Un joven se dirigía este domingo, en horas de la noche, hacia la entrada de la trocha La Siete, en el barrio Lagunitas, en San Antonio del Táchira, cargado de costales con plástico para vender en La Parada, Colombia.
El peregrinaje del muchacho, que raya los 20 años, es común en la frontera colombo-venezolana. El ciudadano atraviesa la carrera 8, del referido barrio, hasta llegar a La Muralla, donde emprende la ruta por los sinuosos caminos verdes.
Como muchos, escogen la oscuridad de la noche para cruzar al vecino país. Esa misma ruta es tomada por los chatarreros, quienes, de madrugada, pasan por las trochas que no duermen.
El «rebusque», cubierto de riesgo, es el sostén de muchas familias que llegan a la zona en busca de una entrada, y ven en el plástico o chatarra una opción para sobrevivir.
El joven llevaba sus costales sobre una carretilla que alivia, en cierta medida, su tránsito.
Jonathan Maldonado