Opinión

El cáncer de la corrupción -Parte II-

14 de febrero de 2022

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Fredy Contreras Rodríguez
En la nota anterior se planteó como reflexión autocrítica -a propósito de la corrupción que permea al proceso bolivariano- volver al legado teórico de Chávez, mediante el análisis y estudio de nuestros documentos fundamentales, para aplicar dicho legado en la acción que se realiza desde el gobierno en todos sus niveles territoriales.
Las “líneas estratégicas de acción política” trazadas en 2011, desarrollaron las 3R y las llamaron 3R al cuadrado. Con ellas, Chávez plasma su profunda preocupación por el futuro del nuevo Estado venezolano y los peligros que lo acechan desde dentro. Planteó la necesidad de revisar, rectificar, reimpulsar, reunificar, repolitizar y repolarizar el esfuerzo societario, colectivo y dijo que ello implicaba “el reconocimiento de nuestros logros y de nuestras ventajas estratégicas frente al adversario, pero también de un conjunto de errores, deficiencias y obstáculos que podrían dificultar el logro del objetivo estratégico, que no es otro que consolidar el camino de la Revolución Bolivariana en su avance hacia el Socialismo” y evidentemente, la corrupción, la ineficiencia y el burocratismo son el centro de los errores, deficiencias y obstáculos aludidos, que a diario sortea nuestra democracia socialista en constructo.
Las líneas estratégicas de acción política dicen que “nuestro reto inmediato es identificar esos obstáculos, combatirlos y superarlos para lograr la reunificación de todos los sujetos sociales y políticos que comparten los objetivos estratégicos y los valores sustantivos de la Revolución BolivarianaEl actual momento político y social exige de la militancia y de la dirigencia del PSUV audacia y honestidad para reafirmar y defender nuestros logros: la politización de la sociedad y el protagonismo popular, la inclusión social y el avance progresivo en la satisfacción de las necesidades humanas, la elevación de la conciencia de nuestro pueblo y el gran logro de la reconquista de la Independencia Nacional; pero también para encarar los problemas de diversa índole que afectan a nuestra organización: la burocratización, el oportunismo, el sectarismo, entre otros. Ignorarlos o subestimarlos solo contribuiría al debilitamiento del partido y, por ende, del futuro de la Revolución.”
La línea estratégica N° 1 -De la “cultura política capitalista” a la militancia socialista- es muy clara al reconocer que el PSUV desenvuelve su acción dentro del modelo capitalista y no deja de estar influido por su cultura “… cuyo origen es el modelo rentista petrolero que penetró el alma nacional. Esta “cultura capitalista” se expresa en el hecho de considerar que pertenecer a un partido equivale a “invertir” en él, a través de sus contribuciones financieras o con su trabajo militante, y que esa “inversión” debe ser “recompensada” o “remunerada” con puestos, cargos, prebendas o influencias en el Estado, en el terreno de los negocios o en el mismo partido. La fortaleza de la Revolución Bolivariana se sustenta, en buena medida, en la voluntad del máximo liderazgo de la Revolución, de enfrentar esta “cultura capitalista”… Sin embargo, a pesar de haber logrado preservar una amplia mayoría en la Asamblea Nacional en las últimas elecciones parlamentarias, los resultados pusieron en evidencia algunas fallas en el funcionamiento del PSUV y su vinculación con la base social de apoyo a la Revolución. Entre las posibles causas de esta situación, podemos verificar, en mayor o menor medida, algunas actitudes o desviaciones características de los partidos tradicionales, tales como el burocratismo, el oportunismo, el sectarismo, el nepotismo y el gradual alejamiento de la base social bolivariana, resultantes de la persistencia de la “cultura capitalista” en el seno de la sociedad. Esta cultura es reproducida a lo interno del Partido, y se expresa en que algunos sectores lo conciben como un medio para el “ascenso social” de los y las militantes con responsabilidades de dirección a distintos niveles. Algunos camaradas se consideran líderes absolutos e indiscutibles en sus espacios, y asumen la discrecionalidad de excluir del Partido, y hasta de la Revolución, a quienes se atrevan a diferir o a disentir de ellos y ellas. De acentuarse este tipo de comportamiento, el PSUV podría terminar convertido en un partido/iglesia, una suerte de “guía de las masas incultas”, que considera a sus militantes y a las diversas formas de organización popular como simples correas de transmisión de la línea indiscutible de los nuevos “sacerdotes”. De seguirse este camino, estas prácticas debilitarán la base social de apoyo a la Revolución Bolivariana”.   Continuará.
Ingeniero industrial. Agricultor urbano.

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