Belkis Gisela Candiales Caballero nació en Maracay, estado Aragua. Desde los 14 años se estableció en el Táchira. Aquí se casó. Es madre de cuatro hijos, tiene nueve nietos y dos bisnietos. Es una mujer feliz
Por José Luis Guerrero S.
Especial/La Nación
El 10 de junio de 1993 se funda el Museo de Artes Visuales y del Espacio, Mavet, en un área de 70 metros cuadrados del edificio del Centro Cívico, en San Cristóbal. La museóloga Belkis Gisela Candiales Caballero asume la dirección. La idea de Henry Matheus, presidente de Corpoandes, se había consolidado.
28 años han pasado y Candiales Caballero entrega este patrimonio cultural a la nueva generación. Asume otros retos, otros proyectos en su retiro a nuevos horizontes. Le dice adiós al museo.
—¿Por qué se retira de la dirección del Mavet?
— Me retiro porque ya mis cuatro hijos se fueron del país. Yo me quedé sola, con una nieta, y ella está esperándome para irnos al extranjero. Mi tardanza ha sido que el museo se consolide con su nueva junta directiva, que se acaba de nombrar. Me quedan unos meses para su formación, pero para finales de año ya debo estar fuera de Venezuela.
—¿Cuánto tiempo ha mandado en el museo?
— Han sido 29 años de trabajo, a la cabeza. Yo me he quedado allí, como una buena dictadora —responde en tono jocoso.
— ¿Es una dictadora?
— Yo tengo fama de brava, pero a veces es necesario para poder cumplir las metas. Se debe ser estricto, muy responsable. Se debe ver la parte humana del personal que te acompaña, pero es fundamental la guía, ese líder que impone las normas para que la institución se consolide.
— ¿Quién preside la nueva junta directiva?
— Porfirio Parada. Él es periodista, fotógrafo, poeta. Es el nuevo presidente, destacado en lo cultural. Se va a nombrar una coordinadora general para que le apoye. Hay 17 integrantes en la Fundación Mavet, que son muy importantes en esta nueva etapa del museo.
— ¿Usted se va del país, se olvida del Mavet?
— Es imposible olvidar esta obra, este patrimonio. Yo quedó como asesora general. Yo le doy gracias a mi hijo, Ezequiel Escobar, quien en los últimos años me ha apoyado mucho con su aporte económico, porque el sueldo no me alcanza para nada. Aquí hay mucha pasión. Olvidarme del Mavet, jamás.
— ¿Por qué es importante un museo?
— Es el lugar que resguarda la memoria y la identidad de los pueblos. Cuando hay una guerra atacan los museos, los saquean para dejar al pueblo sin memoria. El museo va con la historia, tiene que ir con la memoria de los pueblos.
— ¿Cuál es el patrimonio de la colección del museo?
— Tenemos una colección privada de más de 500 obras de arte que contribuyen al enriquecimiento de la colección, que pasa a ser patrimonio cultural de los artistas. Hay arte popular, arte académico, arte tridimensional, esculturas, cerámicas, hay premios nacionales. Obras de una gran valía.
— ¿Qué les dice usted a los artistas tachirenses?
— Los artistas son indiferentes con la parte museológica, uno no consigue apoyo. Son indiferentes ante las necesidades del Mavet. A ello se suman la empresa privada y los comerciantes, que no apoyan a la cultura en el Táchira. No hay ningún aporte, nada. No hay sentido de pertenencia con San Cristóbal.
— ¿Cómo valora al tachirense y su relación con el museo?
— El tachirense ha sido indiferente. Nos ha tocado hacer políticas de extensión para poder llegar al corazón del pueblo. Han sido indiferentes, no se suman al museo, a sus actividades.
— ¿Este museo es privado, qué aporte recibe del sector oficial?
— Mucha gente se confunde y cree que este museo es del sector oficial, es decir del Gobierno nacional o regional, pero no es así, es privado, se maneja por autogestión y nace como Fundación. El apoyo del sector oficial es el pago del personal administrativo, pero no tenemos personal especializado; esas son debilidades. Es una carencia que debilita la gestión del museo.
— ¿Hay otros proyectos que están archivados?
—Son varios proyectos: el Eco Museo en el parque La Romerita, Eco Museo para Pirineos. Están allí, guardados, archivados, así como el Paseo de San Cristóbal Ciudad Museo, el proyecto en el Alberto Adriani de Museo del Papel, el Palacio Municipal (llamado de Los Leones) para el Museo de Historia… quedan para las nuevas generaciones.
— ¿Qué necesita usted con más urgencia para este museo?
— Tres cosas: es urgente restaurar, rescatar los 17 metros por seis metros de lo quedó del Palacio de Gobierno de 1907. Fue uno de los inmuebles más destacados en la región andina que dejó Cipriano Castro. Nos faltan herramientas, equipos propios de un museo, como unificadores, termohidrómetros, termohidrógrafos, luzómetros, para que la colección se mantenga bien y las obras no se deterioren. Por último, contratar personal especializado. No tenemos ese recurso.
— ¿Cómo nació la idea de fundar un museo?
— Esta idea la venía trabajando Henry Matheus Lugo. Pero yo tuve -hace 30 años- una impresión al dormir, una voz que me dijo: “Belkis, el museo”. Fue como a las 4:00 de la mañana. Me desperté, fui al baño, fui a la habitación de mis hijos, caminé… desde ese día me propuse consolidar esta idea.
— ¿Cómo se consolida la idea?
— Emma Berti de Niño (fallecida) se unió a esta idea, junto a Ilia Medina y Leonor Peña. Primero se fundó la Asociación de Amigos del Museo, y Henry Matheus, al frente de Corpoandes, cedió el espacio en el Centro Cívico para crear el museo, que se consolida en junio de 1993, al año siguiente se crea la Fundación, Funmavet.
— ¿Qué tipo de museo se buscaba para San Cristóbal?
—Se discutió el proyecto de museo holístico, inspirado en la escuela de Bauhaus, con la filosofía de integración de todas las manifestaciones de artes visuales y artes plásticas, como escultura, pintura, arquitectura y el enlace con la comunidad. Hubo mucho apoyo de Eduardo Galiardi y Roberto Guevara.
— ¿Cuál fue la primera muestra de arte?
— La exposición del maestro Luis Chacón, quien dejó varias obras para iniciar la colección. Hubo la asesoría del crítico de arte, Aquiles Ortiz, muy valioso para nosotros, nos formó. Tomamos los corredores para dar clases, actividades artísticas, eventos de animación.
— ¿Cómo describe la primera década del Mavet?
— Aprovechamos al máximo los 70 metros cuadrados, pero en 10 años la colección creció, el espacio era el mismo. Pedí apoyo a los diputados tachirenses, pero no me escucharon. Tuve una idea brillante y riesgosa. No me arrepiento de la travesura que hice al tomar unos espacios del Centro Cívico que estaban abandonados. Abrí una puerta, acondicioné las áreas y amplié el museo, como unos 80 metros más. Fue un escándalo en prensa, en tribunales, hubo demandas. Me apoyó mucho Eurípides Ribullén, quien era el presidente del Consejo Legislativo. Luego de meses de debates, nosotros ganamos. El juez no pudo hacer nada, lo que ellos buscaban era eliminar el museo.
— ¿Cómo se llega a la casona 25?
— En el 2003, la casona 25 era sede de la Dirección de Educación del estado Táchira. Se mudan al edificio de Corpoandes en Paramillo y el museo toma la casona, cambios que el gobernador Ronald Blanco La Cruz aceptó. Yo asumí ese reto de rescatar la estructura, yo sabía el valor de la casa patrimonial. Blanco La Cruz nos apoyó mucho, recuperamos la fachada, las ventanas, las puertas. Más tarde se restauró parte de los techos de la casona.
— Según cuenta, usted se consolidaba en el mundo de las artes. ¿Qué pasó?
— Todo cambió con el proyecto del Mavet y mi amor por esta ciudad. Un hermoso capítulo de mi vida.
El Dato:
Magíster en Museología, egresada de la Universidad Francisco de Miranda, consolidó el proyecto holístico de tesis: San Cristóbal, ciudad museo de las artes visuales y del espacio, una propuesta inédita en el mundo de la museología.