2022, en el caso de Venezuela, puede denominarse como el año del “Crecimiento de la Burbuja de la Desigualdad”, concepto del economista Milanovic: Para 10 % de la población, el beneficio de una economía fraccionada vinculada al capital privado del comercio importador, y de la inversión foránea asociada al modelo de aparcería petrolera que sustenta y reproduce el régimen, mientras que, en contrapartida, 90 % de la población apenas podrá subsistir en pobreza con 10 % del ingreso nacional”.
Tal es el pronóstico para el año que recién comienza, expuesto en un trabajo del Centro de Investigación y Análisis Prospectivo, CIAP, organización no gubernamental especializada en el campo de los estudios prospectivos como herramienta de análisis económico, social y político del país, trabajo firmado por el economista tachirense, doctor Dilio Hernández, institución de la cual es director.
Hernández, quien conversó con La Nación, indica en el documento “Crecimiento de la Burbuja de la Desigualdad, Perspectivas Económicas 2022”, que este año se vislumbra con grandes interrogantes e incertidumbre para la economía mundial, nacional y regional. El impacto de la pandemia y sus variantes, dice, seguirá gravitando sobre la reactivación de las principales economías industrializadas cuya recuperación ha sido más lenta que la pronosticada en 2021, excepto para los sectores vinculados a las telecomunicaciones y servicios de productos terminados.
El crecimiento de estos países podrá llegar a 5 % y en países en vías de desarrollo, 4 %. Si la pandemia se debilita y el consumo mundial se recupera, el petróleo, podrá alcanzar un promedio de 60 $, el marcador Texas. América latina y el Caribe, podrán alcanzar un PIB promedio de 3 % con inflación promedio de 10 %.
Venezuela 2022
En este contexto, explica Hernández, el comportamiento de los principales indicadores retrospectivos de la economía estará determinado por varios aspectos, entre ellos,
la recuperación de la imagen internacional del país como actor político tanto desde el punto de vista institucional, jurídico y económico, que le permita acceso al financiamiento internacional y a la eliminación de las sanciones comerciales.
Otro factor es la recuperación real de la industria petrolera tanto en producción como comercialización y financiamiento, así como una política macroeconómica estable y responsable que termine de romper con el populismo clientelar y permita reducir los desequilibrios regionales, sectoriales y sociales desarrollados en estas dos décadas, que han impuesto un modelo de desigualdades en el cual 10 % usufructúa 90 % de la riqueza y 90 % se distribuye 10 % del ingreso.
Señala el experto que el PIB mantendrá su saldo negativo por décimo año consecutivo, entre 3 y 5 %, determinado por el débil crecimiento del sector privado en renglones claves como el agropecuario y el industrial, que difícilmente se recuperarán en corto plazo, afectados por la escasez de financiamiento, crisis del transporte, baja demanda interna y altos costos de insumos y salarios por la dolarización.
El sector público, indica, especialmente el petrolero que, pese a su crecimiento en torno al millón de barriles diarios, será insuficiente para superar el saldo negativo que viene arrastrando en los últimos años por las dificultades para inversión y mantenimiento de su estructura productiva, de comercialización y el peso de sus compromisos financieros internacionales.
Continúa el director del CIAP señalando que la Balanza de Pagos (BP) mostrará pocas variaciones en su tendencia a deteriorarse de los últimos años. La cuenta corriente continuará con un saldo negativo, las exportaciones petroleras favorecidas por los precios del crudo merey, referencia de Venezuela entre 50 y 55 $ y el repunte de la producción aportarán entre 7 y 9 mil millones de dólares; las importaciones mantendrán la tendencia alcista del último semestre 2021, basada en comercio importador y servicios de productos terminados, para alcanzar entre 10 mil y 12 mil millones de dólares.
La cuenta de servicios seguirá su histórico saldo negativo con un promedio superior a los 10 mil millones de dólares, agravado por el incumplimiento de los pagos del servicio de la deuda externa. La cuenta de transferencia se colocará entre 2.700 y 3.500 millones de dólares principalmente por las remesas y transferencias de ahorro externo que llegarán aproximadamente a 1,5 millones de familias, las que, en promedio, recibirán entre 150 y 200 $ al mes.
Inflación, dólar y empleo
En cuanto a la inflación, Hernández señala en el documento que la acumulada anual dependerá de tres componentes básicos. Uno, disminución del financiamiento del BCV al gasto interno de Pdvsa para cubrir sus operaciones, meta difícil de alcanzar si la industria aspira a elevar la producción con baja inversión foránea, limitada a los aliados internacionales del gobierno, como son Irán, Rusia y China.
En segundo lugar, la reducción del gasto público y mantenimiento de salarios pauperizados en el sector para contraer la demanda y tercero, desmonetización impulsada por la dolarización de facto para minimizar el uso de bolívares y la restricción del crédito bancario vía altos encajes. Si no hay variaciones en estas variables, especifica, la inflación acumulada en bolívares anual podría ubicarse entre 200 y 250 %, con inflación en dólares de entre 100 y 120 %.
Por otra parte, las reservas internacionales podrán ubicarse sobre 7 mil millones de dólares y la Tasa de cambio mostrará una tendencia alcista pese a la intervención del BCV en el mercado de divisas para contenerla y la política monetaria restrictiva del crédito bancario, al final de año se estima oscilará entre 12 y 15 Bs por dólar.
El empleo seguirá debilitado, tanto en el sector público como privado, en el primer caso como consecuencia de los bajos salarios que han reducido la nómina pública, la caída del gasto público y la inversión social y en el segundo por la baja inversión tanto interna como externa en los sectores claves como la industria y la construcción.
La tasa de desocupación se mantendrá alrededor de 50 % de la PEA, elevando el nivel de informalidad a más de 75 %. El mercado laboral seguirá afectado por la alta emigración de la población entre 15 y 50 años (60 % de la emigración) disminuyendo la oferta laboral en ambos sectores presionados por el bajo poder adquisitivo del salario mínimo que podría alcanzar los 50 $ en el público y 120 $ en el privado lejos del promedio de la región sudamericana 300 $ al mes.
Finalmente, los indicadores prospectivos (rendimientos de bonos, bolsa, tasa de interés, ventas al menor, precios de la vivienda y mercado inmobiliario, entre otros) de la evolución de la economía venezolana seguirán estando afectados por las expectativas políticas que no vislumbra grandes cambios para una salida a la crisis de gobernabilidad y la percepción de los actores internacionales, gobiernos, organismos internacionales e inversionistas, sobre la credibilidad de las instituciones, estabilidad política, seguridad jurídica de la inversión.
Datos
Algunos pronósticos del Centro de Investigación y Análisis Prospectivo, CIAP, para la economía venezolana en el año que recién comienza:
10 por ciento de la población se beneficiará de 90 % del ingreso nacional, mientras el restante 90 % de venezolanos se repartirá apenas 10 % de los recursos.
La oferta laboral seguirá disminuyendo en ambos sectores presionados por el bajo poder adquisitivo del salario mínimo, que podría alcanzar 50 $ en el sector público y 120 $ en el privado, aún lejos del promedio en la región sudamericana.
El dólar seguirá su tendencia alcista, y para final de año se estima estará entre 12 y 15 Bs por dólar.
Si no hay variaciones, la inflación anual acumulada en bolívares podría ubicarse entre 200 y 250 %, y en dólares, entre 100 y 120 %. La divisa oscilará entre 12 y 15 Bs.
Humberto Contreras