Regional

Repelencias 394

12 de marzo de 2022

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Carlos Orozco Carrero


Tantas vidas perdidas irremediablemente al grito de guerra en cualquier lugar de este mundo absurdo que no sabe a dónde va. Dios nos proteja y despierte la conciencia de los responsables de impartir estas órdenes locas. Sufrimos todos esta vorágine descabellada.
En las conversas sobre las viejas bodegas que existían en nuestros pueblos andinos aparecen los productos que se vendían en aquellos locales inmensos, donde se podía adquirir una cobija de lana virgen, agujas para coser calderos, sillas de montar, pescado seco, telas y hasta un chimú que venía en una cinta larga, parecido al correaje de un trapiche panelero. Allí estaba, en un rincón, escurriendo sobre un pote enorme para recoger cada gota que caía al piso. Cosme se acuerda y se le ponen los ojos aguados por la nostalgia de haber vivido esa época floreciente del comercio rural.
Aparecen sendos comunicados enviados a la opinión publica por las organizaciones sindicales que hacen vida en el país. Todos se emocionan al imaginar que en la redacción del documento vienen los aumentos prometidos desde hace tanto tiempo y consagrados en la Constitución Nacional, por aquello de vivir con dignidad. Pues nos quedamos otra vez con ese sabor amargo que nos trae desde hace tiempo amarraditos a la desesperanza. Varias páginas, firmas de los jefes y el ofrecimiento a reanudar conversaciones dentro de tantos meses, más allá de quién sabe cuándo. Y pensar que los peloteros de las Grandes Ligas tienen asegurado un salario mínimo de 650.000 dólares en sus contratos y no quieren jugar todavía. Ah, rigor, cariños.
La gente hace sus oraciones e implora por la paz del mundo. Tal vez, después que pase la destrucción de una parte de Europa, los jefes insensatos podrán observar el producto de su soberbia y locura senil ante un macabro cuadro semejante al Guernica de Picasso. Quedará el sabor amargo de unas lágrimas sobre los escombros de sus deseos impropios de humanidad.
Eddie Gaedel fue un pelotero que jugó en las Grandes Ligas y recibió en su único turno al bate una base por bolas. Lo sacaron por un corredor emergente y allí terminó su carrera de jugador. Eddie medía un poquito más de un metro y nueve centímetros. De allí que se prohibieran estas extravagancias en el béisbol organizado de la Gran Carpa. Jugó con los Cardenales de San Luis contra los Tigres de Detroit, en el año 1951. Fugaz actuación la de este chiquitín.
Estos tiempos de agua y guruma fueron los que obligaron a los habitantes de nuestra tierra andina a buscar acomodo en las llanuras del piedemonte barinés. Es bravo cultivar la tierra fría, Carretico. Es un material de hule sobre las costillas y aguantar heladas las 24 horas del día. Llegamos a la tierra plana, calurosa, lista para entrarle al trabajo, y nos hicimos sentir en toda esta inmensidad tan fértil. -Creo que vamos llegando a tierras de Carabobo ya, me comentó un paisano chácaro en días pasados. Es el desarrollo del llano venezolano, le comenté.

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