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26 de noviembre de 2024
Con un galeno venezolano como símbolo universal del servicio cristiano en pro de los más aquejados por el dolor físico y espiritual, y una realidad local y foránea en la que la Medicina ha cobrado un protagonismo de primer orden, en medio de pandemias naturales y desastres provocados por la mano del hombre, la celebración del Día del Médico en el Táchira no podía tener mejor lugar que la Casa de Dios, más específicamente la Catedral de San Cristóbal, donde este jueves, en la mañana, monseñor Mario Moronta presidió los actos religiosos alusivos al Día Nacional del Médico.
Con una feligresía en la que las batas blancas pasaron de ser simples prendas de trabajo, para convertirse en el distintivo de un ejército unido en la común causa de combatir el dolor y la enfermedad, llevado como la mejor de las galas, el obispo de la Diócesis de San Cristóbal no solo se refirió al significado de la efeméride, sino que tocó puntos de reflexión a tener en cuenta por el pueblo católico en este tiempo de Cuaresma.
En su homilía, su mensaje cristiano fue propicio para referirse a Venezuela, dentro del conflictivo panorama geopolítico internacional, así como para hacer una reflexión sobre la misión cristiana del profesional de la salud en la actualidad.
Momento emotivo representó la entrega de ofrendas en la que un grupo de médicos, desde el pasillo central, transportó una inmensa bandera de Venezuela que fue bañada por el agua bendita lanzada desde el púlpito mayor.
Bajo los intereses imperiales
Moronta consideró como síntoma de la crisis que se vive en Venezuela, y en el mundo, el estar bajo el dominio de un ajedrez de intereses, lo que afecta especialmente a Venezuela, que en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania se mantiene en el vaivén de la voluntad de los imperios.
–En Venezuela estamos viviendo una crisis, que tiene connotaciones de todo tipo, pero que tiene como una de sus características que la dignidad del ser humano sigue siendo puesta entre paréntesis. La gente vale lo que valga el dólar del día; la gente cuenta si es una pieza importante de un ajedrez. Nosotros somos importantes como nación en este momento por la guerra de Ucrania, porque le vamos a satisfacer a uno de los imperios sus intereses. No contamos como seres humanos, como no cuentan como seres humanos los ciudadanos de Ucrania o Rusia, pues están por debajo de los intereses de las grandes potencias— expuso el prelado.
En su homilía con motivo del Día Nacional del Médico, monseñor Mario Moronta se refirió a la labor que en la actualidad debe cumplir ese gremio. (Foto/ Gustavo Delgado)
En un simbólico acto, como una ofrenda, un grupo de médicos desplegó la bandera de Venezuela, que fue bendecida por el obispo. (Foto/ Gustavo Delgado)
Luz divina en las batas blancas
El obispo les recordó a los galenos presentes que, además de su profesión y de la necesidad, como tal, de recibir un ingreso a partir de su ejercicio, la vocación de servicio siempre debe prevalecer, especialmente para el médico que profesa la religión cristiana.
—El ser médico es una profesión, no lo podemos negar, pero es una profesión que se vive con vocación. La inmensa mayoría de los médicos tiene la conciencia plena del servicio que ofrecen a la salud física, que sostiene la salud espiritual, porque el ser humano es carne y espíritu. En sus batas blancas están representando la luminosidad del Resucitado, la acción salvífica del Dios de la Luz. Están llamados, si son creyentes en Cristo, a imitarlo a Él, para que a través de ustedes llegue el amor que todo lo puede. Ustedes son reflejo del amor de Dios, sean expresión del Cristo que necesitamos y que va a poner su mano sanadora, consoladora y de fortaleza sobre tanto niños, jóvenes y ancianos que recurren a ustedes— predicó Moronta.
Luz para la humanidad
Como reflexión de Cuaresma, el obispo insistió en que tan importante como la práctica de la Palabra Divina, es el poder convencer al otro de transitar el camino del cristianismo a través del ejemplo personal.
—Nosotros debemos ser imitadores de Cristo, haciendo que otros nos imiten a través del testimonio de vida, no porque seamos nosotros más importantes, sino que tenemos que ser el reflejo de Cristo, y por eso el Señor nos recuerda en la Carta de los Filipenses que somos ciudadanos del Cielo, en el que convertimos nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, lleno de vida. Si nosotros somos reflejo de la Pascua del Señor, nosotros estaremos provocando que otros sigan a Cristo— impartió Moronta.
Freddy Omar Durán
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