Regional

Justifican transportistas alzas de pasaje

8 de septiembre de 2021

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Aunque ambos pertenecen a un ámbito donde el costo de la vida se sale de control bajo la égida del dólar, transportistas y pasajeros representan posiciones irreconciliables en lo que al aumento del pasaje en el municipio San Cristóbal se refiere. Más que esperar la decisión legal, es el peso de la costumbre o la magnitud del rechazo lo que por ahora hará efectivo un alza del 50 %, que por los momentos pareciera afectar al área metropolitana de San Cristóbal.


Por Freddy Omar Durán

Mientras los conductores alegan que en el escandaloso incremento del costo de la vida su trabajo termina pagando los platos rotos, los pasajeros se quejan de ser el eslabón débil e indefenso de la cadena inflacionaria, y que pagar pasajes a altos costos incluso les lleva a cuestionar la rentabilidad de sus empleos.

La mañana de este martes de semana radical un centro escaso del afluente humano se reflejaba en unas busetas que en sus paradas se negaban despegar, hasta no contar con el cupo suficiente. Mientras los habitantes de poblaciones fuera de San Cristóbal declaraban estar pagando similares tarifas a las que para esas rutas se han venido aplicando, dentro del casco urbano de la capital tachirense el aumento sigue en pie, pese a no estar autorizado desde la alcaldía o el Ministerio del Transporte.

Encuestados transportistas y ciudadanos de pie, más que declarados como partes en guerra, se consideran distintos en los modos de afrontar sus propias afanes, en los que “cada quien se arropa hasta donde la cobija le alcance”.

Gasolina y repuestos

Uno de los avances de una de las líneas que cubren las rutas urbanas del este de San Cristóbal considera que una gasolina que se compra mayoritariamente en el mercado negro, y unos precios de repuestos en dólares, obligaron el alza.

—Aumentan en todos lados y nadie dice nada; aumentan el pasaje y todo el mundo “chilla”. Fíjese los cauchos: nos los estaban vendiendo a 120 dólares y ahora hay que pagar 290 dólares, y no se consiguen. Mi patrón ya anda averiguando por Valencia para conseguirse unos usados. El carro duró parado 5 meses, mientras se resolvía lo del arreglo en fiscalía, ya que sufrió un accidente de tránsito. Con lo que se está haciendo diario, no alcanza ni para reparar la buseta. No da la base — expresó.

Nelson Pinto: Al principio es duro y la gente reclama, pero luego todos se van acostumbrando. (Foto/Gustavo Delgado)

Agregó que “nosotros echamos combustible una vez a la semana, de resto tenemos que “recomprar” el gasoil. Una pimpina de 20 litros nos la están vendiendo en 30 mil pesos, y hay que adquirir dos pimpinas para trabajar el día, y con tan pocos pasajeros que movilizamos, especialmente en semana rígida, diariamente no ganamos 30 mil pesos. El aceite de motor, de 10 mil pesos el litro nos lo subieron a 19 mil”.

Aceptó el chofer entrevistado que este aumento ha representado una disminución de los viajes, y que por falta de pasajeros estuvo inmovilizado casi toda la mañana de este martes

—Nosotros mismos, como choferes, debemos hacer de mecánicos, porque muchas veces no hay la manera de conseguir uno, y el dueño le echa la mano a uno por eso arreglos que hay que hacer de vez en cuando. Uno entiende la situación del pueblo, que es muy difícil, sabemos que el que cobra un sueldo mínimo no le alcanza; pero igualito, ¿quién nos entiende a nosotros? En esta situación, legal, legal, estamos trabajando 10 unidades, y movilizamos un promedio de 150 pasajeros, que son los que bajan a trabajar y luego vuelven a sus casas en la tarde: de resto, vacío para arriba y vacío para abajo. Uno entiende que más de uno, si vive en la parte alta, baja a pie para ahorrarse el pasaje, y paga mejor el de subida— agregó.

Para el conductor Nelson Pinto, el comportamiento del usuario ha sido “normal” en estas circunstancias: la inicial renuencia, la invocación a una “mítica gaceta” y la vivencia de la psicología del duelo aplicado a su propio bolsillo, hasta llegar a la etapa de aceptación.

—Uno sabe que al principio es duro, que viene la “formadera de pleito”. Unos pagan; otros no, y hay quienes de buena manera te dicen que no les alcanza, y uno lo deja así. De todas maneras, tarde o temprano, la gente paga el aumento. Pero a la larga, todo está subiendo aquí, los productos alimenticios, los repuestos, todo. Está todo duro, ya ni pesos quieren recibir, porque ahora todo es en dólares. Por solo desmontarte un tren delantero para un arreglo, un mecánico te puede cobrar 80 mil pesos— afirmó Pinto.

El trabajador lleva la peor parte

Si bien admiten los transportistas que la mayoría de pasajeros la constituyen trabajadores obligados a cumplir horario y la ocupación de sus puestos de trabajo, incluso en semana rígida, estos son los que menos se consideran solventes para aguantar un alza del pasaje del 50 %, de la que nadie garantiza no se repetirá en los próximos días.

Nelly Díaz: Las dos partes se ven afectadas con los aumentos. (Foto/Gustavo Delgado)

—Uno reconoce que el transportista necesita, pero nosotros, como usuarios, somos los que siempre pagamos los platos rotos. Somos los que menos recibimos, y somos los que tenemos que pagar el aumento. Yo soy empleado público, y todos sabemos lo que gana un empleado público, y por eso las oficinas de las instituciones públicas se están quedando solas. El sueldo en bolívares no alcanza ni para el pasaje, que hay que pagarlo en pesos— sostuvo Nelly Díaz.

A Ramón Sepúlveda, quien bien temprano se vino de Pericos para colocarse la vacuna anticovid-19 en el Antituberculoso, aprovechando la jornada especial para las personas de la tercera edad, llegar de las afueras de San Cristóbal le costó apenas mil pesos, pero a eso deberá sumar mil quinientos más para llegar al anhelado destino.

—Debería el señor alcalde de San Cristóbal ser más benévolo con nosotros, los ciudadanos de a pie, y no permitir este tipo de aumentos. A veces no hay ni busetas suficientes para poder movernos de un lugar a otro de la ciudad, afirmó Sepúlveda.

Elci Ramírez: En este país no se cumple la ley, cada quien hace lo que le provoca. (Foto/ Gustavo Delgado)

Más allá del hecho del alza, a la señora Elci Ramírez le molesta la total ausencia del estado de derecho, para las cosas más fundamentales del venezolano, como son las que corresponden a su elemental condición de superviviente.

—Me afecta mucho porque yo soy incapacitada, yo soy pensionada, y nuestro poder adquisitivo no da para tanto. Yo porque me movilizo a pie, yo no tengo tres mil pesos, y me voy a devolver también a pie; pero muchos diariamente tienen que pagar hasta 4 pasajes y eso es imposible para alguien con un mínimo. Debieron haber hecho un estudio previo, antes de que esto ocurriera. Pero en este país las leyes no se cumplen, cada quien hace lo que mejor le complazca— acotó Ramírez.

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