Carlos Orozco

Lo que es la edad, cariños. En días pasados, en “Somos Como Somos”, el mejor programa de radio en la región cósmica que nos envuelve, el productor confundió el apellido del ciclista Orluis Aular por el de Aguilar. Claro, había programado una canción del charro Antonio Aguilar y se volvió una sopa al referirlos. Ya Carreto está viejo, dicen todos.
Alegría para despejar angustias nos representa el béisbol de las Grandes Ligas. Es una pasión para los aficionados al deporte de las cuatro esquinas…Esperamos que Miguel Cabrera ponga números definitivos para asegurar su presencia en el Salón de la Fama del Béisbol Mayor. Uno no sabe, cariños.
Suenan las chicharras por estos días. ¿Vendrá agua a borbotones en estos tiempos de canicular? Hay que limpiar senderos, alcantarillas y quebradas para evitar lo de todos los años. Estamos ligando que llueva en la parte alta de la cuenca del Uribante. Roguemos para que la criminal deforestación cometida en nuestros páramos desde hace décadas no cobre su costo esperado. ¡Ah, rigor!
Lilibeth Chacón y Orluis Aular nos ofrecen la esperanza de tener de regreso a nuestros pedalistas en lucha por grandes triunfos en otros territorios del planeta. Es emocionante aupar a los nacidos aquí para que sea más fuerte la alegría de abrazarnos en éxito deportivo, señores.
Récord en tomar cerveza fue establecido por un mecánico en la ciudad de Bogotá. – Caballero, ¿usted va a intentar batir su propia marca de tomarse 18 cervezas grandes en menos de 3 minutos? – No, señor. Es difícil hacerlo. Primero, son muy caras y yo tengo que pagarlas. En segundo lugar, yo agarro una borrachera que quedo entelerido unos cinco días. Y, por último, mi esposa tiene una cantaleta que mata a un marrano trasnochado.
Cuando Sultán, el perro de Genaro, vio que su amo caía a las profundidades de río Negro, intentó sujetarlo de la camisa para halarlo hasta la orilla. Genaro casi nunca lavaba su prenda de vestir. Fue por eso que el cuello se rompió al morderlo con fuerza. Aquel desafortunado hombre alcanzó a encomendarse al Creador Todopoderoso. Desde un plano superior, observó cómo su cuerpo se hundía más y más en las profundidades del hueco que dejaban Miguel Pabón y Alcibíades en el saque de granzón que hacían cada día. Cuenta Genaro que en un momento sintió bajo sus pies un piso suave y gredoso. Intentó impulsar su cuerpo hasta la superficie, pero sus fuerzas se extinguían poco a poquito. De repente, comprobó que el nivel del agua bajaba rápidamente y podía respirar con la cabeza fuera. Se vio sin la camisa y hasta podía ver sus piernas también. Trató de salir del río y se sorprendió al notar que Sultán, su noble perro, tenía el hocico metido en el río y succionaba agua para soltarla lejos de la playa seca. -Cómo no va a querer uno a un animalito tan valiente y amigo. Buej…

Carlos Orozco Carrero