Johannesburgo, Sudáfrica | AFP | Se estimaban y respetaban, pero también se criticaban. Desmond Tutu, que falleció el domingo, y Nelson Mandela se unieron para vencer el apartheid en Sudáfrica, pero estas dos importantes figuras no siempre estuvieron de acuerdo en todo.
«Tenían una relación compleja, basada en el mismo compromiso por la justicia y una amistad profunda, que les permitía estar en desacuerdo», explica a la AFP el politólogo sudafricano William Gumede.
Tutu, el hombre de fe que sostenía la no violencia, infatigable perseguidor de injusticias, tenía la cruz como escudo contra el régimen racista.
Mandela, trece años mayor, se decidió por la lucha armada. Enemigo público número uno y preso político, permaneció encerrado 27 años.
El primero murió el domingo al amanecer, el segundo otro día de diciembre ocho años antes.
Defendieron, durante mucho tiempo – cada uno por su lado-, la misma causa. Mandela con la fuerza tranquila que lo caracterizaba y Tutu con su estilo voluble y encantador.
Ambos tenaces y carismáticos. Junto con otros camaradas, su acción combinada acabó con el apartheid hace treinta años.
Al salir de la cárcel en febrero de 1990, Nelson Mandela pasa su primera noche libre en la casa de Desmond Tutu, en Ciudad del Cabo.
En su autobiografía «Un largo camino hacia la libertad», Mandela cuenta que prefirió dormir en un barrio desheredado de Ciudad del Cabo antes que en «un barrio blanco».
En cuanto llega, toma a Tutu en sus brazos y la imagen de los dos hombres juntos marca la historia.
Mandela decía también de Tutu: «Si Desmond llega al paraíso y se le niega la entrada, entonces ninguno de nosotros podrá acceder».
– A veces estridente, a menudo tierna –
Elegido primer presidente negro de Sudáfrica en 1994, Mandela nombra a Tutu al frente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación encargada de esclarecer los crímenes del apartheid.
Uno al frente del país, el otro ocupado reconciliando la «Nación Arco Iris».
Desde el comienzo de esta transición post-apartheid, surgen disputas. El hombre de Iglesia denuncia los salarios, los coches de servicio y las ventajas de los ministros de Mandela.
Viendo en ello una reminiscencia de un sistema de privilegios heredado de la era colonial, el arzobispo de Ciudad del Cabo acusa a quien debe ser el presidente de una nueva era, de comportarse como un «político ordinario».
Según Tutu, Mandela tenía una falla: el ANC (el partido Congreso Nacional Africano). «Una debilidad mayor en alguien casi sin defectos», dijo en la radio.
El prelado reprocha al estadista no contener la corrupción en el partido en el poder. La desconfianza de Tutu hacia el ANC no dejará de agravarse con los sucesores de Mandela y también critica los errores de Thabo Mbeki en la lucha contra el sida.
Bajo la presidencia corrupta de Jacob Zuma, jura no volver a votar por el partido. A la muerte de Mandela en 2013, el ANC no lo invita a los funerales.
El escándalo y la humillación del arzobispo se hacen públicos y el partido se ve obligado a reconsiderar. Tutu finalmente dará la bendición en una ceremonia de homenaje en Soweto, agradeciendo a Dios por el «tesoro maravilloso» que fue Mandela.
El domingo por la tarde, el presidente Cyril Ramaphosa, evocando las críticas de monseñor Tutu hacia el ANC, apeló a Mandela, recordando que decía de Tutu: «Su voz es a veces estridente, a menudo tierna, nunca asustada y raramente desprovista de humor».