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Una carretera principal cuarteada, y por cuyas fisuras brota la vegetación con libertad, es el indicativo no solo de la dejadez de los entes competentes, sino de un preocupante síntoma de problemas mayores que han de venir, y que ya afectan la habitabilidad de Campo C, en el municipio Capacho Nuevo.
Ya va una década que la vialidad no recibe ni un retoque por parte de las autoridades competentes y, conforme pasan los días, los males se agravan y más costoso resulta arreglarlos, pues no se trata de acomodarlos con una capa asfáltica de cemento, pues en lo externo y lo interno corre la raíz de la degradación: filtraciones de agua fluvial y de los botes de aguas blanca, que muchas viviendas no asumen, corriendo libremente por el empinado terreno que constituye gran parte de la localidad de Capacho Nuevo.
De otra parte, las alcantarillas también aportan su cuota de daños, siendo a su vez afectadas por el deslizamiento de un terreno gredoso, y esto resulta preocupante en la vía principal, donde poco falta para el colapso total. Por su propia cuenta, un grupo de vecinos tuvo que romper el terreno para encontrar el daño, encontrándose la desagradable sorpresa de una cloaca obstruida por ropa y botellas plásticas, y apenas si por ahí circulaba el desecho líquido.
—Por aquí debe pasar todo el que quiera ir a Capacho, La Laja, Zorca-San Isidro o a San Cristóbal, y me atrevo a decir que por acá han pasado la gobernadora, el defensor del Táchira, el alcalde y otros funcionarios, así que no pueden decir que no conocen el problema. Algunos en la comunidad hemos querido ponernos de acuerdo para encontrar una solución, pero siempre participamos los mismos— afirmó Nerio Ramírez, dirigente comunal
En la vía principal, las grietas brotaron espontáneamente, con pequeños jardines, alimentados por la humedad que se rezume bajo ellas. En el punto más crítico, los automóviles y motocicletas ya deben tener sumo cuidado de no patinar al subir o al bajar por la inclinada cuesta.
¿Vías alternas?
Aun con ellas, la situación es igual o hasta peor, como se detecta en las calles Luis Rivas y Bolívar, infructuosamente reparadas en varias ocasiones, y la del sector El Ojito, totalmente destapada, por donde han pasado las promesas del gobierno de turno, mas no el asfalto.
Según recordó Ramírez, obtener en Campo C los servicios básicos, como la luz, agua, cloacas, telefonía fija y la vialidad, fue una lucha entre toda la comunidad, que hace 40 años tuvo que comenzar prácticamente de cero. Con el tiempo, la urbanización del sector creció a pasos agigantados y, con ello, la indiferencia de algunos vecinos, que no solo son parte del problema, sino que consideran el origen de la solución como exclusivo.
Por los botes de agua no solucionados, las riñas entre vecinos se hacen interminables y muchas veces se ha solicitado la intervención del consejo comunal; no obstante, se declara fuera de sus funciones obligar la reparación de los mismos, y menos invadir morada privada para diagnosticar los desperfectos, pues esto corresponde más a las prefecturas y alcaldías. Sin embargo, se han hecho los respectivos llamados de atención y se ha sugerido inhabilitar las tuberías de aguas blancas y lanzarlas al exterior.
—Hay mucha gente que no toma conciencia: ve un bote de agua en las casas y no hace nada para arreglarlo. Esos daños en la vialidad son en gran parte responsabilidad de esas fallas internas en las casas. Yo, en mi casa tenía la filtración interna y tuve que sacar la tubería. Aquí la fuerza del agua es mucha y eso es peligroso, más en estos terrenos que son gredosos, que absorben con facilidad. Una gota de agua en un día no hace nada; pero pasados los años pueden echar los terrenos abajo. Muy cerca de aquí ocurrió algo así, donde el terreno ya no es apto para la construcción: al derrumbarse totalmente se vio una tubería fracturada, los dos pedazos a un lado y al otro, y como el agua bajaba bien, nadie sospechó lo que pasaba— dijo.
Freddy Omar Durán
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