Por voluntad divina nos ha dejado Simeón González, conocido como el popular Cantinflas, personaje popular en nuestra histórica ciudad de Táriba durante muchos años. Se fue al encuentro del Padre y de la Santísima Virgen de la Consolación, de la cual fue muy devoto”, se lee en un escrito hecho público por las redes sociales.
Murió por infarto al miocardio. Durante años fue llamado Cantinflas por su fisonomía, muy parecida a la del histórico actor mexicano Mario Moreno, Cantinflas.
En el trabajo del vecino de la carrera 5 de la Perla del Torbes, se dice que este parecido físico le permitió participar en muchos desfiles de las ferias de San Sebastián, en San Cristóbal y en Táriba, con los trajes típicos de películas del legendario actor y su bicicleta. Incluso se le vio por la pantalla de televisión, en el programa Sábado Sensacional, donde buscaban al doble de Cantinflas.
Quienes le conocieron, dicen que fue muy devoto y católico, celoso con las cosas sagradas y divinas de la liturgia. “Hijo de doña Rosalía, abuelita muy católica que recibía a los seminaristas y sacerdotes con café, aguamiel, pan y comida, en su casa de la carrera 5 entre calles 12 y 13 del barrio Monseñor Briceño. Simeón acompañó a su tío Maclobio González, el popular rezandero, en muchos velorios y rezos, e incluso en viajes a Caracas”.
Narró el vecino que él trabajó en Rubio con abogados y jueces, en el ministerio del Interior y Justicia, “donde lo querían mucho”.
En los últimos 15 años su salud mental se fue deteriorando. Simeón, lamentablemente, cayó en una situación de indigencia debido a su debilitada salud y mala alimentación, en los últimos cinco años, cuando incluso se le vio mendigar en las calles, donde colectaba cualquier cantidad de materiales que luego almacenaba en su casa.
Los vecinos agradecen a la familia Arellano Nehyra, la señora Ana, a Franklin Kito, a sus hermanos y a algunos vecinos de la carrera 5, que en los últimos meses se preocuparon por él.
Hace varias semanas hicieron una obra de caridad y misericordia, al lograr llevarlo al Refugio de San José de Bolívar, El Carpintero de la Montaña, que dirige con mucho celo, ahínco, trabajo y fervor el sacerdote Franco Lanza, para bien de tantos niños, jóvenes, adultos y ancianos.
Simeón siempre será recordado en Táriba por sus chistes, cuentos, conversaciones, problemas, discusiones y por sus buenas acciones.
El sacerdote Luis Alberto Ortega Villota, párroco en la iglesia San Bosco, en Táriba, recordó que “al comienzo, cuando llegué a la parroquia, traté de ayudarlo, pero tenía la manía de guardar toda clase de cosas; era un colector compulsivo. Tenía un terreno cerca del templo, donde vivía y guardaba las cosas”.
El sacerdote destacó que “en Táriba quedan bien claras la solidaridad y caridad con los más desposeídos”. Hizo referencia a un joven de unos 20 años que deambulaba por las calles de la ciudad, al sufrir de esquizofrenia, y una doctora lo adoptó y apoya con el tratamiento médico.
José Luis Guerrero