Reportajes y Especiales
El florista de Nuestra Señora de La Consolación
15 de agosto de 2021
Norma Pérez M.
De raíces tariberas, Sergio Enrique Pinzón vive en la casa donde nació su padre hace 120 años. Es reconocido por su habilidad para la decoración y trabajo artístico en la elaboración de arreglos; pero su fama se ha extendido por ser el responsable de hacer lucir en toda su magnificencia a la patrona de este pueblo. El 15 de agosto, él se convierte en el florista de Nuestra Señora de la Consolación.
Desde niño, la Virgen siempre estuvo presente en su hogar. Pero su vinculación comenzó en su adolescencia, cuando en el año 1967 se realizó la coronación de la sagrada imagen: “Para ese momento tan solemne se organizaron varias actividades y monseñor Alejandro Figueroa Medina, quien estuvo al frente de la Basílica por más de 25 años y fue el creador de su Santa Oración, me pidió que colaborara con el arreglo de la Virgen. Así me incorporé a esta importante festividad”.
Desde esa fecha, y durante 54 años, sus manos laboriosas están presentes cada 15 de agosto para engalanar con flores a la Virgen de la Consolación de Táriba, su carroza y el templo que la cobija.
“La decoración varía a través de los años. Anteriormente se colocaban unos pendones en las columnas con la inscripción “Ave María”; pero después se eligió adornar el altar, la imagen y la carroza con una profusión de flores, para darles más vistosidad”.
Sus arreglos contienen diferentes clases de flores, con predominio de rosas, pues explica que estas siempre están presentes en las apariciones marianas: “utilizamos diversas flores, algunas veces pompones, claveles, margaritas, astromelias, gerberas, pero en su mayoría rosas de diferentes colores, por su simbología, además de su natural hermosura”.
A través de los años se conformó un equipo de voluntarios que él dirige para organizar lo relacionado con la decoración, que dura aproximadamente todo un día; destaca que hay personas que hacen donativos de flores y follaje; aun cuando señala que esto ha disminuido considerablemente, pues muchos se han ido del país o han fallecido.
“Actualmente, cada quien colabora en la medida de sus posibilidades; algunos se acercan a la Basílica y ofrecen su cooperación para ayudar a armar los arreglos florales; todos son bienvenidos. Es estos tiempos se dificulta conseguir los materiales, pero siempre Dios y la Virgen los proveen por medio de sus fieles”.
También hace los monumentos para el Santísimo, el Jueves Santo: “Hubo una época que eran muy elaborados, ahora son más sencillos, por la situación económica, pero lo prioritario es su significado”.
Un momento especial
Hasta antes de la aparición de la pandemia, se trasladaba la venerada advocación mariana, a las dos de la madrugada, hasta la Catedral de San Cristóbal y de allí salía la procesión hasta Táriba. “Yo siempre la acompañaba y después me venía caminando, detrás de la carroza, hasta la Basílica”.
Tiempo atrás, cuando todavía no se realizaba este trayecto, Sergio Pinzón tuvo un encuentro que se quedó grabado en su memoria y en su corazón para siempre:
“Me pasó algo muy especial hace muchos años. Estábamos en los preparativos y era de madrugada. Fui a ponerle la corona a la Virgen; al estar arriba en el nicho, vi que la tabla resplandecía y la imagen parecía un relieve, como si quisiera salirse. Estaba más bella que nunca. Los ojos le brillaban y la boca parecía una cereza, brillante. Quedé mudo, no salía de mi asombro, fue una experiencia maravillosa que jamás olvido”.
Para él, ese instante inolvidable es una muestra del afecto que siente por la venerada dama. Sus oraciones son para alabar y agradecer.
Un poco de historia
Para quien por más de medio siglo de su existencia ha estado ligado a la Virgen de la Consolación, es importante indagar sobre su historia y profundizar en aspectos importantes y, en algunos casos, desconocidos.
“Existe un detalle, que es muy poco conocido, con respecto a la medialuna que tiene sobre su cabeza con piedras preciosas: la donó un joyero colombiano de nombre Gustavo Acevedo, que vivió muchos años en San Cristóbal, hasta que murió en 1975. La medialuna fue colocada el 13 agosto de 1934. Otra de las medialunas que la adornan la obsequió José María Cárdenas, quien la trajo de París”.
También destaca que la iglesia fue elevada a basílica por un milagro que la Virgen le hizo a monseñor Fernández Feo:
“Él le pidió que le ayudara a conseguir el terreno para la construcción del Seminario. Salió de la iglesia y se encontró con Pablo Chacón Varela, quien le ofreció el terreno de la colina de Toico. Decía, “todo lo hizo ella”.
En sus remembranzas está la gran cantidad de personas que llegaban desde Colombia el 15 de agosto a alabar a la Virgen. “Es la fe en toda su expresión que traspasa las fronteras. Ella es la pionera de la devoción mariana”.
Partícipe de la fe
Su emoción crece cuando habla de las manifestaciones de fe del pueblo: la gente va de rodillas, desde la puerta hasta el altar, hacen sus peticiones, le llevan flores: las casas lucen altares, la bandera alusiva, su réplica. Se visten de amor por su patrona, es un hermoso testimonio de fe y fervor religioso.
Dice que nunca le ha pedido nada, solo le agradece por todo lo que le ha dado. “Es la imagen mariana más antigua de Venezuela y en ella hubo el milagro de la renovación”. En su hogar lo acompaña una estampa con una lámpara encendida que nunca se apaga.
En él está presente la satisfacción de haber cumplido con la imagen, que respeta y es parte fundamental en su existir, como alguien que nació en Táriba bajo su manto. “Mi alegría es que los feligreses la vean preciosa y la admiren espléndida, como la madre amorosa que es”.
Sergio Pinzón manifiesta su gratitud a la Virgen de la Consolación de Táriba por la vida, por tener salud para colmarla de atenciones en su fiesta religiosa. Por el ánimo que le da para continuar con la tarea que asumió cuando apenas tenía 17 años de edad y que más de medio siglo después cumple con alegría. Gracias a su dedicación, es posible el homenaje multicolor de la belleza, color y aroma. Todas las flores para la reina del cielo.