Opinión

Nicolás Maduro: El presidente “dictador”

29 de diciembre de 2017

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“Nuestra Revolución viene de lejos: es la de Bolívar y es la de Zamora. Se había apagado, pero estaba avanzando por debajo de la tierra, como esos ríos subterráneos que de repente salen de entre las rocas de una montaña y cogen sabana”.

(Hugo Rafael Chávez Frías, Palacio de Miraflores, 17 de febrero de 2006)

La etapa que actualmente vive la Revolución Bolivariana asoma momentos difíciles y más complicados que los que hasta ahora han sido superados.

El liderazgo del presidente Nicolás Maduro se ha consolidado a lo interno; mientras que la oposición, carente de liderazgo, se ha consumido en sí misma y solo subsiste gracias a la estrategia del imperio, que se ha manifestado a través de una guerra económica, la cual destruye los mecanismos naturales del mercado a través de los cuales había subsistido la sociedad venezolana.

Si bien los avances de la Revolución han tenido éxito en el campo político-electoral, en lo económico no ha tenido tiempo para establecer las bases de una economía socialista distinta a la del esquema capitalista, con el cual hasta ahora hemos labrado nuestra subsistencia.

La ruptura de los esquemas de poder se ha mantenido inalterable y los avances, sujetos a una economía dependiente y petrolera, acusan su desgaste, cuando se busca otra alternativa en una economía productiva y de otras fuentes de ingresos, que rompan la dependencia y la economía de puertos (importación masiva) que hasta la fecha ha impedido nuestro autónomo crecimiento.

Este dilema no ha sido superado y sus coletazos reflejan el desorden al cual nos ha conducido los artífices de la guerra económica y de IV generación, quienes destruyen nuestro equilibrio socioeconómico y acusan los indicadores de una inflación inducida (casi hiperinflación) que desmorona el equilibrio del mercado y la política monetaria, gracias a ingredientes externos (DolarToday) que rebasan el acaparamiento y la especulación, así como el poder adquisitivo de los venezolanos,  el cual ha sido destruido.

La impotencia se ha apoderado de la población, quien reclama una acción más contundente del Gobierno. Los mecanismos de organización de la Revolución solo han respondido en lo político y en algunas formas de organización social, lo cual solo resuelve, de forma pasajera y momentánea, lo atinente a la alimentación en una gruesa capa de la población (la mayoría de los barrios).

Podemos citar entre ellas los CLAP y otras organizaciones de base como las comunas, los consejos comunales, Somos Venezuela, las UBCH, las Madres del Barrio, los 4 x 4,  y los mismos partidos políticos, como el PSUV y el Gran Polo Patriótico (GPP), entre otras.

Si bien la búsqueda del diálogo con la oposición por parte del Gobierno y en especial el presidente Nicolás Maduro (en República Dominicana), ha tratado de mantener la paz social y su repercusión en el campo internacional, en lo económico la estrategia del imperio trata de hacer “chirrear” la economía, tal como lo hicieron en Chile en 1973 con el presidente Salvador Allende.

El proceso en Venezuela ha sido más lento y es lo que reclama una acción más contundente del Estado y de la Revolución para frenar los estragos de una guerra económica, la cual nos ha llevado a tragarnos unos a otros, entre los propios venezolanos.

Si a ello sumamos la corrupción y los episodios protagonizados por el fiscal general de la República, Tareck William Saab, como por ejemplo con los detenidos por el caso Pdvsa, podríamos decir que la mesa está servida para la oposición y sus propósitos de la toma del poder en las próximas elecciones presidenciales del 2018.

Ante ello, la propia matriz de opinión creada internacionalmente, de que el presidente Maduro es un “dictador”, podría ponerse en práctica, para acabar con los enemigos de la Revolución, tanto internos como externos.

Si el presidente Maduro hace cumplir las leyes al pie de la letra y ordena que metan presos a los corruptos, insertados en el propio Gobierno como libélulas y chupa sangre (vestidos de rojo), pues que lo llamen dictador.

Si el presidente Maduro ordena cerrar la frontera con Colombia para frenar el contrabando de alimentos y de la gasolina, incluso motorizado por funcionarios vestidos de verde oliva, pues que lo llamen dictador.

Si el presidente Maduro frena el derrame de dólares a los seudoempresarios importadores, quienes traen chatarra para luego vender los dólares en el mercado negro y se hacen ricos a costillas del Estado, pues que lo llamen dictador.

Si el presidente Maduro ordena una investigación al Ministerio Público y que metan presos a los “pelucones” (aspirantes a ser candidatos presidenciales), quienes se hicieron ricos y montaron sus empresas en el exterior gracias a las divisas del Estado venezolano, pues que lo llamen dictador.

Si el Presidente ordena una auditoría a cada ministro, a cada gobernador, a cada alcalde y a todos los funcionarios del Estado venezolano, pues que lo llamen dictador, así caiga quien caiga.

En verdad, aunque ya lo sabemos, es un auténtico demócrata, ya demostrado, el presidente Nicolás Maduro debe convertirse en un dictador, para salvar la Patria y la Revolución, aunque sea, al menos, por el Día de los Inocentes.

¡Amanecerá y veremos! (Marco Tulio Arellano)

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