A pesar de las condiciones adversas, un equipo de caficultores del municipio Junín recuperó y abrió las puertas del Central de Beneficio Bramón
Norma Pérez Maldonado
Josué Córdoba tiene 72 años de edad; Valerio Galeano suma 68; Miguel Villamizar 60, y José Villán 52. Ellos son parte del equipo que decidió apostar por la reactivación del Central de Beneficio Bramón, en el municipio Junín. Tierra del café y de hombres emprendedores.
Su juventud acumulada es una ventaja para cumplir con la meta propuesta de dar un impulso a la actividad que conocen desde que nacieron. Gana la experiencia.
En la empresa, abandonada durante años, vuelve a escucharse el ruido de las máquinas y voces de los protagonistas de esta aventura compleja pero afortunada.
“El Central es de los caficultores, y el esfuerzo debe ser de todos. En nombre de Dios, saldremos adelante”. Así piensan quienes luchan contra la decepción reinante en un sector, otrora próspero y productivo.
El mayor número de productores atendidos está en el rango de una a cuatro hectáreas. Más allá de ofrecer un servicio, el éxito radica en restablecer la confianza. Es el renacer de la esperanza.
Los inicios
En marzo del año pasado se efectuó una reunión para revisar la situación y buscar alternativas. La aparición del covid-19 los obligó a hacer una pausa.
Hace cinco meses designaron una junta directiva, la cual preside José Villán. Se incorporaron 87 nuevos asociados, de los municipios Junín, Rafael Urdaneta y Bolívar.
Con recursos propios recuperaron las instalaciones, las cuales acondicionaron, y limpiaron de maleza las áreas externas. Repararon la maquinaria, trabajo que realizaron Miguel Villamizar, quien es el coordinador de control y seguimiento, y Josué Córdoba, tesorero de la organización.
“Había motores llenos de agua y máquinas dañadas. Hicimos los arreglos para que funcionaran. Hubo un gran apoyo de parte de José Perozo, propietario de Concafé”.
El proceso
El 4 de octubre iniciaron con 2 mil 500 kilos. Una vez que se entrega el café, se pesa y va al tanque de recepción, pasa a ser descerezado y lavado, en una acción simultánea que lleva el grano directamente al presecado por 18 horas. De allí sale el café pergamino para ir al secado. Veinticuatro horas después está el producto final, el café oro, el cual se almacena en los silos.
Las secadoras tienen una capacidad de 15 cargas, es decir diez mil kilos; este año la cosecha fue escasa y solo recibieron siete cargas, la mitad de lo que se requiere para cubrir la cantidad máxima de la máquina.
“La cosecha fue poca, procesamos el café, sí se puede funcionar. Para el año que viene, esperamos contar con equipos totalmente operativos. La próxima cosecha es en el mes de octubre”.
Los protagonistas
No son pocos los contratiempos: la pandemia, ausencia de apoyo oficial, falta de financiamiento, escasez y alto costo de insumos. PrevaleceN la voluntad férrea y la querencia por la tierra.
“Mi papá fue caficultor toda la vida; tenemos la finca que nos dejó y la hemos mantenido. Es una alegría esta acción que nos inspira y motiva. Nuestro propósito es que funcione, con los pocos recursos; luchamos para que la caficultura vuelva a ser el orgullo de nuestro municipio”, expresión de Josué Córdoba.
Valerio Galeano trabajó durante varios años en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, es productor de herencia y tradición: “Mi juguete era un baldecito que mis padres me amarraban a la cintura para que recogiera las pepitas de café que estaban en las ramas bajas”.
“Es urgente el financiamiento para el caficultor. Generamos empleo y cuidamos el ambiente, porque donde hay café hay un bosque. No abandonamos el campo”.
Miguel Villamizar también creció entre plantas de café, tarea que retoma con entusiasmo y así lo manifiesta: “Queremos que esto funcione y salir adelante. Sembrar y ver nuevamente las plantaciones con sus flores y sus frutos”.
Nativo de Maracaibo, con raíces tachirenses, José Villán se vinculó a la caficultura hace varios años; en el INIA se formó como viverista y semillerista; es el encargado de realizar las gestiones pertinentes ante los organismos oficiales.
Incondicional y colaboradora, completa este equipo Carmen Gamboa, secretaria de administración, quien considera su experiencia allí como un aprendizaje diario.
Presente y futuro
A la espera del periodo de cosecha, la Cooperativa permanece activa a través de diversas líneas de acción: venta de fertilizantes, herbicidas y otros insumos.
En proyecto, hacer germinadores para impulsar un vivero a un costo accesible. Tienen 20 kilos de semilla que se traducen en unas 60 mil plantas, para cubrir alrededor de 12 hectáreas.
“Queremos mantener abierto el Central, Cuando se habla de Junín en otros estados, la gente calla, por respeto a lo que aquí se generó en la historia del café”.
Para estos espíritus optimistas, es imprescindible mantener abiertas las puertas de la esperanza para la caficultura en el municipio Junín.