanos mayores, Silvia y José, también descollaron en las piletas, ambos con títulos a nivel nacional e internacional, para convertir a la familia Pérez-Sierra en un ejemplo a seguir en el contexto del deporte venezolano.
Un rico palmarés
Se ha paseado por todas las piscinas, de aquí, allá y más allá: Panamericanos de Toronto, Canadá en 2015, allí logró medalla de plata; varios Mundiales: Barcelona, España-2013; Kazán, Rusia-2015; Setúbal, Portugal, del mismo año, para ganarse el cupo a los Olímpicos de Brasil del mismo año, y Corea del Sur-2019, convirtiéndose en la máxima representante del país bolivariano en aguas abiertas, estilo al cual se entregó hace una década, siempre figurando en los primeros planos.
Se resiste al retiro, tres décadas después de haber visto la primera luz del día, Silvia es una obstinada de la natación, ahora mismo tiene como gran objetivo ser una de las abanderadas criollas en la gran cita olímpica de Tokio-2021.
Santiago de Chile, su búnker
La situación país, el poco respaldo, la llevó a emigrar, la capital del país austral se convirtió en su cuartel general; desde hace tres años trabaja en la formación de los nadadores del futuro de esa nación, bebés, niños y niñas, desde muy temprana edad, tomando su ejemplo, labor que comparte con su alistamiento para la olimpiada japonesa, su segundo sueño de la máxima cita del deporte universal que quiere hacer realidad.
No ha sido color de rosa su presencia en el exterior, ha tenido que luchar contra muchas adversidades, que no ha sido óbice para pasar al retiro. La pandemia del covid-19 la marginó por siete meses de cualquier actividad deportiva, fueron cerrados todos los escenarios deportivos en Chile, ostracismo que la llevó a aumentar 13 kilos, “una locura”, afirma.
En octubre del año pasado regresó a la piscina, con el apoyo de su amigo Frank Duque, un basquetbolista tachirense también radicado en suelo chileno, con varios cursos de nutrición, fue su ángel salvador para volver a su razón de ser: las aguas. Bajó los trece kilos de sobrepeso, para estar de nuevo en la batalla, ser parte de la delegación nacional en la justa universal asiática de la capital nipona de 2021.
Paso fugaz por su tierra
Una llamada a través del teléfono móvil de nuestra directora, Omaira Labrador, dando cuenta de la presencia de Paola Pérez en San Cristóbal, trajo consigo la búsqueda inmediata de la nadadora.
Muy temprano, las nueve de la mañana, en medio de una fuerte lluvia, Diario La Nación fue hasta la piscina del Círculo Militar, en La Concordia, y allí estaba la sempiterna atleta sancristobalense en pleno trabajo de entrenamiento.
Una amiga de toda su vida, desde niñas, cuando empezaron a dar las primeras brazadas en una piscina, Silvia, también dedicada a la formación de futuras nadadoras, le sirve de compañera y apoyo. A ella se suma Eligio, popularmente Pantera, su padre, quien cronómetro en mano, alrededor de la piscina, monitorea el entrenamiento de su muchacha, como lo hacía en los comienzos su retoño.
Por algunos minutos atendió a Diario La Nación, luego de cumplir las dos horas matutinas de preparación. Contó que el cierre otra vez de las piscinas en Chile, producto del recrudecimiento de la pandemia en esa nación y el mundo, la obligó a venirse a Venezuela a seguir su alistamiento de cara a la cita asiática.
Aterrizó en Caracas el 19 de abril, diez días en la capital del país, cumpliendo una labor de entrenamiento en las piscinas del sector Los
Naranjos, gracias al apoyo de una familia socia del club, donde estuvo entrenando diez días, sin pagar absolutamente nada.
Sin piscinas públicas para entrenar, están fuera de servicio desde hace varios años las existentes en San Cristóbal, fue hasta el Círculo Militar, donde cancela diez mil pesos diarios para poder hacer su labor de preparación.
Un SOS para ir a Tokio-2021
Una verdadera odisea la que está viviendo la experimentada atleta tachirense, todos los gastos hechos, desde su regreso de Santiago de Chile, vía aérea, hasta su venida a San Cristóbal -pagó 80 dólares en una camioneta de las denominadas “piratas” para hacer posible el viaje-, han salido de su propio peculio, pues el respaldo del ente público y privado es nulo.
—Lo insólito, mientras atletas de buena parte de las naciones que asistirán a Tokio-2021 tienen todo el respaldo de sus gobiernos, en mi país nada que ver, lo que me ha obligado a hacer una campaña a través de GOFUNDME, también vía Instagram, wasap por el número 0412-7220526, para recoger fondos y hacer realidad mi asistencia a la contienda olímpica, confiesa con un tanto de rabia e impotencia.