Debe tener siempre la última palabra, la que decide qué se debe hacer y cuál rumbo tomar; y es que, precisamente, el pueblo no está decidiendo nada en medio de esta profunda crisis que vivimos los venezolanos. Solo comparable, comenta el profesor Omar Contreras Molina, “con los episodios de la Guerra Federal (asaltos a haciendas, hatos, fincas, muertes por violencia desatada, saqueos, violaciones, sin que la fuerza pública pueda contenerlos”).
En Venezuela se impuso un modelo comunista, esta crisis que padecemos es la crisis inducida para arrasar lo conocido y surja el Estado comunal, que es como disfrazan ahora el comunismo. ¿Desde dónde imponen las leyes comunistas hoy? Antes desde la Asamblea Nacional roja-rojita, ahora que perdieron el control de la AN, y luego de incapacitarla desde el TSJ, las imponen desde la ilegal Asamblea Nacional Constituyente. ¿Puede un presidente legislar sobre materias económicas? No, salvo que tenga una ley habilitante. ¿Le daría una ley habilitante la actual ANC a un presidente de oposición? No, no se la daría. ¿El presidente está sometido a la ANC? Sí, sí está sometido; de hecho, los partidos de oposición acatan sus dictados y es allí donde se juramentaron gobernadores y alcaldes, incluidos los de oposición. ¿Una elección presidencial puede sacarnos de la crisis? No nos puede sacar. ¿Quién puede cambiar las circunstancias actuales? La Asamblea Nacional, si tuviese las 2/3 partes de sus integrantes, como se tenían antes de que la oposición en un diálogo aceptara la desincorporación de los diputados de Amazonas.
¿El diálogo puede resolver la crisis? No, la crisis fundamentalmente responde a un cambio radical del modelo económico, y eso no está en la agenda del diálogo. ¿Está usted en contra de las elecciones? Pues fíjese, una elección no indica que estemos en democracia, en Cuba este año tendrán elecciones, pero en Cuba no hay democracia. En Venezuela corremos el riesgo de participar en unas elecciones donde atornillamos el modelo que decimos adversar. ¿Es democrático el Gobierno? No, no lo es, aun cuando llegó por primera vez por vía democrática, paradójicamente, para acabarla y llegar a este modelo de izquierda militarista; dictadura de nuevo tipo, autoritaria y totalitaria.
El Estado venezolano está en disolución, para que surja el modelo de partido único. Inercialmente avanza el país a su paralización. El fracaso anunciado del diálogo y la crisis de conducción por parte de la oposición nos conducen a valorar nuevos escenarios.
La presión convertida en protesta por la supervivencia dirigida y no anarquizada es condición fundamental para que el Gobierno entre en mayores aprietos de los que tiene. Está sin dinero para financiar sus programas clientelares, ni tiene para mantener contentos a los integrantes de las fuerzas armadas.
La comunidad internacional tiene que cambiar la agenda, aumentar las sanciones a los “enchufados”, que les afecta que les congelen los dineros y bienes robados a la nación, con ello obligar no un diálogo, sino una negociación que con la protesta sea una tenaza para que acepte una transición. La comunidad internacional no aceptará que los venezolanos caigan de hambre en la calle, entramos ya en el callejón de la emergencia humanitaria, que conduce a la injerencia humanitaria, esto es, no se quedarán quietos.
Esa transición para que sea democrática, incluyente, con vocación de reencuentro, debe contar con la participación ciudadana. Ahora sí, de carácter electoral, ya que se trataría de un nuevo CNE negociado imparcial o en su defecto una instancia creada para tal fin y que en ejercicio del voto se elija una nueva Asamblea Constituyente originaria, para que declare y sustituya los integrantes de todos los poderes públicos, designe un gobierno de transición y elabore una nueva Constitución, para posteriormente convocar unas elecciones generales y que el país arranque la vida civil con una 6ta república. La Alianza Nacional Constituyente está promoviendo esta solución. Lo invito a sumarse.
(Carlos Casanova)