Desde su llegada en 2012, sus documentos de identidad sirios han expirado.
Tendría que volver a Siria, país aún en guerra, para renovarlos, pero es imposible retomar el túnel hacia Egipto pues el ejército egipcio empezó a destruir algunas galerías subterráneas en 2012, y luego de forma masiva desde 2013.
Además, abandonó ilegalmente Egipto por Rafah, y sabe que sería detenido por carecer de papeles.
Los demás puntos fronterizos de salida están controlados por Israel, país oficialmente en guerra con Siria, y que impone un bloqueo a Gaza desde hace 15 años e impide a la población, salvo excepciones, salir y entrar.
Por eso, Imad se encuentra atrapado en un territorio socavado por la pobreza y el desempleo.
«No hay trabajo, ni acceso a la salud o la educación» se lamenta Imad, que a veces trabaja a tiempo parcial, y cuyos cinco hijos nacieron en Gaza y tampoco tienen documentos.
«Me sorprendió constatar que la situación en Gaza era peor que en Siria», agrega.
Ahora sabe que «Gaza es la mayor prisión del mundo. Si entras en Gaza, ya no puedes salir».
«Realmente miserable»
Más de la mitad de la población gazatí está compuesta por refugiados palestinos, que huyeron o fueron expulsados de sus tierras tras la creación de Israel en 1948, y dependen hoy de la ayuda de la ONU.
Pero la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (Unrwa) no considera que los refugiados sirios están bajo su responsabilidad, y solo los ayuda parcialmente.
«La Unrwa no reconoce a mis hijos, me dicen siempre +ustedes son refugiados sirios y nosotros nos ocupamos de refugiados palestinos+» relata Dunia al Miniaraw, esposa de Imad al Hasso, mujer afectada por varias enfermedades que no se puede tratar.
«Lo que vemos en Gaza es inimaginable: la situación es realmente miserable» dice Dunia.
Lina Mustafa Hasuym, de 52 años, una palestina que vivió antes en Siria, también llegó ilegalmente a Gaza a través de un túnel a fines de 2012, para visitar a su hermana.
Su estancia debía durar un mes pero se encontraron bloqueados en el enclave, ya que el túnel que tomaron fue cerrado. No hallaron otros y sus documentos han expirado.
«La vida en Gaza es muy difícil, es imposible viajar y trabajar. No hay estabilidad ni allá (en Siria) ni aquí», se lamenta.
Su hijo Nawras filma videos para otro refugiado sirio, Warif Qassem, un chef que ha montado una cadena Youtube donde da clases de cocina.
Qassem cofundó con otros refugiados una asociación para defender su causa ante las autoridades palestinas y del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados (Acnur)
El año pasado, el Acnur logró sacar a nueve familias sirias de Gaza a través del aeropuerto de Tel Aviv.
Qassem se alegra que los gazatíes sean acogedores hacia los sirios, pero reconoce que su situación es muy complicada.
«Hacemos lo que podemos para sortear las dificultades» asegura. AFP-
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