Reportajes y Especiales

Medidas oficiales generan angustia en la universidad y amenazan su autonomía

5 de junio de 2021

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El sistema educativo venezolano enfrenta graves y serios problemas desde hace más de dos décadas, problemas que se agravaron por la aparición de la pandemia y por las decisiones del poder Ejecutivo, así como por las medidas de bioseguridad que ya conocemos.

Así nos lo describe un experimentado docente universitario, con más de 50 años en el ejercicio, ya jubilado, quien no quiso dar su nombre por protección, y por recomendaciones de su familia.

Profesor Raúl Casanova Ostos, rector de la Universidad del Táchira, UNET. (Foto/ La Nación-Archivo)

—Podríamos hablar, dice, de algunas variables importantes que han causado el desmejoramiento de la calidad de la educación desde el año 2000, y que se reflejan en el alto índice de deserción o abandono escolar y un muy bajo nivel de rendimiento académico. Entre otras:

1.- La reforma del currículo de la educación preescolar, básica y media diversificada profesional, lo cual ha creado un vacío significativo en la formación técnica del bachiller, para iniciar carrera universitaria.

2.- La incorporación al sistema educativo de profesionales no docentes, sin capacitación para dar clase en cualquier nivel, lo cual desfavorece el proceso de aprendizaje en niños y adolescentes, inclusive en la universidad.

3.- A nivel universitario, dice el veterano educador, se destaca una significativa caída en la demanda de cupo, lo cual se explica por el fenómeno migratorio, la eliminación de la atención al estudiante en servicios médicos, comedor, transporte y becas, entre otros.

4.- Hay que sumar los apagones, la falta de comida en el hogar, la paralización del servicio de transporte público, y la falta de docentes; problemas que afectan en mayor grado a la población más pobre y vulnerable, lo cual explica el abandono del sistema educativo, de estudiantes que provienen de hogares pobres.

5.- La escasez de personal y el deterioro de la calidad docente. Las estadísticas muestran que más de 100 mil docentes han abandonado el sistema para emigrar o cambiar de actividad, en busca de mejor remuneración. La falta de profesores especialistas se ha acentuado en asignaturas, como matemática, física, química, biología e inglés.

Ante esta situación, el Estado se ha visto obligado a contratar profesionales no docentes, sin el perfil profesional requerido, y sin aplicar concurso de méritos u oposición, y sin evaluación de desempeño, por lo cual ya no existe sistema de promoción y ascenso docente.

Infraestructura y equipamiento

Explica el profesor que a esta situación hay que sumarle el déficit de infraestructura, equipamiento y dotación, en las instituciones educativas, las cuales hoy presentan grave deterioro; inseguridad y vandalismo, pésimos servicios de agua potable, electricidad y  de internet, déficit de insumos; principalmente, material consumible o papelería, bibliografía en físico y digital, instrumental para laboratorios y talleres, material audiovisual y equipos, problemas de ambientación de las aulas de clase, etc.

Profesor Omar Pérez Díaz, coordinador Académico del núcleo Táchira de la ULA. (Foto/ La Nación-Archivo)

El Ejecutivo ha tratado de desviar la atención a la crisis, implementando la virtualidad como estrategia para la educación a distancia, pero en el país las condiciones no están dadas para que estudiantes y profesores puedan cumplir con los compromisos académicos mediante esta metodología.

Entre las principales razones se pueden citar: la escasa formación de estudiantes y profesores en el uso de estrategias online, las fallas en el servicio de electricidad, el pésimo servicio de telefonía celular y los elevados costos de internet, los cuales resultan impagables por parte de estudiantes y profesores.

La crisis en la UNET

La situación actual de la UNET, que no escapa a la crisis de las instituciones de educación superior en el país, se puede datar desde 2012, dice el rector de la primera casa de estudios universitarios del estado, profesor Raúl Casanova Ostos.

Para ese año, explica, existía una población de doce mil estudiantes.

—A partir de ese momento, y con las manifestaciones aquellas que se presentaron en el Táchira y en todo el país, yo diría que la población fue progresivamente disminuyendo. Ya cuando tomamos posesión de la rectoría, en 2014, teníamos siete mil estudiantes en pregrado, y cerca de 2.500 en posgrado, con las mismas doce carreras que aún tenemos y otra cuatro que tenemos por convenio con otras instituciones.

Luego de 2014, agrega, la cifra siguió bajando. “Justo en esos tiempos comenzaron los problemas en las universidades, desde el punto de vista presupuestario. Problemas con el Ministerio de Educación Superior y con la OPSU, problemas que iban acentuándose progresivamente.

Otra incidencia que afectó, continúa el rector, fue la forma como el Ministerio comenzó a asignar los cupos estudiantiles, cuando nosotros, por ejemplo, lo hacíamos a través de los cursos propedéuticos. Igual, la ULA tenía las pruebas PINA, la UCV también tenía su método, pero el Estado intervino y comenzó a seleccionar los alumnos”.

Recuerda el profesor Casanova que, entre 2018 y 2020, hubo otra merma importante en la presencia estudiantil, aunque no tan grande como la anterior, pero al momento de hoy, desde un poquito antes de la pandemia, con los problemas del combustible, del transporte, de movilidad, etc., se afectó también la prosecución académica, y se acentuó el éxodo de estudiantes.

Formalmente, no era retirarse de la institución, sino de desincorporación, es decir, dejando abierta la opción de volver luego. De hecho, en estos días, la Secretaría publicó una convocatoria, invitando a los estudiantes que así lo hicieron, a que regresen (hasta el 16 de junio), porque como arrancamos en la modalidad virtual, pues pretendemos darles chance a todos a que se reincorporen.   

En conclusión, “la plantilla de estudiantes que tenemos ahora, solo como un estimado, pues aún no lo hemos precisado, tenemos entre 2.500 y 3.500 estudiantes de pregrado, una pérdida bastante considerable, algo que obviamente afecta a la universidad”.

Emigra la excelencia universitaria

La crema de los estudiantes más destacados, así como de los profesores mejor preparados, de alguna manera ha emigrado de la universidad. Casanova nos dice que él hizo un pequeño estudio respecto a los estudiantes que se retiraban. “Pude detectar -dice- que la mayor cantidad de retiros eran alumnos del quinto al octavo semestre de cada carrera y, además, el promedio del índice académico estaba sobre 7 puntos”.

—El índice promedio en la universidad es 5.1. O sea, prácticamente se fue la crema y nata del estudiantado.

Así pasa con los profesores, continúa el rector. “Nosotros, desde 2014, hemos enviado, por becas, a unos 40 o 50 profesores al exterior. De ellos, solo han regresado dos, pues por distintas razones la mayoría se queda afuera.

El tema es que lo que se queda allá es lo más selecto: doctores, la mayoría profesores titulares o profesores asociados, con experiencia académica de quince o más años, lo que es un recurso vital para cualquier universidad. “Y eso nos ha creado un gran vacío”.

—La plantilla de profesores que tenemos es de entre 250 y 280 profesores, con un gran porcentaje de interinos, por lo que, en términos generales, podemos decir que ha habido una deserción de 30 % en el plantel docente.

No hay recursos para el funcionamiento

El tema de funcionamiento de la universidad parte de que no se perciben recursos para su ello, desde el punto de vista de la infraestructura. Sin embargo, “nosotros no podemos dejar caer la infraestructura de la universidad. La sostenemos en lo posible, dice el rector, con los ingresos propios que tenemos. Resolviendo algunos problemas muy puntuales.

Aún el gobierno no se ha metido con esos dineros, pero ya hay una resolución de noviembre del año pasado, la cual pide que se debe reportar el monto de los ingresos propios, y reportar 70 % para el Banco Central, Por ahora, nosotros seguimos trabajando esos ingresos propios”.

ULA: Acaban con la autonomía universitaria

La situación que hoy vive el sector universitario se puede considerar sumamente grave, dado que la estrategia del Gobierno es ir eliminando de manera progresiva la autonomía universitaria, que está establecida en la Constitución y que ha sido siempre una norma importante para el desarrollo académico.

Es la expresión del profesor Omar Pérez Díaz, coordinador Académico de la Universidad de los Andes, núcleo Táchira. “Ya, hablar de autonomía universitaria es un recuerdo -prosigue-, porque realmente la universidad ya no controla ningún elemento para desarrollar su propia planificación.

Los recursos dependen del Ejecutivo nacional, que los maneja a su criterio, como ha sido la política de los últimos ministros de Educación Superior, porque no creo que sea una estrategia política acabar con universidades de tanta trayectoria, como las universidades autónomas del país, aunque también la crisis abarca a las universidades nuevas.

La universidad ya no maneja ni siquiera la partida oficial para sus gastos de funcionamiento Ya hace más de un año que esta partida no llega, lo que cierra posibilidades para mantener ese crecimiento que tenía la universidad, como estrategia para lograr la competencia. O sea, la universidad quedó dependiendo de los criterios del Ejecutivo nacional.

Todos los programas bandera, inclusive algunos que impulsó el presidente Chávez, como el que brindaba asistencia médica al estudiantado, pasaron al recuerdo. Y las becas estudiantiles no tienen ningún incentivo para el estudiante. La parte del transporte estudiantil es crítica. A las universidades no las volvieron a dotar, ni de un vehículo. Igualmente, el servicio de comedor”.

Reseña Pérez Díaz que aquí se aplicó la infeliz idea de centralizar la compra de los insumos para el comedor, y los productos agrícolas que se producen en el Táchira los llevan a Caracas, y de allí los regresan a la universidad.

Eso hizo que se presentaran problemas: cuando había carne, no había verduras; si había verduras, no había pollo. Normalmente, no había lo necesario. Ese centralismo mató los comedores universitarios, y se empezó a perder ese elemento de apoyo a la permanencia del estudiante en la universidad.

No puede existir tanta desidia

—Lamentablemente, son políticas equivocadas, o son emocionales, pero no creo que sea una estrategia gubernamental, reflexiona Pérez Díaz. Siempre he pensado que no puede existir tanta desidia, para que universidades venezolanas que están posicionadas internacionalmente, como la Simón Bolívar, la ULA, la UCV, la LUZ, UDO, sean víctimas de esta arremetida presupuestaria que han hecho contra las universidades.

Al no haber presupuesto, no hay gastos de funcionamiento, no hay becarios en el exterior, no se publican revistas, no hay insumos para laboratorios, no hay tinta, no hay papel, los equipos están obsoletos, y el transporte está totalmente paralizado.

La crisis

Conscientes de la crisis que afecta a las universidades, y, directamente, a su propósito de formarse profesionalmente, los estudiantes universitarios asumen responsabilidades de cooperación con sus instituciones.

Un profesor de la Universidad Católica del Táchira nos dijo que en esa institución, de carácter privado, los estudiantes están cancelando entre 30 y 40 dólares, dependiendo de la carrera, para poder cursar sus estudios.

En Derecho, dice la fuente, los estudiantes reciben clases online, los exámenes igual. El profesorado ha emigrado, aunque ahora, gracias a las gestiones de la institución y a la voluntad de los docentes, ellos desde el exterior imparten sus clases vía internet.

Humberto Contreras

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