Alfredo Monsalve López
La indignación se siente, no solo en la Patria que parió al hombre más grande de este lado del Continente Americano, El Libertador Simón Bolívar, sino en gran parte del mundo, por las penurias, necesidades, carencias, mediocridad de nuestro sistema educativo. Debe dolernos en lo más profundo de nuestro subconsciente, como se manifiestan algunos voceros del régimen, incluyendo al mismísimo Nicolás Maduro, sobre lo que expresan hasta en cadena nacional de radio y televisión. Y obviamente, las redes sociales existentes se hacen eco de la baja calidad de sus exclamaciones. Además, se toman como burla para denigrar de nuestro sistema educativo. Es decir, que en el mundo nos tildan de iguales con respecto al uso de nuestra gramática y uso del vocabulario. Y como mentaba mi abuela Candelaria González: “pagamos justos por pecadores”.
Aquí no voy a mencionar el rosario de sandeces, despropósitos, “pecados” en que han caído muchos hombres y mujeres (éstas últimas las he defendido hasta la saciedad), pero muchas de ellas afectas al régimen, también han vociferado expresiones que dejan mucho que desear, y que como ya he dicho, perjudican a todos los venezolanos de buena voluntad. Allí están, en abundancia, las redes como testimonios. Algunas veces en vivo y en directo llevando por el Planeta las barbaridades y desatinos que ellos expresan. Solamente voy a centrar mi opinión a un evento ocurrido recientemente y que se hizo viral. Como educador y formador en todos los niveles por décadas, me da pena ajena escuchar tamaña barbaridad. Más aún, expresada por un ministro del régimen.
Me refiero al “acto académico” realizado en el Poliedro de Caracas el pasado 12 de diciembre, donde el mencionado (sin vergüenza alguna), expresó esta perla: “En nombre del presidente Nicolás Maduro y por la autoridad que confiere la Ley, otorgamos los títulos y títulas de médicos cirujanos y médicas cirujanas” (el subrayado es mío). Fuente: www.elnacional.com/venezuela/ministro-de-salud-concedio-titulos-y-titulas-en-graduacion). La considero una aberración lingüística excluyente. Se trataba de un acto donde egresaban estudiantes que se graduaban de médicos de la Universidad Nacional Experimental Rómulo Gallegos (Unerg). En el mismísimo evento el llamado “Potro” Álvarez fue abucheado por los graduandos, los cuales gritaron el rechazo ante la presentación del ex pelotero también afecto a la “revolución”. O sea, y como dijo el Generalísimo Francisco de Miranda: “¡Bochinche, bochinche! ¡Esta gente no sabe hacer sino bochinche!” (31 de junio de 1812). Es digno destacar, que un acto de grado académico, de cualquier nivel y en cualquier parte del mundo, es sumamente hierático, solemne, y me atrevería expresar, “sagrado”. La sintaxis utilizada con frecuencia por algunos miembros del “proceso revolucionario”, deja muy mal parado a todo el pueblo venezolano, sobre todo, a los que de alguna manera nos hemos dedicado, en cuerpo y alma, a la formación de niñas, niños, adolescentes y adultos. En síntesis, es denigrante que personeros, que se dicen estudiosos, manifiesten públicamente expresiones que rebajan, mucho más, en categoría y perfil, al pueblo venezolano.
Pregunto: ¿Cómo se sentirían Andrés Bello, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Arturo Uslar Pietri, el mismísimo Rómulo Gallegos, nombre que lleva la universidad donde egresaron los nuevos profesionales? ¿Egresaron bien preparados? ¿Debemos renunciar a nuestro sistema educativo o continuar educando y formando a pesar de los pesares? ¿Quién otorga los títulos en las universidades venezolanas? ¿Los rectores o los ministros? Impresionante. Queda abierto el debate fructífero.
@monsalve