Gustavo Paolini
La frontera del Táchira con Colombia, que aún sigue siendo la más dinámica de Latinoamérica, pero por las trochas, desde el lunes 4 de octubre tiene dos realidades: no tiene obstáculos físicos en su principal puente binacional, el Simón Bolívar, pero sigue cerrada.
Los toneles pintados con los colores de la bandera nacional, para que se vieran quizás más bonitos, ya no están. Fueron retirados con un montacarga el lunes 4 de octubre del puente internacional que lleva el nombre del libertador de América, y el viernes 8 hicieron lo mismo con los toneles puestos en el puente de Ureña, Francisco de Paula Santander.
Se dijo, por parte del Gobierno Nacional, que se retiraban los contenedores, valga recordar que ellos mismos los instalaron en los puentes, para abrir el comercio binacional con Colombia y que la apertura sería gradual…la peatonal, para luego.
Hasta la fecha de publicación de este artículo, hay dos realidades: no hay contenedores en los puentes, pero la frontera sigue cerrada. No ha pasado, que se sepa públicamente, el primer camión con mercancía de Venezuela a Colombia o en ruta contraria, por lo de la integración.
La otra realidad es que no hay paso peatonal. Los cientos de personas que diario pasan a Colombia y en su mayoría regresan, lo deben hacer por las trochas o caminos verdes. Trochas que están a la vista de todos, que habría que hasta agradecer que no permiten la incomunicación total con el país vecino.
La gente común y corriente, que no tiene lo que en Venezuela se conoce como “palanca” o para pagar debe caminar, mojarse, someterse al peligro que es una trocha.
Seguramente las autoridades dirán; está abierta para estudiantes y personas con récipe médicos, pero se sabe que al Norte de Santander cruzan diariamente cientos de personas que no tienen necesariamente esos dos parámetros, pero que deben ir a Colombia.
En descargo las autoridades del gobierno nacional, dijeron a los medios de comunicación social que la frontera se abrirá para los peatones, cuando el 70 % de la población esté vacunada, por protocolos de bioseguridad.
Muchas personas comentan que los puentes tendrán paso libre para el colectivo, cuando la campaña esté más adelantada o, simplemente, cuando alguien poderoso lo decida.
Abrir la frontera, que la gente pase en fila, ordenadamente, mostrando el récipe de vacuna, debe ser una prioridad para ese pueblo tachirense sufrido y que, aunque lo prohíban, cruza a su vecino país.
La frontera, por hoy sigue cerrada. Lo demás es como decía un candidato presidencial: cháchara.
Por el respeto a la vida, el derecho a la vida y a la libre movilidad, den el segundo paso: abrir el paso peatonal… para todos.