Karelys Zambrano
Todo individuo tiene como principal característica la socialización, necesitando el apoyo de otras personas para desarrollarse y lograr la interdependencia y desempeñar diferentes roles dentro de una sociedad que evoluciona continuamente, buscando el bienestar.
Para lograr este propósito, el ser humano en el ejercicio de sus actividades pretende satisfacer necesidades materiales y económicas (vivienda, salud, alimentación, educación, entre otros) y aquellos relacionados con el desarrollo personal, social y emocional, encontrando todos los medios que sean oportunos para compensar sus demandas.
En este orden de ideas, la discapacidad de nacimiento o adquirida impone a quien posee la condición limitaciones que impiden la socialización y el desarrollo de sus capacidades, debido a el desconocimiento, la falta de oportunidades y a una adecuada legislación que garantice la accesibilidad.
En efecto, resulta oportuno señalar que la condición de discapacidad con más frecuencia de la que deseamos asigna a quienes convivimos con ella una sobre protección, impidiendo que por sí mismas podamos tomar decisiones propias, considerándonos como niños eternos si se trata de una discapacidad de nacimiento o que una vez adquirida la vida será a partir de ese momento limitada para obtener autonomía, permaneciendo a cargo de cuidadores y familiares. En extremo opuesto, están quienes nos creen como héroes que pese a nuestras limitaciones alcanzamos independencia personal y económica, observándonos como fuente de gran ejemplo y admiración.
En este sentido, conviene establecer que la discapacidad forma parte de las características que tenemos algunas personas como resultado de una deficiencia visual, auditiva, intelectual, física o mental que al interactuar con el entorno físico o social donde habitamos causan barreras que impiden el desarrollo e inclusión, lo que hace necesario buscar la permanente adaptación con la finalidad de conseguir el crecimiento y la participación activa que fomente la satisfacción de necesidades, la vida independiente y la productividad.
En esta constante búsqueda de accesibilidad de los entornos favoreciendo la eliminación de obstáculos, somos personas resilientes, capaces de adecuarnos a los roles de padres, estudiantes y trabajadores sin que la condición de discapacidad nos defina, coexistiendo como personas responsables de nuestra vida y bienestar, por tanto en el desempeño de las funciones queremos ser considerados como iguales, no pretendiendo que nos señalen como héroes o personas que requieren sobre protección o excesivos cuidados.
Para contribuir con el pleno desarrollo de quienes tenemos una discapacidad, es fundamental que se evite la estigmatización, considerándonos víctimas o seres carentes de raciocinio para resolver por cuenta propia cada situación, teniendo libertad de elegir si así lo deseamos como adultos la constitución de nuestra familia, la forma en la que preferimos disfrutar la sexualidad, la independencia económica, entre otros, garantizando la autonomía sin que se irrumpa en la toma de decisiones y manera de actuar permitiendo que cada persona pueda asumir la responsabilidad de sus acciones con libre albedrío y sin restricciones.
Lo anteriormente indicado se alcanzará si se organizan y se originan medios a través de los cuales se pueda potenciar las capacidades, tomando en consideración el tipo y grado de discapacidad y las necesidades individuales de cada persona, generando espacios de oportunidades e inclusión social, educativa y laboral.
Quienes vivimos con una discapacidad en su gran mayoría queremos ser personas activas, participativas y productivas, capaces de generar nuestros propios ingresos, sin depender de un estado, una sociedad o una familia paternalista que se encargue de la satisfacción de necesidades y de la permanente elección del modo de vida que consideren más oportuno.
En el día internacional de las personas con discapacidad, quiero hacer un llamado a la reflexión con el propósito de que seamos tomados en cuenta para la construcción de los escenarios adecuados a través de los cuales se puedan producir cambios en beneficio de un sector minoritario pero no especial ni diferente a los demás, que merece respeto y tiene derecho a la igualdad de condiciones y oportunidades que permitan el crecimiento integral, eliminando aquellas limitaciones que impiden el desarrollo de nuestras capacidades y el disfrute del bienestar y una vida plena.
Con voluntad, solidaridad, empatía, compromiso, y trabajo en común se fortalecerán los pilares fundamentales que podrán construir un mundo donde no existan un ustedes y nosotros como grupos distintos y separados ni se resalten las deficiencias o diferencias, sino por el contrario un espacio en común donde podamos crecer unidos en amor, respeto, empatía y solidaridad.
Esta alianza permitirá cuando lo consideremos oportuno buscar el apoyo para el desarrollo de aquellas actividades que en nuestra condición de discapacidad no podemos realizar en forma autónoma, para alcanzar metas o cumplir sueños, resaltando nuestras capacidades e incorporando todos aquellos elementos técnicos y tecnológicos que fomenten la accesibilidad.