Opinión

La “matraca” y el “martilleo”: vergüenza nacional

11 de junio de 2021

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Pedro A. Parra


Voy a felicitar al periodista Vladimir Villegas, por haber planteado en uno de sus programas, de manera clara y descarnada, este problema de la “matraca” y el “martilleo”, que se han convertido en un “problema de Estado”, “en una vergüenza” y  en una desgracia nacional”, que no solo está acabando con la paciencia de los venezolanos, abusando de sus bienes, de su persona, violando  todas las normas éticas y morales, sino que  esa oprobiosa conducta nos está haciendo quedar muy mal ante el mundo entero. Esto es muy lastimoso, cómo han destruido los valores y principios que nuestros padres nos enseñaron; cómo han enterrado esa conducta y respeto por los cuales se guiaban nuestras familias; cómo han pisoteado los señalamientos de nuestro Libertador, que ordenó en una oportunidad la pena de muerte para aquellos que se aprovechasen indignamente del erario nacional y para aquellos jueces que permitiesen, con sus decisiones, tales actos.

Parece mentira, cuando hace muchos, pero muchos años, visitase a México con el Dr. Homero Parra Bravo, para ese entonces presidente del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), nos quedábamos asombrados con la “famosa mordida” ejecutada por las diferentes policías de México, que desgarraban los bolsillos de los mexicanos y de los visitantes, colocando en tela de juicio la honorabilidad de los habitantes de ese gran país azteca. Lo comentamos porque casi fuimos víctimas de esas maniobras de corrupción; y, cuál no sería mi sorpresa, cómo en mi patria hemos superado esos actos de desvergüenza y deshonor.

Sí, Vladimir, este problema de las “matracas” se ha vuelto una pandemia nacional. Está presente en todas partes: En las alcabalas, cuando los vehículos se detienen para enterarse de alguna novedad; los camioneros, a quienes en cada una de ellas les quitan frutas, plátanos, leche, queso, hortalizas, o cualquier otra cosa que transporten legalmente y que es fruto de su trabajo y esfuerzo; los autobuses, los detienen para quitarles al conductor y pasajeros lo que pudiesen tener a mano; los carros por puesto, y los hacen esperar y esperar, para así poder contar con la “mascada”, la “matraca”, el “martilleo” y “pa´ los frescos”; si un vehículo de cualquier naturaleza se detiene por cualquier falla en el camino, antes que ayudar, que es su obligación natural, personal y constitucional, los roban, les quitan la platica y cuanto ellos vean que es de valor. ¡Desvergonzados! Cómo se aprovechan de la pobre ciudadanía. ¿Por qué no hacen lo mismo con los guerrilleros y paramilitares, con los colectivos y los hombres armados que andan deambulando por toda la república?

¿Qué tipo de funcionario están formando ustedes? ¿Acaso esos funcionarios tienen padre, madre, hermanos, familia? ¿Hasta cuándo abusan de los más vulnerables? Se han convertido en ratas del camino, en inconscientes ambulantes, en gente sin conciencia y en personas sin alma ni sentimientos. ¿Qué formación moral les están dando?  Han perdido por completo la confianza de la ciudadanía: ¡Todos les temen y nadie los respeta! ¡Cuánta tristeza! ¡Cuánto odio han despertado alrededor de ustedes!

Estos funcionarios que han traído sangre, sudor y lágrimas en toda la población venezolana, tienen que pagar por la afrenta cometida; tienen que pagar por tanto daño que han hecho a la ciudadanía; tienen que pagar por haber destruido tantos hogares; tienen que pagar por tantas violaciones cometidas; tienen que pagar por tantas lágrimas que han hecho derramar; tienen que pagar por tantos asesinatos cometidos; tienen que pagar por tantas humillaciones realizadas; tienen que pagar porque estamos viviendo sin vivir.

Es nuestra Venezuela el único país donde te “matraquean” para no ponerte una multa, para no violarte, para no secuestrarte, para no ponerte preso, para no avergonzarte. Cuando ves a un uniformado, enseguida piensas en lo que te puede quitar o robar. Siempre “matraquean” a los más pendejos; si no te quitan plata, te quitan cosas de valor a algún artículo que lleves o poseas, así sea de cocina. Se ha hecho práctica común y característica pedirte “pal fresco”. De alguna manera te tienen que quitar algo para resolver el día. ¡Es como un robo, pero en el que tienes que estar de acuerdo, quieras o no! ¿Dónde está el honor como divisa?  Me ha dado mucha pena tener que escribir sobre esto en pleno siglo XXI.  ¡Cuánta vergüenza! ¡Hasta dónde hemos llegado y vamos a llegar! ¿Quién le pone el cascabel al gato?

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