Alejandro Bautista González
“Ha sonado la hora de Venezuela, la hora de los venezolanos válidos. Por encima del dolor y la vergüenza por lo que ha sucedido, hoy más que nunca tenemos la oportunidad y hasta el desafío de rehacer un país capaz de alcanzar las metas que le ofrecen sus grandes posibilidades. No será fácil, como nunca ha sido fácil ninguna empresa grande”. Arturo Uslar Pietri
Ante el dilema y expectativas en que está inmerso el pensamiento de los venezolanos, que con angustia y gran preocupación se devanan cavilando en el futuro nacional, vista la cruda realidad que nos envuelve, nada más apropiado que asumir el visionario mandato de este ilustre venezolano: “…rehacer el país…”
Establecidas como han sido las dos mayores prioridades: Resolver el hambre y ejecutar un plan de salud, dentro de lo que se considera acciones imprescindibles a tomar por el próximo gobierno democrático para reconstruir a Venezuela, tenemos otra prioridad: La Educación.
Al igual que la salud, la educación en Venezuela anda mal. Está en terapia intensiva. Se requiere una reforma educativa. El principal factor de desarrollo económico, político y social, para cualquier país, es una población educada para el trabajo, la vida en democracia y el comportamiento en sociedad. El instrumento esencial para lograr estos fines en todos los países que se han desarrollado, es el sistema de educación pública.
Desde el 2012, Venezuela atraviesa una profunda crisis económica, política y social, cuya magnitud ha llevado a diversos organismos internacionales a catalogar la situación como una “emergencia humanitaria compleja”. Ante un colapso socioeconómico de tal envergadura, todas las áreas de política pública se han visto afectadas. La educación, en todos sus niveles (básico, intermedio y superior), es una de las más golpeadas. La educación técnica para la industria y la agricultura está desaparecida, y la educación universitaria se encuentra destruida. El grave deterioro de los principales indicadores de cobertura y calidad educativa llevó a que, en octubre de 2018, la Asamblea Nacional declarara al sector educación en condición de emergencia.
Para tratar de sintetizar los graves problemas que afectan a la educación venezolana, indagando en estudios investigativos realizados por la UCAB y la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi,2019), además de consultas con directores de institutos educacionales, el sistema educativo venezolano enfrenta cinco desafíos críticos impostergables: 1) estancamiento de la cobertura, 2) incremento del rezago escolar, 3) déficit de personal docente, 4) déficit de infraestructura, equipamiento y dotación, y 5) bajo nivel de aprendizaje de los estudiantes.
En relación de los numerales anteriores tenemos: 1) Cobertura educativa: insuficiente, desigual y excluyente. Un aspecto alarmante del estancamiento de la cobertura educativa es que ocurre en un contexto de reducción de la demanda potencial de educación. Para el 2019, el país contaba con 11 millones de personas en edad escolar (3-24 años), que suponen 1,7 millones de personas menos que el promedio del período 2014-2018, situado en 12,7 millones. Esta significativa reducción de la demanda potencial de educación no se tradujo en un aumento de la cobertura educativa, lo que refleja la incapacidad del Estado para escolarizar a la población.
2) El rezago educativo se refiere a la diferencia, medida en años, entre el grado cursado por un alumno y el grado correspondiente según su edad. Concretamente, el rezago expresa una brecha entre el grado efectivamente cursado y el grado oportuno. Solo en el nivel de educación primaria, la cobertura es virtualmente universal, mientras que en los niveles de educación inicial y secundaria, el país está muy lejos del objetivo.
3) Déficit de personal docente. Dos graves problemas enfrenta el sistema educativo venezolano, a saber: escasez de personal docente y el deterioro de la calidad docente. Los registros de la FVM muestran que, entre 2015 y 2020, más de 100.000 docentes abandonaron el sistema educativo, bien sea para emigrar del país o trasladarse hacia actividades ocupacionales de mayor remuneración. Por su parte, el Colegio de Profesores de Venezuela calcula que existe un déficit de docentes de 50 % en las asignaturas especializadas de educación media, tales como Matemática, Física, Química, Biología e Inglés. A este déficit cuantitativo de docentes se suma la caída de la calidad docente. La Unidad Democrática del Sector Educativo (UDSE, 2020) tuvo acceso a datos oficiales del Ministerio de Educación y encontró que un 55 por ciento de los docentes se encuentra en condición de interino.
4) Déficit de infraestructura. El país soporta graves deficiencias de infraestructuras educativas y dotación en los planteles, 95 % de deterioro por falta de mantenimiento. Déficit de 30 % en pupitres, sillas y escritorios. El 90 % de los planteles ha sido víctima de inseguridad y vandalismo. Además de déficit de insumos para el proceso de enseñanza-aprendizaje (material bibliográfico, material instrumental para laboratorios y talleres, material deportivo y material audiovisual).
5) Bajo nivel de aprendizaje de los estudiantes. Ocurre en nivel básico y secundario. El indicador más relevante para evaluar el desempeño de un sistema educativo es el nivel de aprendizaje de los estudiantes. La primera evidencia de que el Estado ha desatendido este tema es que en Venezuela no se realizan pruebas sistemáticas y periódicas, nacionales o internacionales, para evaluar la efectividad de los procesos de enseñanza y aplicar correctivos. El Ministerio de Educación lleva once años sin realizar pruebas nacionales de aprendizaje, aun cuando existía el Sistema Nacional de Medición y Evaluación del Aprendizaje.
Este tema no termina aquí: continuará la próxima semana.