Carlos Orozco Carrero
La festividad del Santo Cristo de La Grita se celebra este año con muchísimas restricciones para sus fieles devotos. Todos conocemos los obstáculos que se nos presentan para estar junto al Cristo del Rostro Sereno y acompañarlo en su divina y multitudinaria procesión por las calles y avenidas del pueblo que lo acoge desde hace más de 400 años. Bueno, cada uno sabe que las medidas de bioseguridad obligan a tomar las debidas precauciones para agradecer al milagroso Santo Cristo por tantos favores recibidos. Roguemos para que esta pandemia desaparezca de la faz del planeta de una vez por todas. ¡Te lo pedimos, Señor!
100 metros planos y el ganador se convierte en la estrella de los Juegos Olímpicos. Me parece que la dama que gana el maratón de 42 kilómetros con 195 metros bien pudiera ganar esa distinción como la protagonista superior de los juegos. Reconozco que correr los 100 metros planos en menos de 10 segundos constituye una hazaña extraordinaria. Lo que considero también es desplazarse los cuarenta mil ciento noventa y cinco metros bajo un inclemente sol o lluvia permanente, es cosa de superatletas, caballeros.
El gordo Sósimo, que ya está mas flaco que Elpidio, entró en el grupo de los que caminan con cuatro nudos. -¿Y, eso? Se sospecha que ya han acomodado sus interiores a este nuevo estilo al caminar por calles y senderos. Son dos nudos que hacen a los lados de su ropa íntima para reducir lo ancho que supone la enflacada que se echó a las costillas. Conocemos a varios amigos con esa moda imperiosa por estos tiempos. Ah, rigor.
El barbecho agarró candela y amenazaba con repartir fuego por los potreros vecinos ante el viento fuerte que soplaba desde el Norte. Un burro y un puerquito veían con asombro la devastación que causaba esa candela incontenible. Era domingo y la gente había ido al pueblo a la santa misa de nueve. triste y paradójico observar que en la parte alta del terreno habían preparado un pozo con una tapiza de tablas apretadas con adobes de barro, sostenida por un horcón atravesado al frente de las maderas que amenazaban con explotar de un momento otro. Algunos chisporroteos del agua represada saltaban sobre las enormes tablas, pero no terminaban de soltar el salvador líquido para apaciguar el fuego que ya había quemado un ranchito que estaba en los límites del barbecho. Un árbol seco de pomarrosa, comido por bachacos, agarró candela y soltó algunos chamizos llenos de fuego humeante y fueron a caer en las patas del impávido burro tristón. Parece que algunas lenguas de candela llegaron a quemar la cola del jumento, lo que hizo que este pegara un descomunal salto, llevándose por delante todo lo que encontró a su paso, hasta que fue a rebotar contra las tablas del pozo de agua estancado. Bueno, cuando llegaron los vecinos encontraron que el agua había inundado todo el terreno y ni se dieron cuenta de la salvación que hizo el cuadrúpedo al dejar correr el agua. Lo que quedó en el ambiente fue un olor a cochino asado que obligó a los vecinos a preparar algo para el almuerzo.
El ciclista ecuatoriano Richard Carapaz nos demostró con creces que su estrategia de atacar desde lejos en los finales de etapa en las grandes vueltas era positiva. No le dio resultado en el pasado Tour de Francia, cuando sus rivales le alcanzaban y derrotaban terminando las jornadas de montaña. Ahora lo intentó desde lejos en la prueba de ruta olímpica y el resultado fue el más codiciado por todos los pedalistas del mundo. ¡Oro olímpico, señores!
Carlos Orozco Carrero