Con la apertura de la exposición del escultor Carlos Cruz Aceros no solo se inauguró un nuevo espacio ganado para la plástica regional, sino que el público sancristobalense tiene la oportunidad de reencontrarse con una de las figuras de la escultura y la poesía más destacadas en el ámbito regional.
Es volver a ver a este hijo de San Juan de Colon, a través de piezas que han sabido hacer del metal un elemento de trascendencia poética y que pertenece a la producción de este año. Gracias a la curaduría de Oswaldo Barreto ha sido posible que esta muestra se inserte en el ámbito encantado y no simplemente quede paralizado en un pedestal.
—La Fundación Bordes ha constituido espacios expositivos que han dado la talla durante años y que me hayan escogido a mí para la inauguración de su más reciente sede es un verdadero orgullo. He traído obras de pequeño formato realizadas en estos últimos meses, aunque también me estoy ocupando del gran formato; no obstante, lo que ustedes podrán ver aquí, hasta octubre, me representa muy bien -afirmó Cruz-.
Abstraccionismo, a un nivel épico, en el que las figuras geométricas básicas danzan en las tres dimensiones, tal vez apuntando a una adicional, en un ensamblaje posible por una destreza depurada por años que permite a la materia expresarse en sus propios colores y, más que eternidad, acepta la belleza que el pasar de los años otorga.
Los visitantes a la muestra tendrán acceso a lo más reciente de su producción plástica, concebida precisamente en estos tiempos de pandemia, excepcionales tiempos para quienes encontraron en el recogimiento y el aislamiento el máximo provecho, la oportunidad de reforzar sus personales proyectos.
—Durante este periodo de pandemia he estado trabajando y resguardado en mi unidad de producción. Sigo trabajando con madera, con hierro e incorporando bronce; seguimos trabajando con el mismo lenguaje que nos ha caracterizado y en la búsqueda de lo que hemos perseguido durante todo este tiempo. El arte es mi asunto personal, es la razón única de mi vida y sigo en él, con mi casa llena de nuevas creaciones a diario -agregó Cruz-.
Un modo de chamanismo
El antropólogo Anderson Jaime, desde Colon ha sido testigo de la evolución de Carlos Cruz; pero también la conoce por la experiencia en la cotidianeidad de tan mágica comarca, y, más profundamente, por rastrear en sus investigaciones el contexto del artista.
—El eje de la obra de Carlos Cruz ha sido lo ancestral, nuestros pueblos originarios representados por este lenguaje muy particular, donde podemos ver tanto los elementos de la contemporaneidad como los de la memoria ancestral, que en cada una de sus piezas está allí, testificada. Una ancestralidad que viene desde su misma formación y desde su mismo contexto: San Juan de Colon, es un espacio arqueológico por antonomasia; nosotros aprendimos a dibujar sobre las piedras talladas por nuestros pueblos originarios, los petroglifos. Alrededor de estos transcurrió nuestra infancia, en medio de cuentos de indígenas que aparecían y desaparecían -expuso Anderson en la apertura de la muestra-.
Para Anderson, ya la escogencia de una determinada materialidad nos dice de un culto a la madre Tierra.
—El hierro nos remite a esos forjadores de oro de los pueblos chibchas, y también a lo que está oculto en el vientre de la madre Tierra, y desde allí ha comenzado a crear este discurso -dijo Anderson-.
De esta manera, el artista plástico se adjudica otra condición, en una intermediación en la que lo visible y lo invisible diluyen fronteras. A través de la máscara, que en sí misma es una obra de arte, el chamán se imbuye en un rol ajeno a la persona normalmente conocida tras de ella, y se convierte en el emisario de lo suprarracional. Las esculturas de Carlos Cruz parecieran en conjunto un instrumental chamánico.
—En esta exposición hay un recuerdo en especial a una de esas figuras ancestrales. como lo han sido el chamán, el médico, el gran sabio, el constructor de historias, pero también de obras artísticas, pues él era el que conducía el trazo de los petroglifos. Este personaje estaba en los bordes, en los límites hacia otros mundos por los que también podía viajar y traer del más allá un mensaje de conocimiento, concluyó Anderson.
Freddy Omar Durán