Freddy Omar Durán
Con la soledad de un San Antonio que casi asusta, y un difícil acceso en semana rígida, desde otras localidades del estado y el país, se podría esperar una mínima afluencia al vecino país, pero no es así del todo, pues siempre el tachirense tendrá un motivo para cruzar la frontera.
Ciertamente, Cúcuta se resiente por la merma en el número de visitantes venezolanos, en especial durante semana rígida, y eso se percibe a simple vista en el centro de la ciudad, por la cual, con su respectivo tapabocas, se puede caminar sin mayores congestiones.
En las declaraciones del comerciante que deja un poco de lado su ambivalencia respecto a la presencia del venezolano allí, también se trasluce una preocupación por una pronta reapertura plena de los puentes, factor que ayudaría en parte a reactivar una alicaída dinámica comercial.
Pues como afirmó Carlos Bayona, dueño de un pequeño local de zapatos, con cierta sorna, tras de la cual una preocupación esconde, haciendo un gesto de ruego al cielo, “¡qué vengan mis venecos benditos!”…
—Apenas los cucuteños estamos levantándonos de una cuarentena en que ni podíamos salir de nuestras casas; necesitamos que ya abran los puentes internacionales, a ver si esto se compone, pues las ventas han estado flojas— declaró Bayona
Sin embargo, para que esto se dé, no basta una decisión gubernamental en tanto las cifras de defunciones y pacientes covid-19, a lado y lado de la frontera, siguen siendo preocupantes y no pueden ser tomadas con ligereza. Pues a pesar de que el Plan de Vacunación en el departamento de Norte de Santander avanza a grandes pasos, en una tercera etapa, con gran parte de la población mayor de 50 años cubierta, no hay victoria que cantar, pues los reportes indican que los centros hospitalarios apenas si cuentan con camas para los enfermos por la pandemia.
A Rodolfo Suárez, que con megáfono en mano se transforma en un locutor de emisora rumbera recomendando las ofertas de su local por la zona de Alejandría, más que el covid-19, o la poca concurrencia de venezolanos, le preocupa la inseguridad: En plena tarde del martes escuchó lo que él creía que no iba a volver a escuchar: la explosión de un carro bomba. Un estallido que no abarcó toda la zona metropolitana. Esto sume más al comercio cucuteño en la incertidumbre, y le hace volver la vista a los oscuros años de finales del siglo pasado y comienzo del presente.
—¡Uy!, no hermano, Cúcuta se está volviendo una ciudad con mucho terror. Ya no hay respeto para la familia, ni para nadie. Aquí usted ve en la calle a mucho joven fumando droga en su cara. Y la prostitución ha crecido demasiado, desde el terminal de pasajeros hasta casi el centro, y lo peor es que ya es muy abierta la cosa en la calle; antes, al menos, esperaban al cliente en las afueras de los billares y centros nocturnos. Con su perdón le digo, hay demasiadas venezolanas ofreciéndose en esos lados— comentó Suárez
Todo esto en el marco de un paro nacional en Colombia, al margen del cual supuestamente Cúcuta se ha mantenido. Sin embargo, los efectos de la convulsión nacional se hacen sentir en la capital nortesantandereana con cierta inflación y la escasez de productos como el papel higiénico, y esto a la larga también podría desanimar a los compradores tachirenses que prácticamente sin viajar pueden adquirir los productos de primera necesidad colombianos en sus abastos, con una pequeña diferencia de precio y sin tomar riesgosos viajes.
A falta de cifras que determinen cuán diferente para el comercio cucuteño es una semana rígida a una semana flexible en Venezuela, uno de los taxistas que normalmente movilizan pasajeros desde La Parada –quien prefirió no identificarse- hasta el centro de Cúcuta, presentó sus propios números.
—En semana rígida, uno se puede hacer entre 60 mil y 80 mil pesos diarios; pero ya en semana flexible, te puedes hacer hasta 120 mil pesos diariamente.