Opinión

Fallecimiento del gran maestro y pensador Simón Rodríguez

1 de marzo de 2022

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Alejo García Sierra


En el período de la segunda mitad del siglo XVIII nació en Caracas, Narciso de Jesús Carrero Rodríguez, el 28 de octubre de 1769. Fue bautizado como un niño esposito. Su crianza se produjo en casa del Presbítero Alejandro Carrero de quien adquirió su apellido. Desde su juventud fue apasionado por el ideal para pensar y enseñar en libertad. Se inició como docente, cuando el Ayuntamiento de Caracas en mayo de 1791 lo admitió y lo designa para desempeñar el cargo de maestro de una Escuela de Lectura y Escritura para niños. En 1794 presentó un valioso escrito critico denominado Reflexiones sobre los efectos que vician la escuela de primeras Letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento En su condición de maestro tuvo el honor de dar clase al niño Simón Bolívar, futuro Libertador de varias repúblicas para entonces colonias españolas.
La lectura de muchos textos clásicos entre ellos la obra “El Emilio” de Jean Jacques Rousseau, influyó enormemente en él para sentar una concepción revolucionaria al modelo educativo existente en las recientes repúblicas Hispanoamericanas. El maestreo Simón Rodríguez pensó que lo más ideal e importante para los nuevos Estados era “la educación popular”.  Al escribir su obra                       «Luces y virtudes sociales”, señaló que la Educación debe ser general para todo el pueblo y por tanto dirigida y financiada por los gobiernos respectivos. Entre las ideas sobre educación propuso la inclusión social a través de la escuela para todos, la formación para el trabajo y la adquisición de nuevos hábitos para posibilitar les relaciones sociales propias de un Sistema Republicano, contemplado dentro de los grandes pedagogos existentes del siglo XVIII.
A parte de su vocación de excelente educador Simón Rodríguez en todo momento se inclinó por la simpatía y participación por la causa emancipadora de su patria, incentivado e influido por la lectura de excelentes pensadores de la Ilustración del siglo XVIII. Por eso, las autoridades de La Capitanía General de Venezuela, lo vincularon con la primera iniciativa revolucionaria conducida por los venezolanos Manuel Gual y José María España.
Una vez descubierta la intentona y fracasar es expulsado de su país en 1797, se exilia en Kinston, Jamaica. En esa población cambia su sombre por Samuel Robinson. Desde allí se va para los Estados Unidos y vive hasta 1800. Luego se trasladó en 1801 a Bayona, Francia, al poco tiempo se dirige a Paris, donde traduce la obra “La Atalaya”, de Francisco Renato Chateubrian. En 1804 en esa ciudad tiene el trascendental encuentro con su antiguo discípulo Simón Bolívar.
En 1805 los dos compatriotas emprenden un viaje a Lyon, Chambery, Los Alpes y arriban a Italia, En Milán por casualidad observan la coronación del líder francés Napoleón Bonaparte como Rey de Italia. Este espectacular acto produce repulsión en Simón Bolívar y su acompañante. Continúan su recorrido hasta Roma y el 15 de agosto do 1805, los notables viajeros en compañía de Fernando del Toro, se dirigen al Monte Sacro. En este lugar histórico, el joven y prometedor Simón Bolívar, jura ante sus acompañantes dedicarse sin descanso y por completo a la liberación de su patria.
Durante su estadía de 20 años en Europa los dedicó para realizar unas cuantas actividades. Visitó Italia, Rusia, Bélgica, Suiza, Inglaterra, Francia, Alemania, Persia y Holanda. Trabajó como empleado en un laboratorio de química industrial, iba a reuniones secretas socialistas, se consagró al estudio y profundizo la literatura y por último ejerció como preceptor de una escuela de primeras letras en Rusia. Al regresar a América en 1823 por Cartagena, vuelve a llamarse Simón Rodríguez. En la Nueva Granada en 1824 instala la primera escuela-taller. Al enterarse El Libertador de la estadía de su antiguo maestro en tierra neogranadina, le escribió desde Pativilca, el 19 de enero de 1824, una conmovedora carta. En ella expresó: “Ud. formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que Ud. me  señaló…” De Cartagena va al Perú y después al Ecuador. En Cartagena dio clases de agricultura y botánico en el Colegio Nacional, en Quito presentó al gobierno un plan de colonización para el oriente del país y en la localidad de Ibarra estableció una “Sociedad de Socorros Mutuos». En 1924, Simón Bolívar recibe en Lima a su brillante compatriota y lo designa Director de Enseñanza Pública, Ciencias, Artes, Física y Matemáticas. Asimismo, lo nombra Director General de Minas, Agricultura y Vías Públicas en Bolivia.
A raíz de desavenencias con el presidente del Perú, el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre en 1836, renunció irrevocablemente a las funciones desempeñadas, se traslada a Arequipa donde en 1828 publica el prefacio de la obra “Sociedades Americanas”. En 1830 dio a conocer el libro El Libertador del Medio día de América y sus compañeros de armas, defendido por un amigo de la causa Social” En ese año da conocer un ensayo científico “Observaciones sobre el terreno de Vincocaya».  En 1834 va a Lima  desde allí se va a Concepción, Chile. Ahí regenta una escuela. Continúa la función literaria y hace la obra “Luces y virtudes sociales”. De inmediato se edita el Informe sobre Concepción después del terremoto de febrero de 1835.
En 1836 viaja a Trilaleubu y Monteblanco y en 1837 se traslada a Tucapel. En Chile se encuentra de nuevo con Andrés Bello. Vuelve a reeditar su libro “Luces y virtudes sociales”, en Valparaiso en 1838. También divulga numerosos artículos en el periódico chileno El Mercurio. En 1842 regresa a Lima y vuelve a publicar el escrito “Las Sociedades Americanas» aparecido en 1928. De regreso al Ecuador y al arribar al Puerto de Paita, Perú se entrevistó con su compatriota Manuela Saenz, en estado de ansiedad y próxima a fallecer.
Como consecuencia de la incomprensión de muchos coterráneos y algunas autoridades de varios países emancipados por El Libertador Simón Bolívar, ocasionó en el insigne hombre de letras y de vocación democrática, un estado de pobreza extrema. En 1863 hizo su última visita al Perú en compañía de su hijo José, quien lo asistió al momento de su deceso en el pueblo de Amotape, Perú el 28 de febrero de 1854.
Al rememorar un aniversario más del fallecimiento del Gran Maestro y Pensador Simón Rodríguez, uno de los intelectuales americanos brillantes de la Independencia de Venezuela, honremos su memoria y fijemos su atención en su legado de sapiencia y libertad que nos dejó a toda prueba.

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