Carlos Orozco Carrero
Rafael Sánchez, artista plástico y profesor de La Universidad de los Andes, nos muestra una recopilación de caricaturas sobre personajes representativos del quehacer cotidiano que se desarrolla en la ciudad de La Grita. Músicos, comerciantes, artistas, deportistas, conversadores de estilo pueblano y mucha gente que se identifica con este valle extraordinario, se ven reflejados en cotidiano y extraordinario portafolio artístico. Es reconocerse ante el vecindario, cariños.
El bombillo del poste que alumbraba la callecita en sereno nocturno se quemó. Había que ofrecer la serenata entre lo oscuro y soltar el acorde de un bolero sublime para inundar el ambiente con amores de estudiante. La letra de “Cómo se van las noches” de Daniel Santos, la tenía Otoniel Ramírez en una hoja con letra grande. Dos vueltas a la introducción y no empezaba la voz cantora a manifestarse. Manuel Contreras salió, emergente, con un fósforo, a iluminar la hermosa letra de la canción dedicada a la amada que esperaba tras la ventana. Hubo que buscar otra cajita de cerillos y un alivio para las quemaduras de nuestro amigo. Todavía hay amores en esas hendijas.
Esas guerras contra poblaciones inocentes deben cambiar de procedimientos y estilos. Comenta el viejo Ambrosio que hay que buscar firmas para que los que cargan odios milenarios entre sus entrañas y sus enemigos mortales se pongan de acuerdo y ubiquen el centro de sus deseos de sangre en algunos territorios neutrales, con publicidad incluida para promover el evento y transmitir a todo el planeta una conflagración sabrosa entre ellos. Sería machete ver a todos los grandes constructores de armas dirigirse a algún desierto con su arsenal y esperar la señal para entrarse a piña a ver quién queda. Eso sí, nada de armas nucleares, porque quedaríamos todos los habitantes del planeta esperando el segundo round en la otra vida. Millones de inocentes lo van a agradecer, cariños.
El muchacho puso un reflector en la parte de atrás de su casita en el páramo de Las Porqueras. Esperaba a que todos se acostaran y que la oscuridad total de la noche arropara el ambiente helado del lugar para dar rienda suelta a los contactos con sus panas del alto firmamento. A esa hora era el dueño de aquellos cerros hermosos. Había codificado los golpes de luz en lapsos cortos de tres en tres. Esperaba un rato y, al cabo de una media hora, obtenía respuesta desde una preciosa estrella que alumbraba en destellos repetidos, también de tres en tres. A veces esa luz jugaba con movimientos lentos para complacer al muchacho paramero. Un día me dijo con voz baja en la plaza Jáuregui: – No han vuelto a pasar desde hace unos doce días, Carreto. También ofreció mostrarme algunos objetos que le dejaron cerca de su casita campesina. Tengo que guardar el secreto. -¡Qué nervios!
Sopa suculenta de arveja, palos de costilla de puerco, arepitas tostadas y café negro en jarro escarolado, es un plato exquisito de la culinaria en Pregonero. En la casa del estanco estos condumios agarran un sabor superior para transportarse a tiempos únicos dentro de nuestra historia uribantina. Me da pena con ustedes, señores, pero tengo que decirles de esta maravilla en el pueblo más lindo. – Pa´que aprendan a tener pueblo, dice Yulio.