Pedro Morales *
“Algunos comenzaron a hacer coro con Lucifer. ¿Por qué ser humildes? ¿Por qué hay que ser obedientes? ¿Por qué someternos? ¿Por qué no podemos ser libres? Satán no quiere hacer daño a nadie, repetían, no quiere hacer de menos a nadie, sólo quiere la libertad, el imperio de la razón. Había comenzado la guerra….La decisión era definitiva, exclamaron. Se aprestaron para la guerra. Es decir, intentarían convencer a más glorias para que se unieran a la sedición. Y lo lograron. Hubo muchos espíritus que cayeron en las trampas del intelecto. Hubo tronos y principados que no fueron fieles. La desarmonía se extendió por todas las jerarquías. El poder del error no podía ser subestimado. Aun así, también fueron numerosas las bajas entre los rebeldes. Muchos ángeles pidieron perdón, se arrepintieron de corazón…” (Fortea, 2012, pp. 23 y 26)
La breve contrastación analítica que aquí se expone, para su mejor comprensión, debe concebirse como parte de una ecuación de carácter surrealista, que puede aludir a cualquier zona geoeconómica mundial, donde en su aspecto aparente o de forma confluyen rivalidades, parcialidades o conflictividades geopolíticas, pero en lo que concierne al fondo del asunto, representan regímenes económicos-políticos totalitarios, que en la práctica o a nivel empírico, van mucho más allá de una simple diferenciación teórica, o lo que equivale en un tono pragmático a decir que son idénticos, en el sentido que su fin se sustenta en la mezcolanza de propósitos relacionados con el materialismo, el individualismo, el narcisismo, etc., hasta el punto límite de blasfemar abiertamente en contra de la enseñanza divina de Dios, bajo la sórdida justificación que persiste una comunión mediática entre la Iglesia y el Estado.
“La libertad es un don de Dios. La libertad es un regalo que Dios hace a sus hijos. Nadie, absolutamente nadie tiene derecho a robar la libertad de nadie. La libertad no nos la concede ningún humano. Es un regalo dado directamente por Dios”. Sin embargo, “un régimen anticristiano, ateo, inicuo ha robado la libertad de millones de seres humanos durante varias generaciones. A veces moralmente hablando la opción más ética, la opción moralmente más justa es la guerra.
Por otra parte, “la biblia nos lleva a eso, a preocuparnos del pobre, del enfermo que tras toda una vida trabajando no tiene posibilidad de pagarse la más mínima atención sanitaria…Con respecto a los cómplices del maligno: “No les importa pasar por encima de miles de cadáveres con tal de seguir disfrutando de una buena vida, del poder y de cosas por el estilo… La biblia compara esto seres humanos como bestias que desgarran…”. Así que estos regímenes diabólicos están fundamentados en “una ideología atea, anticristiana, del infierno, que ha provocado una cantidad de muertos espantosa. Por lo tanto no hay que se equidistantes. Y la condena no solo debe ser con palabras. Hay momentos de actuar…” (Fortea, julio de 2021)
Adicionalmente, el apetito desmesurado por las riquezas del mundo, el estatus y poder en el plano personal e “imperial”, es decir la avaricia como parte de los siete pecados capitales, a lo largo de la historia de la lucha entre el bien y el mal (o en algunos casos entre el mal y el mal, asimilados a regímenes o sistemas bipolares de la maldad), siempre fue una peculiaridad esencial del conflicto de intereses hegemónicos: entremezclados por lo mezquino, lo egoísta y lo narcisista.
“Estas son las tres grandes leyes del satanismo, que están difundidas en el mundo entero desde siempre; pero también están codificadas tanto en la Biblia de Satanás como en lo que escribió Crowley sobre el diablo: 1. Haz todo lo que quieras. 2. No debes obedecer a nadie. 3. Tú eres el dios de ti mismo”. (Amorth, 2017, pp. 19)
Asimismo caracterizado éste, el conflicto, por la irracionalidad manifiesta de las partes en pugna, en menospreciar o desvalorizar las diferentes etapas constituyentes del mismo: imposición, subordinación, negociación, arbitraje; e irresolutamente desembocado en la activación de mecanismos violentos determinados por la guerra o enfrentamiento armado, de manera comprobada en la mayoría de las ocasiones, ha significado la inevitable “trampa de Tucidides”, donde el supremo ganador es el “enemigo”, mientras que el gran perdedor siempre fue y seguirá siendo la población entera, y no solamente la relacionada directamente con tal conflagración bélica.
De acuerdo a lo expuesto:
“Nosotros no podemos competir con la industria de otros países, no tenemos mercado doméstico. ¿Cómo es posible, si miles y miles de acres no producen, si nuestros campesinos solo trabajan tres meses al año? Quisiéramos que ustedes se pusieran a pensar lo que sucedería si sus campesinos solo trabajaran tres meses al año como los nuestros, ¿qué sucedería aquí en esta nación? Necesitamos desarrollar nuestra agricultura, de tal modo que nuestros campesinos tengan dinero para comprar los productos industriales y manufacturados; eso es cierto, porque no existe otro modo. .
Nosotros estamos utilizando muchas cosas que son innecesarias; lujos y, por otra parte, compramos muchas cosas que podernos producir nosotros mismos. Nos enfrentamos con grandes dificultades. Compramos aquí productos manufacturados y productos agrícolas que, en realidad, deberíamos producir más económicamente; debemos comprar más maquinarias, más fábricas, y máquinas para fábricas, para nuestras propias industrias. Nuestro programa se basa en estas dos ideas: la industrialización de nuestro país, y que cada metro de terreno sea productivo, porque así podemos asentar millares de personas en las tierras y darles empleo a millares en las industrias. Estamos seguros de que de este modo resolveremos nuestra dificultad mayor, la dificultad crónica que se empeora de año en año, que es el desempleo…” (Castro, 1959)
Pero para el caso venezolano, estamos en una “hecatombe humanitaria” en la que la prioridad sin duda alguna es rescatar, recuperar y reconstruir el sistema de vida digno hacia la verdadera libertad y felicidad eterna. Hemos sido objeto directo de ataques desleales y criminales, no solo en el ámbito tangible o material, sino también en el orden intangible o espiritual, que han accionado prácticas sociales genocidas, fracturando sistemáticamente el modelo u orden natural, el sistema de valores humanos, y así transgredido en toda su concepción el cuerpo orgánico de los derechos humanos fundamentales: el derecho a una vida integral, que involucra no solo la dimensión biológica, ha sido vulnerado impunemente, siempre a causa de factores de poder que representan a las fuerzas del maligno.
Todo esto con el agravante plasmado en la postura indiferente, cómplice e insensible de la comunidad internacional en general, que a sabiendas de tal “enfermedad mutante” a través del tiempo, la han considerado que no merece su atención y trato pertinente, debido a que no les atañe o afecta este “patógeno pandémico”: a todas luces “deliberado e inducido”. Además, el “juego” de la “inflación y la devaluación” en el que existen actores de diferentes categorías, manipulan a su antojo estas variables para que tomen valores negativos en detrimento de sociedad. De la misma forma, desde el 2008, más que un “cierre técnico”, el tejido nacional en lo económico, social, ecológico, moral, espiritual, etc., luego de un largo proceso de desmembramiento, se adentró en un nivel de “tolerancia cero o umbral de saturación” que ha estado caracterizado por una paralización progresiva, decadente y en continua involución.
“Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal…” Efesios 6, 10-20
Referencias:
1) Amorth, Gabriele (2017). Mi encuentro con el diablo: https://bit.ly/3hInSHo
2) Castro, Fidel (1959). Discurso pronunciado. Visita a Estados Unidos: https://bit.ly/3zogsPG
3) Fortea, José (2021). Consideraciones morales (Cuba): https://bit.ly/3BGBICr
4) Fortea, José (2012). Historia del mundo angélico: https://acortar.link/liSa9c
5) La Nación (2021). Gaslighting: https://bit.ly/3iHoKeI
6) Lane, Penny (2019). ¿Hail Satán? : https://bit.ly/3x0TNqU
7) Martínez, Miguel (2011). Totalitarismo: ¿un concepto vigente?: https://bit.ly/3BzVzCS
Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 al 2021. [email protected] @tipsaldia. WhatsApp: +584168735028