Francisco Arias Cárdenas
Los mismos eventos del presente. Las acusaciones entre actores de la propia oposición van dando cuenta de la urgencia que tenemos para retornar a la racionalidad, a la lógica tan urgente para nuestra nación, para la vida con normalidad, es decir, con decoro, con decencia de todos los ciudadanos de nuestro país.
El «descocamiento» nos ha afectado a todos. Afecta el gobierno y afecta el cumplimiento a quien lleva la responsabilidad del servicio. Impide la evaluación del desempeño, el juicio claro para definir eficiencia y cumplimiento.
Nos mete en un estado de «guerra defensiva», que justifica todo y da también margen para la acción a conductas poco éticas de funcionarios nuestros que, en nombre de la revolución, han manchado el mensaje de ética y de valores que despertamos con Chávez.
La locura de la improvisación y los atajos, a que hemos estado sometidos, por el grupo de dirigentes que definió la «ruta» de la rabia y la destrucción, no permite el funcionamiento de las instituciones.
Solo el interés nacional ha sido acicate para que asumiéramos la línea del diálogo y el acuerdo. Solo el interés nacional ha sido acicate para el que el presidente Maduro asumiera esta vía del diálogo y de los acuerdos.
Es cierto que merecen todo el castigo los que se han empeñado, sin posibilidades de enmienda, en la violencia destructiva. Los que cultivan la rabia y el odio ciego como razón para la vida y la acción política. Pero será el pueblo quien se encargue, además, sin duda, de la justicia divina en la que confiamos y tenemos seguridad de que actúa.
La victoria es la paz. La victoria es la concordia. Ha dicho de forma repetida el presidente, que no van a pararnos de la mesa de negociaciones, ni las torpezas de un embajador, que apoya un gobierno que no gobierna, con sede en la capital del virreinato que ya no es.
Tampoco van a pararnos los supuestos «amigos» que han sacado provecho de esta guerra sin piedad contra el pueblo venezolano.
La paz es estabilidad, la paz es trabajo eficiente y valoración del esfuerzo de cada uno, rendición de cuentas al pueblo de lo que cada uno hacemos dentro de nuestras obligaciones en el marco de la Constitución. La búsqueda de la paz es en este momento el nombre de la revolución.