Quienes frecuentemente se desplazan entre San Cristóbal y los dos Capachos saben que entre Mata de Guada y La Chicharronera es obligatorio cuidar el paso. Asfalto y relleno no le ha faltado; pero los vecinos del lugar afirman que el problema hay que verlo desde la profundidad de las corrientes que horadan el terreno, y que el mismo no se puede declarar insoluble, pese a la circunstancias de crisis presupuestaria que padecen los entes públicos regionales y municipales
A pesar de ser parte de la carretera Trasandina, vía fundamental para el comercio y la movilización de personas, el tramo que va de Mata de Guadua hasta La Chicharronera, municipio Capacho Nuevo, ha padecido por años el mal estado de una vialidad que parece no tener compón.
Relleno ha llevado, y capas de asfalto no han faltado, incluso se ha dispuesto ensanchar más el trayecto, en previsión de los continuos embotellamientos de tráfico que allí se producen; pero el origen del mal más va más en profundidad.
Es un problema vial, grave, a escasos 20 minutos de San Cristóbal, por donde todos los días se movilizan miles de personas en vehículos.
Un paso de onduladas formas donde es mejor manejar con cuidado; una especie de chinchorro, nada relajante, o un trampolín, nada divertido…
Los vecinos del lugar lo saben, y han puesto su grano de arena, a veces aplicando algo de granzón, o brea, y en algunos puntos señales para evitar daños al vehículo, o en el peor de los casos, causar consecuencias graves a la integridad humana.
En La Chicharronera, por ejemplo, un sitio que ha funcionado como parada turística, no se cansan de alertar sobre una tremenda tronera, donde antes había una tapa de alcantarilla, misma que los terrenos corredizos por debajo destruyeron y corrieron, dejando una trampa de cuatro metros de profundidad.
Víctor González, junto a sus vecinos, ha querido que los conductores que por allí transitan no pasen un mal trago; pero lo que más teme es que ante la falta de andenes, pues gran parte del terreno se ha destinado a la calzada, sencillamente a un transeúnte despistado “se lo trague la tierra”.
—La tubería que colocaron por debajo, por donde van las aguas de la quebrada La Lajita, se partió. La carretera se ha ido hundiendo por el movimiento de la tierra y eso se puede ver por el orificio. Nosotros colocamos piedras, colocamos palos, colocamos conos, y no duran nada, pues los mismos conductores u otras personas los quitan de ahí. Esto es una conexión binacional, por la que todo el mundo sube o baja; por lo tanto, todo el mundo la necesita, no solo los que habitamos esta zona— afirmó González.
Trabajos de hace 12 años…
Hace 12 años se hicieron trabajos en el sitio, parte de los cuales se han perdido porque, en concepto de los vecinos, no se midió la capacidad de la corriente. Recordemos que unos cuantos años atrás, unos cien metros más arriba, un peligroso derrumbe, llevándose incluso viviendas por delante, mantuvo en vilo el paso hacia Capacho, teniéndose que improvisar una vía alterna.
En la actualidad, prácticamente ese pedazo ha quedado rehabilitado, incluso en la gestión regional anterior se completó la ampliación de la calzada y la colocación de pasamanos a un lado de la pasarela. Hoy los vecinos proponen soluciones que esperan sean las definitivas.
—En cuanto a lo del hueco, es facilito de arreglar. Yo sé que la situación del país está difícil, pero con un poco de entusiasmo y con dos “camionados” de quindío, nosotros mismos colocamos la tapa y así evitamos que alguien por descuido se mate. Pero también el cajón puente que está en proyecto hace años, con canales de tres o cuatro metros de ancho, de manera que cuando corra la corriente no importe su fuerza, ni lo que arrastre—- recomendó el vecino.
— ¿Cómo están los tubos debajo la calzada?
—Los tubos que están ahí, debajo de la carretera, uno de metal y otro de cemento, de un metro de ancho, se tapan a cada rato y, como se puede ver a un lado, se han reventado con el agua buscando salida. Hace seis meses se rebosó muchísimo y la crecida llegó a la ventana de mi casa, como a dos metros de altura— agregó González.
Pérdida inclemente del agua
A Mario Bustamante le preocupa la situación en la noche, pues si bien en lo que es propiamente La Chicarronera, los lugareños cuidan no hundirse en la oscuridad, un poco más allá y un poco más acá, las penumbras esconden al peligroso hueco.
—Eso se pone más delicado en la noche. Un carro pesado se hunde y ahí queda, y dígame el peligro para los motorizados. En estos días, un autobús “de los rojos” se atoró, pero como tiene las ruedas grandes pudo salir— sostuvo Bustamante.
Por si fuera poco, por una tubería externa de aguas blancas, el vital líquido fluye por una rotura como regadera, más por daños a la infraestructura circundante o por pérdida de presión en el suministro a las viviendas. Duele por el desperdicio que representa, en tiempos que en algunos puntos del Táchira se reportan como de sequía, vinculada incluso a las fallas en el suministro eléctrico en el estado.
Desastre arriba, desastre abajo
El desastre vial desde La Chicharronera, hasta la estación de servicio de Mata de Guadua, se ha visto como uno solo; sin embargo, hacia uno de los polos las aguas que corren libremente por declives, y las que circulan interiormente, se alían para reblandecer un terreno que debe soportar el peso de un importante flujo vehicular.
A ratos muchos se han ofrecido para, con brea o relleno, dar una salida “cosmética”, pidiendo colaboración a los conductores, y otro tanto han hecho organismos estatales y municipales para paliar el desmoronamiento del manto asfáltico.
Álvaro Sánchez, con su vivienda en pendiente y pegada a la carretera, quiso aprovechar el verano para abrir dos zanjas para instalar el portón de la entrada. Pero suspendió sus planes, pues las zanjas se convirtieron en dos pozos hace como un mes, alimentados por el líquido que se resume desde la capa inferior.
—Por debajo corre mucha agua. El tráfico debe andarse con cuidado, y eso se ha visto así de feo por años. Se le ha echado mucho relleno; pero cede por el peso de los vehículos. No sabemos si el agua viene de las casas o es una naciente; lo cierto es que causa muchos inconvenientes siempre, y si usted escarba, pareciera como que en lo profundo existiese una laguna— dijo Sánchez
Aunque un informe técnico más detallado podría dar con el remedio para una enfermedad que los residentes del sector no quisieran se diagnosticara incurable, y que tal vez se pudiera considerar en otro puente. Allí también se notan la violencia del derrumbamiento que ha afectado a las propiedades cercanas a la estación de servicio, y una señalización en letras grandes reza “peligro, zona en estudio”, lo que hace presumir que por parte de los entes oficiales se está considerando seriamente la gravedad del asunto.
—Lo más rápido sería echar bastante machirí y emparejarlo bien, para que no haya más riesgos con los carros. Y eso está más o menos transitable porque aplicamos piedras y tierras, porque si no a los carros se les puede hasta estallar una llanta o sufrir un golpe tan fuerte que se quedan varados— agregó Sánchez.
Freddy Omar Durán