Hay una sola vida, y es muy corta, si pensamos en la evolución de la humanidad. Por eso, debemos agradecer por tenerla, porque respiramos, porque existimos, porque recibimos y damos amor, el sentimiento más sublime, a la familia y a nuestros cercanos amigos. Podemos ver, escuchar, sentir, oler, degustar y hablar. Somos seres dotados de inteligencia, de raciocinio, que pensamos y aprendemos a pensar. Es cierto que la vida no está exenta de dificultades, de problemas, de obstáculos, de tragedias, pero podemos superarlos con la actitud con la cual los afrontamos. Toda oscuridad pierde sentido sino agradecemos también por esos vaivenes. Porque cuando sufrimos una penosa enfermedad, nos llega una quiebra económica o caemos sentimental o emocionalmente en una angustia que nos ahoga, es cuando debemos reflexionar que la Divina Providencia nos ha presentado esas circunstancias tal vez para darnos cuenta que las cosas que creíamos importantes, tal vez superfluas y materiales, carecen de sentido, no nos ayudan en nada a sortear esos avatares. Tal vez esas tormentas espirituales y emotivas se nos presentan para que obtengamos un gran aprendizaje de cómo reconducir nuestro recorrido existencial. Es posible que es en ese instante cuando nos hacemos conscientes que nunca pudimos estar aquí y ahora, pero quiso Dios regalarnos una cópula genial que hizo el milagro para que naciéramos y llegáramos a este mundo con sus alegrías y tristezas, pero que nos ha permitido reír, llorar, querer, compartir, conocer, apreciar.
Somos afortunados, porque en medio de este gigante universo que se mueve, Dios nos colocó aquí, para que conociéramos que es eso de “momentos de felicidad. Vivir feliz con lo que se posee no quiere decir que somos conformes, es saber vivir. Y se preguntará ¿qué es saber vivir? Es valorar cada etapa de la vida reconstruyendo lo bueno, lo hermoso, lo provechoso, lo que nos da ganancia. Podremos tener demasiadas restricciones materiales, pero somos seres libres para crear, descubrir o inventar un mundo a mi manera, que me define como humano, como persona llena de fantasías, de sueños, de proyectos, y con inteligencia para hacerlos realidad, con una imaginación que puede transformarme hacia el infinito, hacia lo que parece imposible, pero en verdad es realizable.
Soy agradecido porque he encontrado satisfacción en cada etapa que he vivido, ya que en cada una han ocurrido cosas que no fueron gratas y otras que me han llenado plenamente. De las no tan placenteras solo guardo lo aprendido. No me amarro a ese pasado. No me empecino en cargar recuerdos de experiencias negativas o dolorosas. Eso me desgastaría y me quitaría tiempo para disfrutar de otras oportunidades, me impedirían vivir al máximo de mis capacidades. En plena madurez, creo que el balance es lo que cuenta. Soy agradecido a la vida, pues en este balance la flecha es ascendente y azul.
Isaac Villamizar / [email protected]