Opinión

El cáncer de la corrupción -parte IV-

28 de febrero de 2022

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Fredy Contreras Rodríguez

Teóricamente, la lucha contra la corrupción, el burocratismo y la ineficiencia es un eje transversal en el dossier ideológico documental del PSUV. En los estatutos, la Declaración de Principios, las líneas estratégicas de acción política, las tesis programáticas, las 3R de Chávez, el Golpe de Timón y hasta en el Plan de La Patria -ley de la República- , se aborda  el lastre de la corrupción como elemento-parte de la cultura liberal burguesa, que debe ser sustituida por la cultura socialista, cuya base ética está sustentada en los principios del Humanismo, corriente del pensamiento universal  soportada en la honestidad, el sentido comunitario, la responsabilidad, la solidaridad y la participación del pueblo, que hace del ejercicio de la política un servicio social y un oficio noble y digno, para servir a la gente.
Planteada la lucha contra la corrupción como un combate frontal, mortal y sin pausa contra ella, la realidad que tenemos genera una serie de interrogantes que debemos responder por la grave contradicción que existe entre lo que predicamos y lo que a diario nos atropella como ciudadanos… ¿Qué nos ha ocurrido?; ¿Qué no hemos hecho?; ¿Cómo se explica que, después de casi un cuarto de siglo de proceso revolucionario, la corrupción es una pandemia en todos sus intersticios institucionales?; ¿Por qué razón no somos capaces de desarrollar acciones firmes, contundentes, contra el flagelo de la corrupción, como lo ordenó Chávez?; ¿Por qué el PSUV no aplica una política interna, rigurosa en la selección de sus candidatos para minimizar la presencia de oportunistas, aventureros, advenedizos, logreros, que ven en el ejercicio de cargos públicos la forma de enriquecerse a expensas del patrimonio público?; ¿Cómo minimizar  la corrupción en sus diversas manifestaciones, formas y modalidades, que tienen hasta la coronilla al pueblo venezolano?
Dilucidar estas interrogantes y muchas otras que surgen del análisis, es un ejercicio que obligadamente debemos hacer desde la crítica y la autocrítica, aproximando respuestas que den pie a un plan de combate a la corrupción.
No hemos sido capaces de enfrentar el problema estructural del Estado, que hizo posible la llegada de Chávez al poder en 1998 y con él, la esperanza de transformar a Venezuela en un Estado con instituciones decentes, capaces y responsables; lo dejamos para después, porque seguimos practicando la cultura del capitalismo. La corrupción generalizada en las instituciones del Estado venezolano no es culpa del imperialismo, ni de Colombia y su casta burguesa, ni de la Unión Europea. Tampoco es culpa de la infame guerra económica ni del bloqueo perverso que sufre el pueblo venezolano.
 
 
No hemos educado ni educamos contra la corrupción. Si esta es una expresión cultural del capitalismo, la educación es el arma para liquidar la cultura política liberal burguesa, pero no hemos educado para transitar al socialismo. No hemos sido capaces de ideologizar en los valores del socialismo ni a la militancia del PSUV. No hemos educado para el cambio de paradigma. Debemos reconocer que no tenemos un sistema permanente de formación que garantice la educación de la militancia para superar la cultura política del capitalismo; no hemos hecho, como debe ser, el trabajo de formación ideológica y política de las bases del PSUV en los valores y principios del Socialismo Bolivariano, tomando como referente la nueva ética revolucionaria, plasmada en el dossier ideológico del PSUV.
Una tercera idea para responder está en algo que se percibe en el ambiente. Pareciera que a pocos les interesa el problema; que no hay voluntad política suficiente y necesaria de crear dentro del partido los mecanismos políticos que combatan y liquiden la cultura de la corrupción, el burocratismo y la ineficiencia institucional. La tarea de combatir la corrupción desde el PSUV no se puede seguir practicando como un asunto jurídico que tiene como excusa “la presentación de pruebas” y la “presunción de inocencia”. La corrupción a lo interno del PSUV debe ser tratada políticamente y, sobre criterios políticos, definir procedimientos y formas que digan qué hacer y cómo hacer con los que estén cuestionados por actuar contra la ética. Y debe hacerlo sin los legalismos que amparan, hacen impune y alcahuetean la corrupción, partiendo del hecho de que esta es como la gripe: A todos los corruptos se les nota.
La militancia del PSUV sabe bien quiénes son los corruptos y tiene su inventario; sabe quiénes han traficado y trafican con el poder para beneficiarse económicamente y también sabe cómo se protegen y quiénes los amparan. Solo hace falta salir a las plazas públicas, a los municipios y preguntarle a la gente. Todo eso se debe debatir.
CONTINUARÁ…
*Ingeniero industrial. Agricultor urbano.
 

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