Cultura

Cuerpos que cuentan historias

24 de febrero de 2023

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Una de las obras de la exposición “Horizontes en medio de la noche”.

Billy Spence es un cirujano plástico, que alterna los tiempos en el quirófano y el consultorio con los que dedica a las artes plásticas.

Freddy Omar Durán

Billy Spence, un expresionismo que se solidariza con el ser humano y su drama.

Su obra ocupa en estos momentos los espacios expositivos de Bordes Café, en una individual titulada “Horizontes en medio de la noche”, conformada por 27 obras que abarcan los años 2018 a 2023, en un lenguaje común que aunque figurativo, se ubica más en la corriente expresionista.

Allí se puede apreciar lo que acerca al médico y al artista en una sola persona: El cuerpo. En este caso no tenemos cuerpos ajustados a un ideal de belleza, o en perfecta correspondencia con una figura real.

Actualmente cirujano en Caracas en el Hospital Dr. Rafael Medina Jiménez de Pariata, la medicina y la plástica siempre han ido en paralelo desde sus inicios en Barquisimeto.

Con muy buenos amigos artistas en el Táchira, entre ellos Carlos Cruz Aceros, encargado de la curaduría de esta exposición, venir a mostrar su trabajo por estos lares resulta más de su agrado, y más cuando esos mismos colegas han sabido apreciar su evolución

— Yo expongo por primera vez en el Táchira en 2006 junto a Roberto Gonzales, Premio Nacional de Artes Plásticas, en Colón y después dos o tres veces en Pamplona. Siempre ha habido una buena conexión con Carlos Cruz, Anderson Jaimes y Antolinez Castro, quienes han apoyado mi obra— anotó Spence.

El responsable de la selección y organización de las piezas en la muestra se mostró muy complacido del regreso del maestro Spence, y en su concepto, es una oportunidad que aquellos que saben apreciar el arte no pueden desaprovechar.

— Podemos ver una de corte figurativo que ha avanzado mucho con el correr de los años, que tiene dos lenguajes que le han servido de inspiración: Una sería la obra del maestro Diego Barboza y la otra del maestro Roberto González, pero Billy Spence ha caminado en el transcurso de los años y ha dejado esas influencias y ha depurado un lenguaje muy humanista, muy humano, muy gestual, muy plástico. Es una obra que dice mucho del mundo de hoy— subrayó Carlos Cruz Aceros.

Y ciertamente cada cuadro nos atrapa, no en la complacencia estética, sino en la narración que fluye, con personajes atrapados en sus propios vínculos afectivos.

— En este momento el concepto básico es la vida, la naturaleza, la familia, la niñez y la infancia, con un lenguaje muy digerible y de fácil comprensión y que lo he pulido todos estos años pasando por muchas etapas, y es la familia lo que está ahí en esta exposición—continuó explicando el artista.

El pintor posa una mirada sobre lo cotidiano, que tal vez el hombre de la calle, por su apresuramiento, por su encerramiento en su propio imaginario, no concede al otro. Para él cada pieza es particular, y aunque muchos puedan ver en ellas algún drama en escenificación, Spence prefiere cuidarse de ese término:

“Obviamente hay una particularidad en el concepto. Sin embargo no es drama, pues el arte puede ser bonito, feo, alegre. Analizarlo psicoanalíticamente es una cosa, pero analizarlo artísticamente es otra cosa. Drama, sí; lúdico, jocoso, también”.

Admite que el cirujano plástico que es él, se apoya en el artista plástico, que también es él, sobre todo a la hora de tomar decisiones profesionales, donde a veces pareciera que lo único válido reposa en el criterio científico, o en patrones estéticos.

— Eso ha sido una simbiosis, la medicina con las artes plásticas. Roberto González siempre decía: “Tú eres un artista plástico prestado a la medicina”, y a veces lo siento así. Y mucho de mi ejercicio profesional siempre tiene algo de la parte artística; cuido mucho de ciertos detalles, que quizá para otros cirujanos no sean tan cruciales. Yo desprecio el uso de un compás o una regla en la medicina, y yo no lo uso en el sentido de que muchos cirujanos plásticos lo usan; yo no lo uso, ya que, por el hecho de tener esa percepción artística, uno sabe lo que está mal o está bien, o lo que está descuadrado o asimétrico.

Ese ojo artístico no pocas veces entra en confrontación con el paciente, más afanado a ajustar su cuerpo a las modas, o construirse en una imagen de sí mismo prestada de otros, desconociendo su particularidad belleza, que una cirugía plástica no hace más que resaltar.

–Mi afán es darle mi toque artístico a la intervención de un paciente y no dejarme llevar por las pretensiones que este pudiera traer. En función de mi apreciación artística, a veces hay choques con el paciente, porque él me dice “eso que quiero es la tendencia”, y yo le respondo: “Eso no te queda bien, porque tiene que haber alguna otra armonía, alguna otra integración contigo mismo”.

 

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