Néstor Melani
Hay que sentarse a leer “Los hechos de la Revolución Francesa” de Juan Úslar Pietri. Allí está Miranda, y las semillas de amor de Víctor Hugo…El novelista de las glorias de Francia…
Más de ir y venir, escuchar la Marsellesa y llegar hasta el Arco de Triunfo, para por fin leer el nombre de las ideologías de la libertad de América…
Muy cerca de la iglesia de la Magdalena está el lugar donde vivió el Divino Víctor Hugo. Y aún París le rinde su veneración. Mas su museo es impresionante porque, además de sus escritos, están las ilustraciones con las que él enseñaba a los ilustradores de sus obras literarias para que fuesen mucho mejor sus testimonios de escritor.
Víctor Hugo adoró al joven “Dandy”, llamado Simón Bolívar, y las expresiones de sus trajes y hasta el “Sombrero Bolívar” que fue de moda en París en su época.
Hablar de Víctor Hugo es entender su manifiesto social de la Francia de la revolución, como de los pobres de sus suburbios.
En la isla de Notre Dame.
Allí, en la hermosa catedral gótica vivía un inglés que era martillador de mármoles, esculpía estatuas, y poseía el defecto de ser jorobado. El novelista lo conoció y lo convirtió en “El Jorobado de Nuestra Señora de París”, mas de una pasión platónica del amor con la gitana. Y de los llantos del pueblo…
Recordar a Víctor Hugo es recordarlo desde Eugenio Delacroix en “La Libertad Guiando al Pueblo”, o desde la misma “Flora Tristán”, izando una bandera en la plaza de Vendome. Y ser la primera mujer socialista. Y más de eso, “Hija de Simón Bolívar”. Y desde estos momentos saber con lo más sentidos retratos de “Los Miserables”, desde las adoratrices del convento, hasta el hombre perseguido cuidando su hija. Desde los malditos terratenientes, hasta los pobres hambrientos…que aún habitan en los grises barrios de la ciudad del guerrero griego. Y donde los caballeros templarios trajeron desde palestina a la mujer adoración del rabino de Galilea…
Caminar por París es sentir a Víctor Hugo.
Leer sus frases maravillosas en los ojos de aquella humanidad y mirar la Torre Eiffel, que después de 1888 se convirtió en la verdadera “Dama de Hierro”, donde aún se dejaba gritar por secretos y los reclamos de Víctor Hugo…
Y aun este presente del amor del escritor por hablar de un romanticismo herido…
Quien continúa gritando desde Haití invadida por los franceses. De la huella perenne mutilando a México. Desde los marcados asimientos de África. Y de la Libertad que nació en Miranda en la Revolución Francesa. Donde Víctor Hugo habló detrás del obelisco egipcio que trajo Napoleón al lugar de la concordia…
Siempre recordaré el subir al campanario de Notre Dame. Y antes de entrar a la Basílica del Pináculo Gótico que incineraron anunciando la tragedia de un venir al mundo.
Allí, en uno de sus puentes sobre el río Sena, le compré a Ramón ElÍas, el guardador de los objetos y reliquias de La Grita. Porque son derechos de La Grita. Como lo es el sagrado Archivo.
“Una colección de estampillas”.
Y ayer un conocido me dijo: “Esas estampillas las tengo yo, me las vendió un muchacho”…
Me dio tristeza. Y mas de saberse de tantas presencias…lloró a torrentes el alma…
Que me perdone Dios por estar reclamando…
Y desde “Le Contemplations”, escribir el poema del notable poeta, novelista y dramaturgo, entre las espinas de una rosa…
Néstor Melani-Orozco (*)
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(*) Cronista de La Grita.
Artista Plástico.
Premio Internacional de Dibujo “ Joan Miro”-1987, Barcelona. España.
Director de Cultura del Municipio Jáuregui, 1988 -1998.
Maestro Honorario.
Doctor en Arte.
Premio Nacional del Libro-2O21.