(AFP)El Ministerio Público investiga daños ecológicos causados por una controversial fiesta en uno de los tepuyes de Canaima, santuario natural en Venezuela reconocido por la Unesco como patrimonio de la humanidad, anunció este jueves el fiscal general, Tarek William Saab.
La fiesta en Kusari Tepuy, realizada en la noche del pasado viernes, levantó una oleada de críticas de organizaciones ecológicas, mientras se viralizaban en redes sociales videos y fotos de la celebración con personajes del ‘jet set’ local como Osmel Souza, quien fuera director por cuatro décadas del emblemático Miss Venezuela, un espectáculo con mucho prestigio en este país caribeño.
El Ministerio Público designó fiscales para «investigar los daños causados al parque nacional Canaima (Tepuy KUSARI) como consecuencia de una ‘fiesta’ organizada en dicho lugar por una empresa y un grupo de personas», publicó Saab en Twitter. Saab no mencionó nombres.
La ONG SOS Orinoco denunció que se trató de un festejo por el cumpleaños de un empresario designado por el Gobierno para el desarrollo del turismo en el país.
Los tepuyes son antiguas formaciones geológicas en la Amazonia de Venezuela y sus vecinos Colombia y Brasil, con especies animales y vegetales que solamente prosperan allí. El Salto Ángel, la cascada más alta del mundo (979 metros), está en Canaima.
Al ser reconocido el lugar como parque nacional, sostiene SOS Orinoco, están prohibidas por ley «las aglomeraciones de personas y cualquier actividad en densidades de más de una persona por cada treinta (30) metros cuadrados, así como el aterrizaje de aeronaves civiles en áreas no autorizadas para ello».
Los asistentes a la fiesta, de acuerdo con esta ONG, fueron llevados a la cima del tepuy en helicópteros.
«Un parque nacional es un espacio natural superlativo, excepcional, que pertenece a todos los venezolanos, que por su inmenso valor, no solo ecológico sino simbólico, debe ser tratado como un TEMPLO SAGRADO de la naturaleza», publicó en un comunicado SOS Orinoco, que subrayó además que los tepuyes son considerados sagrados por los indígenas de la etnia Pemón, habitantes originarios del área.