Regional
Arsenal de huecos y fugas de agua en las calles de Palo Gordo
3 de septiembre de 2021
Partiendo desde Las Vegas de Táriba, exactamente a la altura de un establecimiento de una reconocida cadena de supermercados, a pocos metros de allí, hay una ‘Y’ que por un lado nos lleva a Palo Gordo y por el otro a las aldeas Arjona y Sabaneta, rumbo a Cordero, pero justo en ese punto comienza la travesía donde resaltan los huecos.
Como respuesta a las solicitudes de vecinos y visitantes de Palo Gordo, municipio Cárdenas, un equipo de Diario La Nación hizo un recorrido por esa zona. Conversó con habitantes de los diferentes sectores establecidos en esa comunidad. En su totalidad, se quejaron por las condiciones de la vialidad.
Comprendimos que era imposible contar los huecos del camino. Un área de al menos 5 por 4 metros obliga a los conductores a reducir al máximo la velocidad y pasar con extremo cuidado, por el desgaste del concreto.
Jhon Alarcón, que trabaja como mototaxista, junto a su compañero de labores, dijo que hace aproximadamente dos meses un equipo de la gobernación hizo un levantamiento de asfalto, pero por problemas con la maquinaria se fue y no regresó.
“A los pocos días, el Protectorado echó asfalto frío, pero eso no duró nada porque las lluvias se lo llevaron. Hace pocos días, la alcaldía de Cárdenas asfaltó, pero ya se está desgastando”, sostuvo Alarcón y explicó que cuando llueve en abundancia baja muchísima agua por la cuesta y como el material no es apto para aguantar ese impacto, se vuelve a levantar.
Para ir a Palo Gordo, desde ese sitio, hay que subir una muy inclinada regresiva, conocida como cuesta La Molina. Desde su inicio, hasta unos 500 metros hacia arriba, el cemento está desgastado, erosionado, quebrado; incluso, entre las ranuras ha crecido el monte. Los carros evitan caer en los desperfectos de la vía y para ello invaden la vía contraria, pero eso podría ocasionar un choque.
Además, el pasto de los terrenos adyacentes al camino está crecido e invadió la cuneta por ambos lados, cuya finalidad, pareciera ser canalizar el agua, pero lo más probable es que no esté cumpliendo el cometido porque está tapada. Este panorama se puede apreciar hasta llegar a la urbanización Luna Mar, cerca del Trapiche.
La arteria vial que conduce a Zapatoca no escapa de los continuos agujeros. En la calle 2, sector El Araguaney de Palo Gordo, el paisaje se repite; además, hay un bote de agua continuo que acelera el desgaste del concreto.
Carmen Moncada, una pequeña comerciante de la localidad, afirmó desconocer el origen del agua que corre libremente, pero teme que ese líquido siga dañando la calle y vuelva a abrir los huecos tapados por la misma comunidad. “De tanto caerle agua al tarro se rompe”, expresó.
Luego, un poco más arriba de la Escuela Bolivariana de Palo Gordo, en la entrada de Zapatoca, un conjunto de huecos de varios tamaños fue creciendo, hasta formar unos de mayor dimensión. Allí, Brayan Gómez comentó que ese imperfecto de la vialidad se formó por un trabajo de reparación de un bote de agua. Según explican los lugareños, se ha ido destapando poco a poco.
Gómez afirmó que desde hace unos tres años se presenta el problema y los vehículos van sufriendo daños; además, la falta de alumbrado público ha provocado accidentes de motorizados durante la noche.
Por su parte, Juan Gabriel Mora, vecino del lugar, añadió que la lluvia y los carros sacan el relleno. “Hemos visto cómo algunos carros se quedan varados”.
Una gran obra
Al continuar el recorrido llegamos a Villa del Prado, sectores 2, 3 y 4. Allí estaba un letrero, en medio de la calle, que decía en tres líneas: “aire acondicionado, repuesto, electroauto”, que trancaba el paso vehicular. Al otro extremo de la calle, otros objetos, como potes y tobos, cumplían la misma función.
Unos hombres hacían un bacheo artesanal con materiales que aseveran estaban botados por las carreteras y los van recogiendo. Ellos tapan los huecos con asfalto reutilizado, pero no se trata de lanzar ese material al agujero, es algo más complejo, más trabajado.
El material que vierten es el resultado de combinar trozos de asfalto que han encontrado, aceite quemado y gasolina. Esos tres componentes son sometidos a altas temperaturas para lograr la mezcla que requieren.
José Ángel Rangel, uno de los vecinos voluntarios que trabajan por el bienestar de la comunidad, explicó que hacen esa obra desde hace algunos días. Ya terminaron una de las calles y continuaron con la principal.
Aseguran que tomaron la decisión de ejecutar esa dura faena porque transitar era prácticamente imposible por la mala condición de las calles. “La semana pasada tapamos los huecos de esta cuadra, que eran muchos”, señaló Jairo Méndez y agregó que una filtración de agua ocasionó el desastre.
“Tenemos alcalde, pero no sabe tapar huecos. No le duele el pueblo, porque dejó acabar Cárdenas, no se preocupa por las necesidades de la gente. La comunidad es la que está tapando los huecos. Son tres señores que hacen el trabajo”, dijo Nelsy Olaya, vecina de Villa del Prado, y agregó que algunos vecinos ayudan para comprar la gasolina y el gasoil; otros con un refresco; afirma que no es mucho, pero humildemente dan lo que pueden, y agradece la obra de los tres señores, porque estaban llenos de huecos.
Abundan los botes de aguas negras y servidas
Más adelante, en la calle Los Alpes, a la altura de la urbanización La Trinidad, el agua fluye libremente por la calle. Mónica Morales, habitante del sector, señaló que hay dos botes de agua que perjudican a toda la comunidad, porque uno es de aguas blancas y proviene de una calle vecina.
Según ella, Hidrosuroeste acudió al sitio, hizo la inspección y determinó que el problema se origina en una de las casas, pero lo adecuado es cambiar el sistema de tubería, aunque la vivienda está prácticamente sola. Mientras tanto, la calle sigue el proceso de destrucción.
En cuanto a las aguas servidas, Morales apuntó que el sistema colapsó hace unos dos meses y hasta el momento ningún organismo se ha ocupado de la avería. “Cuando llueve todo se llena de agua. No sé precisamente el origen, pero en la esquina se ve cuando burbujea”, expresó.
Las secuelas de las aguas, blancas, negras o pluviales, se sienten en casi todo Palo Gordo, hacia Altos de Paramillo, y en la avenida principal El Toico, sector La Tomatera, viven la misma historia.
En la profunda oscuridad de la noche, cuando todos están en pleno descanso, ¡pum! Se escucha un estruendo, un fuerte ruido que asusta hasta a quien está en el más profundo de los sueños.
Esa es la sensación que Victoriano Contreras y otros vecinos sienten cada vez que, bien entrada la noche, los carros caen sorpresivamente en el imperfecto de la carretera, producto de trabajos hechos por Hidrosuroeste para reparar otro bote de aguas blancas.
Los residentes del lugar sostienen que el alumbrado público no existe desde hace varios años, por eso las noches son más tenebrosas y la probabilidad de sufrir un accidente se incrementa.
Un poco más abajo, tal vez a menos de 100 metros, justo donde está un poste, una alcantarilla mortifica a los habitantes de la avenida principal El Toico, porque se rebosa, sobre todo cuando llueve. “Uno tiene que pasar por ahí y la hediondez es insoportable. Para mí, algo tiene que estar tapado”, señaló Nora Andrade.
Al seguir el curso, llegamos a la popular Calle del Medio, pocos metros adentro se puede apreciar, en el asfalto de la calle, una especie de inmensa cruz. Es la huella que quedó de un trabajo de reparación de algún tubo de agua.
Al igual que las demás “cicatrices” de Palo Gordo y sus alrededores, esta no sanó correctamente y es posible que en poco tiempo la lluvia y el transitar de los vehículos comiencen a desgastar el remiendo. Al menos, eso piensan los conductores que diariamente circulan por el lugar.
Carretera Trasandina
Luego recorrimos parte de la Trasandina, corredor que conecta con la zona industrial de Paramillo. Por esa ruta llegamos a la calle principal de Gallardín, justo en esa zona hay un grave problema producto del colapso de las aguas servidas.
En el punto más crítico, unos cauchos tapan parte del orificio que está a una orilla de la carretera y que ha sido causante de diversos accidentes.
Puntualmente, la afectación se encuentra en el sector Balbuena, donde la gente vive angustiada por un hundimiento causado por el sistema de cloacas, que incluso ya perjudicó algunas viviendas.
Marta Rangel contó que hace pocos días un motorizado cayó y se golpeó muy duro, pues la ausencia de alumbrado público no ayuda a los conductores. De acuerdo con su relato, se trata de una boca de visita sin tapa, porque la misma fuerza del agua la botó. “Hidrosuroeste ha venido, destapa, mira y se va. No dicen nada”, afirmó Marta.
El daño del sistema de cloacas abrió un profundo hueco en la entrada de una de las viviendas, y las familias aseguran que tienen miedo de que siga avanzando, por lo que esperan con ansias que algún organismos se acerque y solucione este problema que pone en riesgo las casas y los habitantes del sector Balbuena, calle principal de Gallardín, carretera Transandina. “Se han hecho muchos reportes, pero nada, nadie viene”, comentó Marta Rangel y pidió a la alcaldía de Cárdenas, Hidrosuroeste o al organismo competente, actuar antes de que sea muy tarde. Bleima Márquez