Opinión

¿Bitcoin=neofeudalismo?

15 de agosto de 2021

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Pedro Morales


La gracia no es licencia para hacer lo que cada quien quiera. La gracia es empoderamiento divino para vivir una vida Santa, justa y piadosa en medio de un mundo enfermo, torcido y perverso. Y ese mundo enfermo, torcido y perverso es el mundo de la concupiscencia: que representa la puerta ancha y amplia que lleva a la perdición. Es necesario entonces dejar fenecer el egocentrismo y la concupiscencia que conducen a la inclinación desordenada al placer, el poder y el tener material, para dar paso a un ser renovado en el teocentrismo. Cada quien decide vivir como quiera, pero nuestras actuaciones tienen consecuencias eternas: “el árbol cae hacia el lado que esté inclinado. De ahí de ejercer o aceptar con humildad y gratitud la corrección fraterna.

“Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. (Gálatas 5, 16-17)

Un porcentaje significativo de la población  a escala mundial desconoce, se le ha olvidado o le resta importancia al hecho inminentemente evidente, que el auge, estabilidad y bienestar económico in crescendo de los Estados Unidos de América (USA), durante un largo periodo de tiempo que abarca gran parte del siglo XX ( y aún hasta la actualidad), se ha sustentado en el dinero por decreto o fiat (el dólar), dada la capacidad “ilimitada” de generarlo y a su vez de mantenerlo vigente como divisa fuerte de pago universal en prácticamente en el mundo globalizando: esto con artificios no necesariamente de tipo económico.

En efecto es un acontecimiento cierto, público y notorio, que una institución como la Reserva Federal (creada en 1913)  de los Estados Unidos,  tiene la facultad absoluta e invariable de emitir dólares, y por tanto de ampliar indefinidamente la oferta monetaria (con alcance o cobertura mundial) en base al principio de reserva fraccionada, a los acuerdos de Bretton Woods (1944), al fin de los acuerdos de Bretton Woods (1971) de forma unilateral o de facto por parte del gobierno de USA, y al mecanismo de negociación política sintetizado en el “petrodólar”: acordado en la década de los años 70 del siglo 20 entre USA y la OPEP.

Ciertamente la hegemonía mundial de los Estados Unidos ha estado sustentada esencialmente en el dólar. Por ello todos los esfuerzos para mantener una moneda fuerte  que siga siendo demandada y utilizada por el mundo entero es la prioridad estratégica, dado que de ello depende la estabilidad del “sueño americano”.

Sin embargo, nos dirigimos hacia una norma del bitcoin a nivel mundial con una divisa fiat hegemónica como el dólar que acabara desapareciendo por completo (con posibles repercusiones en todos los planos de la vida u orden actual de la humanidad en su conjunto, que la conduciría inevitablemente hacia un sistema neofeudal), no solo por culpa del flagelo inflacionario, sino también debido (entre otros factores dependientes, independientes e intervinientes) al uso que se le está dando a la criptodivisa como unidad contable, mecanismo de intercambio y fuente de almacenamiento de valor, tal como lo muestran los volúmenes que se están moviendo últimamente, caracterizado por ejemplo  a la velocidad hash bitcoin, en un orden aproximado de los 50 a 60 trillones de cálculos por segundo.

A este respecto,  dada la percepción de un amenazante “Dust Bowl” (cuenco de polvo) en el ámbito financiero principalmente, un cierto porcentaje de personas naturales y jurídicas de todo el planeta tierra, han percibido (con acierto o equivoco contradictorio) la potencial quiebra o descapitalización que está en el horizonte cercano, lo que redundará por una parte en el “abandono” del dólar como divisa de pago internacional y puesto de manifiesto con contundente veracidad el “dilema de Triffin”, pero por otro lado a la consolidación de una moneda mundial  globalizada que servirá a los propósitos “ocultos” de la elite globalista: conducente al neofeudalismo.

Apéndice:

Este fin de semana llegamos a cincuenta años (15 y 16 de agosto de 1971), donde el presidente estadounidense Richard Nixón firmó el acta de defunción   de los acuerdos de Bretton Woods, relacionado en particular con la obligación asumida (desde 1944) de adoptar el dólar como divisa internacional, pero siempre y cuando se cumpliera el compromiso por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos de mantener un tipo de cambio fijo entre el dólar y el oro, a 35 dólares la onza.

Se recalca que el presidente Nixon contaba para ese momento con tres opciones: 1) Incumplir el pago de la deuda soberana de USA; 2) Devolverle el oro que se le debía al Reino Unido; 3) Proponer un incumplimiento sui generis, consistente en sustituir el oro por dinero fiat. Por lo que claramente eligió la tercera alternativa, es decir la emisión de moneda en lugar de cumplir con los compromisos legales;  no obstante entregando al gobierno del Reino Unido un gran caudal de dinero fiat que permitiera saldar la deuda contraída: sentando el precedente de la  forma como se implementa la política actual de los bancos centrales.

Evidentemente, con el propósito de evitar una depresión similar como la de los año 30 (del siglo pasado) se llega a un conjunto de acuerdos donde se faculta a los Estados Unidos para que imprima a gran escala, una moneda   que debe usarse y aceptarse a nivel mundial para todas las transacciones de bienes y servicios.

Todo ello hace que la demanda de dicha divisa se incremente y a su vez su valor de cambio, lo que implica un alto  crecimiento y bienestar, pero también lleva entrelazado un aumento de las importaciones y la merma de las exportaciones,  arrojando una balanza comercial con saldo negativo. Igualmente por otro lado se presenta un mayor déficit fiscal debido entre otros factores al aumento del gasto público a la par de la deuda total, dado que los recursos excedentes que obtiene principalmente la OPEP (década de los años 70) lo  invierten en esta economía sólida en función de su moneda hegemónica…

“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;  sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:13-18).

Referencias:

1) Booth, Jeff (2021). The Price of Tomorrow: https://bit.ly/3ADPDaV

2) El Economista (2012). El dilema de Triffin: https://bit.ly/3s9NTTO

3) Garten, Jeffrey (2021). How a Secret Meeting in 1971 Transformed the Global Economy. The New York Time:  https://nyti.ms/3yIIuFR

4) Juan Pablo II (1980). La doctrina bíblica sobre la triple concupiscencia: https://bit.ly/3xFdfKh

5) La Nación (2021). Libertinaje: https://bit.ly/2VTqOJl

6) Reading Through History (2016). History Brief: the Dust Bowl: https://bit.ly/3jLafam

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 al 2021.  [email protected]  @tipsaldia. WhatsApp: +584168735028

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