Alejandro Bautista González
Desde cualquier perspectiva en que se mire o se analice el estado y evolución de nuestro país, a partir del final del último milenio, hasta nuestros días, la percepción no es otra que la de un país decadente, que nos substraey succiona estrepitosamente por un abismo sin fin.
Definitivamente, el régimen gobernante, calificado de “usurpador” por la AN y la oposición democrática, tampoco reconocido por unos 60 países de la comunidad internacional, a raíz del evento electoral ilegitimo de 2018. Desde su origen en 1999, cuando se inició con su líder HCF, ganador de los comicios electorales realizados en diciembre de1998; ciertamente ha sido desacertado en la ejecución de cualquier iniciativa de gobierno. Paradójicamente, los recursos asignados y cancelados son altamente desproporcionados, mientras que las obras no se muestran. Se sabe, sí, de obras iniciadas, no concluidas, algunas de ellas asignadas a empresas multinacionales, fuertemente cuestionadas e investigadas por la Asamblea Nacional…la lista es larga. Sin entrar en detalles, pues se trata de casos intensamente comentados en medios y opinión nacional, del dominio público.
Si examinamos algunos ejes o ámbitos del acontecer nacional, nos encontramos, por ejemplo, con que “la educación” ha sido desmantelada, encontrándose en terapia intensiva, sin alumnos y sin profesores, algunas instituciones han sido saqueadas; otras, como la Escuela de Estudios Políticos de la UCV, han sido pasto de las llamas. Igual, y hasta peor, se encuentra “la salud”: desatendida y menospreciada. Se da el caso que en la terrible pandemia que actualmente nos ocupa no existen planes efectivos para combatirla. Los hospitales carecen de infraestructuras y equipamiento adecuado e insumos médicos. Aquí se trabaja “con las uñas”, manifestó una trabajadora al ser consultada. Ni siquiera la totalidad del personal sanitario ha sido vacunado contra el covid-19, he ahí la razón de su elevado índice de defunciones. Se desconoce de la existencia de programas de vacunación masiva a la población. Muchas trabas para importar la vacuna. La salud es asunto serio y con ella no se juega. ¿Por qué no se autoriza la importación y venta controlada de las vacunas de diferentes laboratorios, poniéndose así un freno a la alta mortalidad y angustia de la población?
Solo una breve mención a estos dos ejes, los demás presentan similar o peor gravedad. Así la situación y el negro panorama en curso que vivimos, nos alienta a pensar y buscar una salida contundente que nos libere de llegar a un caos fatal, que salve la República: ¡Venezuela debe hacer un VIRAJE! Necesitamos de un cambio salvador.
Hacer el viraje no es tarea fácil, pero es posible. El secreto está en lograr integrar la UNIDAD salvadora. Seamos optimistas. Nuestro país posee los recursos humanos, productivos y naturales, que constituyen la materia prima a partir de la cual puede convertirse –luego del fin de la usurpación- en una verdadera potencia del desarrollo en las próximas décadas. La UNIDAD requerida debe surgir del consenso serio y desinteresado de ese gran capital humano contenido en la sociedad civil organizada y en los partidos políticos serios comprometidos con el país, que creen en la recuperación y reconstrucción de su infraestructura y desarrollo. Que además sustentan sus principios ideológicos cimentados en la claridad de altos valores éticos indispensables, existiendo en sus filas, igualmente, políticos honestos de gran rectitud, con alto sentido inquebrantable de su responsabilidad y acendrados valores éticos. Así, juntos: sociedad civil y organizaciones políticas son las llamadas a promover la UNIDAD salvadora que hará posible el gran VIRAJE que Venezuela necesita.
Transformemos a Venezuela en un gran país de libertad, con una economía pujante del continente en los próximos veinte años, para elevar así de manera sustancial el ingreso de la mayoría de la población. Con un compromiso definitivo y una política de promoción del crecimiento acelerado. Como país podemos acercarnos a los niveles de ingreso actuales de los países desarrollados en mediano tiempo. El objetivo del desarrollo no es solamente el crecimiento del ingreso, es necesario un gran avance social y el pleno desarrollo político a través del fortalecimiento de nuestra democracia.
Grandioso fuese que de este Táchira, tenaz en toda su historia para hacer respetar sus derechos y participar en luchas libertarias, surgiese la fórmula salvadora para la segunda redención de Venezuela. Talento hay en su gran cantera de jóvenes. Sí podemos. Nuestra historia es testigo de hechos trascendentales: Aquí, en 1781, se dio el grito de los comuneros de La Grita en protesta por las medidas implementadas por el régimen español: detonante de las primeras luchas de independencia. En el Táchira se inició la victoriosa Campaña Admirable (24/06/1813) liderada por nuestro Libertador. En mayo de 1899 partió la Revolución Restauradora o Revolución de los 60, acaudillada por el tachirense Cipriano Castro (capachense), que puso fin a la tiranía de Ignacio Andrade; su lema utilizado y convincente fue: “Nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos”. El Táchira es cuna de siete presidentes de Venezuela: Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López C., Isaías Medina A., Marcos Pérez J., Carlos A. Pérez y Ramón J. Velásquez. Finalmente, el Proyecto País de mayor difusión presentado al conocimiento del país (Dic.2013), con varias ediciones, es hecho por talento tachirense. Creo en el VIRAJE y la UNIDAD salvadora. Sí se puede.
*Doctor en Cooperación Internacional. Integración y Descentralización: Los Desafíos del Desarrollo Internacional