Con un traje formal y cuidado, que nos previene de confundirlo con un indigente más, el señor Encarnación Duque recorre calles y se monta a las busetas en San Cristóbal, en busca de una mejor calidad de vida, que una insuficiencia renal no le permite.
Freddy Omar Durán
De su enfermedad no solo da cuenta el testimonio que transmite a las personas caritativas, sino que se delata en un brillo acuoso en sus ojos, y un cansancio, al que se sobrepone, para poder recoger lo suficiente para sus gastos médicos.
La triste situación del hombre de 83 años la compartió en un video que fue transmitido por el Instagram de la Nación @lanacionweb, en el que imploró por la ayuda de los buenos samaritanos, pues el avance de su enfermedad indica que tendrá que ser sometido a diálisis.
—Tengo que estar viajando a cada rato. Por favor, el que me pueda bendecir le estaré eternamente agradecido. Dios les bendiga, gracias— imploró Duque.
Vive en una aldea del municipio Seboruco, desde la que con cierta frecuencia se debe desplazar tanto para atender sus emergencias médicas como para recurrir a la caridad colectiva. Para sus viajes, que pueden durar aproximadamente 3 horas, los buseteros amablemente le dan la cola, por eso dice “por la misericordia de Dios me trajeron”. Allá es donde tiene su vivienda, por eso nunca ha pensado en trasladarse permanentemente a la capital tachirense.
No dejó ningún número telefónico, ni una dirección como referencia, y cuando se le preguntó si tiene algún familiar que lo atienda, respondió: “A Dios, qué más familia que Él”.